sábado, 20 de abril de 2013

ALICIA FREILICH, OTRA VEZ ADIÓS, TESTIMONIO ESCRITO POR CARLOS ALBERTO MONTANER

“Otra vez adiós”.  Así titula Carlos Alberto Montaner su reciente obra, frase tan certera como su estructura y concepto. Difícil de catalogar en género específico porque es historia novelada, ficción  periodística,  testimonio, fabulado, cada uno y todo eso en un diseño que entrelaza episodios de invento con trasfondo histórico verificable. 
Quizá, clasificada por la selecta crítica literaria académica, de lupa estricta y para una exigente  minoría  resulte  esquemática, de costuras evidentes y final previsible, una más en la  lista de  narraciones sobre destierro, migraciones, exilio y tras tierra, fenómenos que signan en especial a todo  el planetario  siglo XX. Calibrada por el alfabeta y sabio pulso del  lector promedio, eficaz perceptor, adicto a la  placentera fantasía que le explica y compensa su dura realidad, entonces sin duda, es un acierto definitivo. Muy adaptable al cine, teatro, telenovela, documental  artístico y letras para música.
Su protagonista es David Benda, judío errante de  milenaria historia bíblica pero de escasa o nula geografía hasta la refundación de su patria ancestral  en el moderno Israel. Condenado a ser un eterno migrante por persecutorias leyes de  raíz mítico-religiosa, lleva un sello indeleble en el equipaje: su  insobornable convicción de existir en libertad. La despedida marca su huella de espíritu sin fronteras.
Otra vez adiós (Santillana, Prisa Ediciones 2012) es  un libro raro, único y sorprendente si se toma en cuenta que el autor, nacido en Cuba y radicado en Estados Unidos no es judío de origen ni por crianza. Competente y reconocido periodista  de serio profesionalismo en sus  agudos análisis sobre  temas políticos internacionales, transfiere su vivencia de inmigrante hacia  un nivel  que trasciende lo biográfico  personal. Ese bagaje de  dolor, dicha, estudio, conocimiento, vivencia  y crítica  adquiridos a lo largo de  una  actividad continua como interprete y comunicador del quehacer mundial, sustenta el escenario de  esta intriga novelística que abarca todo un siglo  con sus tragedias  provocadas  por el totalitarismo. Su autenticidad atrapa intelectual y  emocionalmente, sin tregua.
Cuna, paisaje, canción, olor y sabor, patio de juegos, aceras y casas, cambiante lecho para sueños, amores y desencuentros, espacio  personal de cualquier tamaño para imaginar o laborar, amigos confiables, toda esa mina rescatada sólo en el retrato cerebral o de pincel, fotografía tangible en sepia o multicolor digital, esa costumbre a lo inestable, tradición de lo fugaz, configuran un modo de subsistir cada día más  anormalmente rutinario que  revive conflictuado por entre estas líneas. Es lo que el venezolano Carlos Subero llama  La alegría triste de emigrar, en un valioso libro-reportaje de investigación (2012) sobre sus paisanos recién inmigrados en toda  América del Norte.
Son adioses resumidos por Carlos Alberto Montaner en los tres estancos del peregrino expulsado por la criminal intransigencia,  un personaje ahora universal y masivo,  aquí registrado desde un fugitivo de  su natal Austria nazi y de la provisoria Cuba comunista, renacido en  Estados Unidos de Norteamérica,  país todavía abierto a  la sana convivencia, siempre  en  defensiva vigilia. 
Texto que dignifica al héroe anónimo y colectivo de nuestro tiempo. El migrador libertario.
alifrei@hotmail.com

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