Son
las once de la mañana del viernes 12 de abril y antes del mediodía tendría que
haber entregado mi artículo a Tal Cual para publicarlo el martes 16 o sea dos
días después de las elecciones y como carezco de poderes adivinatorios me he preguntado
toda la semana qué escribir para no hacer el ridículo ante el hecho consumado
de cualquier victoria electoral incógnita sea la que anuncia la ola exitista de
sectores opositores o sea la que asegura la prepotencia oficial y eso me llevó a pensar en no escribir nada
porque cualquier cosa que no significara acertar por obra del azar con los
resultados reales derivaría en palabras muy pesimistas o excesivamente
optimistas de modo que llamo a Gloria Villamizar y le solicito me otorgue un
tiempo más al límite estipulado me contesta que sí.
Comienzo a escribir
apurado recordando cosas sucedidas esta semana en mi viaje al Estado Lara en
medio de la canícula insoportable los incendios pavorosos y los paisajes
borrados tras el humo denso flotando en el aire quieto de horno de pan como la
vendedora de hamacas de Tintorero que hablando de las elecciones me dijo que
votaría por Maduro porque es lo que hay aunque no le da la talla a Chávez y que imagínese si gana la oposición que hoy
estando nosotros en el poder nos dicen tierrúos lo que será si ganan y yo
pensaba que a nadie podía ocurrírsele un concepto tan áspero si no es que se lo imponen
políticamente recurriendo al resentimiento atávico que si tan solo se molestara
en escuchar aunque sea una vez el discurso incluyente de Capriles podría
concluir que eso es falso o cuando en el pueblo de Guarico con acento en la i
visito una posada increíble asomada a infinitos sembradíos de papas donde una
pareja emprendedora está inventando un paraíso y los pocos empleados que viven
de la buena paga que de ellos obtienen votarán sin dudar por el sustituto según
estipuló el Mesías Rojo o cuando veo entre la nube de polvo a la vera de rutas llenas de huecos lunares
las filas interminables de ranchos de lata que no deberían existir tras quince
años de revolución si fuera tal con las fotos del cachetón bigotudo pegadas en
las puertas ya sea como vacuna ante el abuso bermellón ya sea con el orgullo de
quien se siente redimido por las palabras vengadoras aunque el país esté vuelto
un yermo desolado o cuando desde uno de esos ranchos tal vez el más miserable
en medio de cardones una señora que lava ropa en un tobo mientras el marido
fuma en la hamaca a la sombra hirviente de un cují cruza su mirada ceñuda con la mía que paso raudo
en mi camioneta y yo pienso que ella piensa míralos a ellos felices en su
camionetota y yo en esta soledad lavando los trapitos como una pendeja pero se
van a joder porque es por esa grieta de injusticia antigua que estos
energúmenos estos falsificadores se han colado imponiendo el rencor en el alma
de los que sienten pero no entienden de los que deciden sin importarles que más
allá de su tanque de agua su motico o la casita que le dieron a la amiga de la
tía de la vecina la nación se caiga a pedazos y la prepotencia la arrase como
el caballo de la muerte que cabalga en círculos a ninguna parte y es cuando yo
que no creo en milagros ni en oficios bondadosos de vírgenes ni del señor
todopoderoso me digo que ojalá esté equivocado y que el 15 podamos saltar de
alegría abrazándonos todos para construir un país de verdad.
Germán Cabrera, 12 de abril 2013 germancabrerat@yahoo.es
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