Si antes no había excusas ahora sería un
pecado no participar...
Es un fenómeno. Si la campaña electoral de
octubre fue un gran bautizo, con sus inicios tímidos a los que fue cediendo un
candidato con más fuerza para terminar arrastrando a casi siete millones de
votantes, para luego repasar todo lo aprendido en la lucha por Miranda, ahora
lo encontramos paradójicamente como el apellido de su contrincante: Maduro.
Tal vez sean las "horas de vuelo"
en esas lides, sin duda eso cuenta, pero sobre todo lo determinante es el
contraste.
Definitivamente no es lo mismo un discurso que habla de los
problemas reales del venezolano que un delirio ornitológico o una expresión
como "te vamos a meter uno de estos el próximo 14 (...)" mientras el
protagonista de la "pieza oratoria" lanza un plátano a la
concurrencia. El contraste hace la comparación más evidente.
Son dos modelos, dos culturas, dos formas de
país y cada quien debe pensar más allá de los sentimentalismos, la nostalgia
por el líder perdido y el miedo, qué tipo de futuro desea para sus hijos.
Podemos irnos por el camino de la barbarie, de la total anarquía, del
facilismo, del abuso de poder, de la falta de referentes éticos y morales donde
el caso de "los Juanes" se convierta en algo "excesivamente
normal" o una ruta que garantice que la educación será el norte para
progresar, que no habrá discriminación por tu manera de pensar y en el que el
Estado y sus instituciones funcionen para darnos seguridad y justicia, por
decir lo menos.
A estas alturas el oficialismo dice sentirse
seguro de lograr retener el poder ¿prestado? aún del carisma de Chávez, pero de
ganar ese efecto durará poco porque su candidato no tendría ni siquiera la
"luna de miel" de los primeros cien días de gobierno. Así que el
argumento según el cual Maduro "garantiza la paz" se cae por su
propio peso porque lo que viene es más crisis social ante la actual postración
económica.
Quedan tan sólo 4 días de campaña que al
final el oficialismo los transmutará en un nuevo "sarao" en
conmemoración de los hechos de abril. La idea es no dejar tiempo para la
reflexión, apabullar con la avalancha emocional por la desaparición del máximo
líder. Sin embargo, la falta de respuesta ante los problemas reales, las
carencias de Maduro como candidato y la fuerza y el aprendizaje que ha tenido
Capriles pueden generar una sorpresa. Como bien se ha dicho estas elecciones no
sólo la definirán quienes votan, sino cuál es el sector que más se abstiene. El
oficialismo puede que tenga la maquinaria, pero sin Chávez ¿habrá el mismo
compromiso con Maduro?, la alternativa democrática tiene a un buen candidato y
la "muestra nada gratuita" del adelanto de una pésima gestión de
Maduro.
La historia aún no está escrita. Nos toca
hacerla a todos este domingo. Si antes no había excusas ahora sería un pecado
no participar...
mariaisabelparraga@gmail.com
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