Me preguntaba por estos días en que estado se
encuentra Venezuela ¿En coma o en sala de recuperación? La verdad me llevo a
concluir en que la situación no es roja, sino muy negra. También es verdad que
se acercan días muy difíciles. Y si de diagnóstico médico se trata, me
atrevería a decir que ni lo uno ni lo otro, estamos cayendo fácilmente en un
estado de metástasis con los días contados y un fresco olor a pino que nos
llevará irremediablemente al foso.
No tenemos alimentos, no tenemos dólares, no
tenemos presidente, no tenemos identidad. Entonces, ¿qué se espera en
Venezuela? ¿Será que hemos tomado la vida de contemplación? Los titulares de
prensa tanto nacionales como internacionales dan cuenta de una crisis política,
social y económica. Pero en verdad la crisis la tenemos colocada en la cabeza
de cada uno y no queremos bajar el rancho que nos han construido durante todos
estos años. Caramba, que mal le ha ido a Venezuela en estos tiempos y aún así
legarle lo que queda de país a unos “compatriotas” mas inexpertos es como
volver a los corsarios que eran utilizados para todo tipo de fines con “Patente
de Corso”. Hasta los indios Pemones lo harían mejor, demostraron que son
valientes, saben de muerte y libertad.
Rumores y quejas van y vienen pero no se hace
nada contundente, en su lugar ahora se decide que cada quien tome su megáfono y
diga su verdad en el llamado “periodismo de calle”, genial idea del
periodista-ministro de Información y Comunicación. Estamos frente a un episodio
histórico en Venezuela, el petróleo es el lado flaco de la historia, en la Isla
de Margarita arremeten contra 250 empresas turísticas, por incumplimiento y
pago a destiempo de la contribución especial del 1%. ¿Por qué no detienen el
otorgamiento de dólares a las empresas de maletín?
La inflación se come los bolsillos del pueblo
y el gobierno no da muestras de detener el desequilibrio económico. Mientras
tanto la embajada de Panamá en Venezuela, da cuenta que unos 45 mil venezolanos
de manera frecuente viajan a ese país buscando respirar con mejores negocios, estudios y turismo.
Son muchos lo que consideran necesario salir
de la sala de hospitalización y enfrentar el miedo con información veraz, para
no ser los inútiles que siempre creyeron en pajaritos preñados por tener una
bolsa de comida, por decir lo menos. A un enfermo siempre le recomiendan tener
constancia con los tratamientos, porque lo imposible tarda pero se logra. Así
funcionan los medicamentos prescritos. La receta para estos males es reducir el
gasto público, cuya acción puede detener el peso de la pobreza que estamos
experimentando.
Cada uno conoce qué nos llevo a esta
situación extrema, sobran los testimonios y posiciones más insólitas, estúpidas
y acertadas. Sin embargo, el miedo latente impide llegar al fondo del asunto, y
solo cuando el olor a muerte caduca el enfermo da señales de recuperación. A
grandes males, grandes remedios.
Susana Morffe
www.desdelaisla.hazblog.com
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