FELIPE GUERRERO, ADULANTES

Aquella noche, hace muchas lunas,  en La Grita, el cielo teñido de gris, jugaba a mostrar las tonalidades que van del blanco más puro al negro más opaco, intentando transformar un paisaje agradable en algo sombrío, triste y melancólico.

Y… cuando la oscuridad parecía quedarse,  mi abuela aprovechó  para darme una lección de claridad; una lección de vida con sus eternos relatos. Aquella noche con su inmensa sabiduría me contó que en una oportunidad un hombre poderoso, con grandes riquezas y con exceso de orgullo se encontró con un desvalido pordiosero y le preguntó:

Si yo te diera un cuarto de la riqueza que poseo,  ¿Me adularías?

El humilde mendicante con toda su dignidad le respondió:  Lo que tú me ofreces es muy poco para que una persona merezca mis elogios y mis cumplidos.

Y … ¿Si yo te diera la mitad de mi fortuna?, repreguntó aquel potentado  opulento y orgulloso.

El necesitado pedigüeño le replicó: Entonces seríamos iguales ¿Qué razón tendría para adularte?.

Y… ¿Si yo te diera toda mi riqueza por una expresión de adulancia?

En ese caso dije el desvalido: ¡No veo qué necesidad tendría yo de adularte!

Hermosa lección. Corresponde a esas clases que enseñan a los niños a ser personas bizarras, gallardas y valientes. La enseñanza de aquel desamparado indigente adquiere un incalculable valor en  esta estación que vive Venezuela cuando algunos intentan lograr protagonismo con actitudes cobardes y pusilánimes, actuando como nuevos turiferarios que echan incienso a quienes inescrupulosamente administran el poder.

El gran filólogo, ensayista e hispanista venezolano, el maestro Ángel Rosenblat identifica ese comportamiento con la popular expresión «Jalar Mecate»

Aseguraba el Profesor Rosenblat, fundador de los estudios lingüísticos universitarios en Venezuela que: «Jalar mecate ha sido uno de los verbos más conjugados en el último tiempo. El país ha presenciado un desenfrenado derroche de jaladera de mecate, por lo común bien remunerada». Como evidencia clara y manifiesta de su argumentación, de tal forma que nadie pueda dudar de ella, el maestro incorporaba estos ejemplos: «Está jalando mecate para que le den una embajada», «Se acomodó en el gobierno porque le gusta jalar mecate», «El discurso fue una jaladera de mecate repugnante».

Los grandes pensadores venezolanos que han logrado trascender su momento histórico, han señalado que la «Adulancia» es la causa fundamental de la postración nacional. La adulación hacia quien tiene poder representa una de las más despreciables expresiones del deterioro ético nacional  y el adulante es mostrado como el más repugnante de los personajes.

El filósofo político John Locke le dedicó atención especial a la adulación. Consideró al adulador como especialmente dañino a la noción de gobierno con límites. En su obra El Príncipe, Nicolás Maquiavelo dedicó el capítulo XXIII a  «Como huir de los aduladores» que abundan, como parásitos, en toda corte de poder.

Generalmente el adulante, tiene una intuición abismal para olfatear cuando un poderoso cae en desgracia, entonces ya no gasta «pólvora en zamuro», de allí que algún poeta del pueblo escribió: «Al que tiene se le halaga / Pa’ que suelte la mascada, / pues no se puede adular / a  aquél que no tiene nada»

Mario Briceño Iragorry definió la actitud adulante de algunos pensadores ante el tirano Juan Vicente Gómez como la «Servilidad de los Intelectuales» y la «Traición de los Mejores».

Aspiramos que quienes tienen algún nivel de poder mantengan en esta hora una actitud bizarra, gallarda y valiente para evitar que en futuro sean identificados como los integrantes de  la  «Traición de los Peores».

felipeguerrero11@gmail.com

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