lunes, 8 de abril de 2013

MARÍA ISABEL PÁRRAGA B., NADA ESTÁ AÚN ESCRITO...

Si antes no había excusas ahora sería un pecado no participar...

Es un fenómeno. Si la campaña electoral de octubre fue un gran bautizo, con sus inicios tímidos a los que fue cediendo un candidato con más fuerza para terminar arrastrando a casi siete millones de votantes, para luego repasar todo lo aprendido en la lucha por Miranda, ahora lo encontramos paradójicamente como el apellido de su contrincante: Maduro.
Tal vez sean las "horas de vuelo" en esas lides, sin duda eso cuenta, pero sobre todo lo determinante es el contraste. 
Definitivamente no es lo mismo un discurso que habla de los problemas reales del venezolano que un delirio ornitológico o una expresión como "te vamos a meter uno de estos el próximo 14 (...)" mientras el protagonista de la "pieza oratoria" lanza un plátano a la concurrencia. El contraste hace la comparación más evidente.
Son dos modelos, dos culturas, dos formas de país y cada quien debe pensar más allá de los sentimentalismos, la nostalgia por el líder perdido y el miedo, qué tipo de futuro desea para sus hijos. Podemos irnos por el camino de la barbarie, de la total anarquía, del facilismo, del abuso de poder, de la falta de referentes éticos y morales donde el caso de "los Juanes" se convierta en algo "excesivamente normal" o una ruta que garantice que la educación será el norte para progresar, que no habrá discriminación por tu manera de pensar y en el que el Estado y sus instituciones funcionen para darnos seguridad y justicia, por decir lo menos.
A estas alturas el oficialismo dice sentirse seguro de lograr retener el poder ¿prestado? aún del carisma de Chávez, pero de ganar ese efecto durará poco porque su candidato no tendría ni siquiera la "luna de miel" de los primeros cien días de gobierno. Así que el argumento según el cual Maduro "garantiza la paz" se cae por su propio peso porque lo que viene es más crisis social ante la actual postración económica.
Quedan tan sólo 4 días de campaña que al final el oficialismo los transmutará en un nuevo "sarao" en conmemoración de los hechos de abril. La idea es no dejar tiempo para la reflexión, apabullar con la avalancha emocional por la desaparición del máximo líder. Sin embargo, la falta de respuesta ante los problemas reales, las carencias de Maduro como candidato y la fuerza y el aprendizaje que ha tenido Capriles pueden generar una sorpresa. Como bien se ha dicho estas elecciones no sólo la definirán quienes votan, sino cuál es el sector que más se abstiene. El oficialismo puede que tenga la maquinaria, pero sin Chávez ¿habrá el mismo compromiso con Maduro?, la alternativa democrática tiene a un buen candidato y la "muestra nada gratuita" del adelanto de una pésima gestión de Maduro.
La historia aún no está escrita. Nos toca hacerla a todos este domingo. Si antes no había excusas ahora sería un pecado no participar...
mariaisabelparraga@gmail.com
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