miércoles, 24 de abril de 2013

ANALÍTICA PREMIUM, NEGOCIA, QUE ALGO QUEDA, EDITORIAL

ANALÍTICA PREMIUM

NEGOCIA, QUE ALGO QUEDA
EDITORIAL
Hay que entender que el país cambió, que la economía pesa mucho más que lo que estiman algunos teóricos oficialistas, que las soluciones no están en retóricas rebosadas de altisonancias y adjetivos sino en el precio de los productos básicos, en que además se consigan y en que los servicios públicos funcionen; o sea, que no se vaya la luz y que arreglen las calles, por mencionar solo dos

Más allá de quien fue el ganador de las elecciones del 14 de abril hay una situación que es fundamental, impostergable e inevitable. Juramentado Nicolás Maduro como Presidente constitucional de la República, y confirmado por la realidad Henrique Capriles como cabeza de la oposición, nombrado ya el Gabinete Ejecutivo, en pleno reclamo de revisión electoral el comando opositor, esa situación sigue allí y es vitalmente palpable por el Gobierno, la Mesa de la Unidad Democrática, los poderes públicos, los empresarios, la Iglesia, los electores.
Que el país está dividido entre dos percepciones de la vida y dos expectativas diferentes. Las campañas de miedo y amenazas contra empleados y obreros públicos porque algún jefe crea que votaron o no por Maduro, no van a cambiar esa realidad. Podrían, en todo caso, propender a generar rencores innecesarios y que los acosados y sancionados volteen la mirada y el interés hacia Capriles y la oposición, un riesgo muy elevado para un Gobierno que no ganó las elecciones convincentemente y que debería prepararse para dos procesos electorales próximos y fundamentales, el de alcaldes y concejales, y el de diputados a la Asamblea Nacional. Dos procesos respecto a los cuales, obviamente, la oposición tiene no sólo crecidas expectativas, sino el valioso entrenamiento del 14 de abril.
La única salida que tiene el Presidente que ganó por los pelos, es hacer una gestión que satisfaga las necesidades perentorias de todos los electores, si satisface sólo las del electorado madurista es casi seguro que el Psuv perderá esas dos siguientes elecciones. Lo cual no significa automáticamente que la oposición se quede con todo, son procesos eminentemente regionales y eso puede cambiar mucho las cosas, algo que la MUD debe analizar en detalle.
Por todo eso hay una salida alterna que conviene a todos, negociar. Eso no significa pactos al estilo Puntofijo, ni ceder puestos, ni nombrar ministros procedentes de la MUD. Significa entender que el país cambió, que la economía pesa mucho más que lo que estiman algunos teóricos oficialistas, que las soluciones no están en retóricas rebosadas de altisonancias y adjetivos sino en el precio de los productos básicos, en que además se consigan y en que los servicios públicos funcionen; o sea, que no se vaya la luz y que arreglen las calles, por mencionar solo dos.
El Presidente y el país no necesitan un gran plan socialista ni mucho menos copiar un castrismo en retirada, sino un acuerdo básico entre las dos grandes fuerzas venezolanas que permitan generar y ejecutar un verdadero programa hacia un país mejor. Y quien tiene que dar el primer gran paso es, precisamente, Nicolás Maduro, si quiere pasar a la historia como un gran Presidente y no como un gran fracasado.
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