No es definitivo hablar de recta final cuando
se acerca la culminación de esta mini campaña electoral. Es apenas el inicio de
una nueva era para Venezuela gane quien gane. Lamentablemente la contienda que
terminará el próximo 14 de abril, ha
transcurrido entre insultos, amenazas y denuncias, a cambio de un buen debate,
y nunca se develo por parte del candidato de gobierno, un proyecto serio de
revitalización en las áreas más vulnerables de la sociedad, como son: la
inseguridad, economía y la dependencia foránea que tenemos en materia alimenticia,
entre otros rubros.
No se trata de recta final como quien va
a alcanzar una presea en jornada
deportiva. Aquí, en este momento, se esta abriendo una brecha política con una
fuerza y expectativas que permite la oportunidad de reinventarnos hacia un país
más habitable, dejando atrás la ideología
de conuco sin buena siembra, de país primitivo con riquezas para
exportar y abandonadas en el patio trasero por un grupete que no
supo ni responderá a las demandas del siglo.
De resultar Henrique Capriles el vencedor en
esta segunda oportunidad, podemos contar con progreso. Será un progreso lento
pero al mismo tiempo firme y sostenido, porque el candidato opositor tiene
sobre sus hombros la responsabilidad de arreglar el entuerto sobrevenido en
estos últimos 15 años.
Nicolás Maduro, con gran torpeza, le abona el terreno a su competidor
en lo referente a un plan de gobierno. Capriles tiene un propósito de
acercarnos a todos para llevar a cabo la difícil tarea de volver a coexistir
como ciudadanos venezolanos. Por eso, la tarea no será fácil, pero si posible.
Al rival, no se le observa claridad para que tengamos una Venezuela segura y
próspera; muy por el contrario, ofrece poner a funcionar, después de tantos
años, lo que debería estar en óptimas condiciones, es decir, los servicios
básicos. Además se vislumbra la rápida caída al precipicio, similar a la que
convirtió a Cuba en un país inhumano, aislado, miserable y vividor.
Subestimar al electorado es una pésima
apreciación del momento histórico que nos toca asumir a cada habitante de este
territorio. Entre los venezolanos existe madurez y la ha acumulado por donde
más le duele: el bolsillo y el estómago. De modo que hay que prepararse para
comenzar, después del aprendizaje a lo largo de tantos fracasos, y concluir de
manera exitosa el proceso de elegir al más preparado para gobernar bajo la
dirección del pueblo y no de países subalternos.
Disponemos de unos pocos días para
reorganizarnos y decidir sin ataduras el sistema de gobierno más
conveniente, el que tenga que ver con un
proyecto de vida sobre la existencia decente y la seguridad humana.
Susana Morffe
www.desdelaisla.hazblog.com
susana.morffe@gmail.com
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