La justicia es como el trapiche de Dios,
tardío pero seguro. Entiendo la solidaridad y tristeza de millones de
seguidores dentro y fuera del país, el desbocamiento verbal y los atropellos de
personeros e instituciones del Alto Gobierno como producto de la intranquilidad
derivada de la muerte previsible del enfermo terminal.
Todo consecuencia de
catorce años nefastos para la República y un anuncio de lo que puede venir de
inmediato. Desorden, incompetencia, desviaciones y corruptelas, tensiones
dentro y fuera del ordenamiento legal para prolongar por tiempo indefinido la
permanencia de un régimen ya en cuenta regresiva, con elecciones o sin ellas.
Vale la pena destacar la respetuosa actitud
de la otra parte. Millones de opositores, internos y externos, han guardado
discreción para facilitar los complicados y teatrales trámites de las exequias
del difunto. Quizás esperando la hora de la verdad, cuando se conozcan las
verdaderas causas de la muerte y la naturaleza del tratamiento aplicado por la
medicina revolucionaria cubana, en ambiente sospechosamente clandestino, a un
cáncer extraño cuyas características desconocemos. También llega el tiempo de
profundizar en el análisis de la trágica situación venezolana, de buena parte
de la comunidad internacional y, especialmente, de los petrochulos
latinoamericanos quienes, cual zamuros hambrientos, revolotean sobre lo que va
quedando de nuestras riquezas petrolera y minera.
Hugo Chávez fue un verdadero líder.
Inteligente, astuto, carismático, aunque poco preparado. Estuvo muy lejos de
ser un estadista. No era un demócrata. Su espíritu subversivo, como buen
“revolucionario” obsesivo, lo convirtió en un destructor que arrasó con cuanto
pudo. Sobre las ruinas de lo destruido soñaba con construir eso que hizo llamar
“socialismo del siglo XXI”, pero lamentablemente para él, no tuvo tiempo ni
condiciones para ir más allá de lo que vemos. Una nación dividida, empobrecida,
sin rumbo claro y a las puertas de confrontaciones definitivas para un futuro
que ya empezó.
De las “virtudes” útiles en política carezco
de una, la hipocresía. Chávez fue tan buen líder como pésimo Presidente. La
historia no lo absolverá, como gustaba decir en positivo, parafraseando a Fidel
Castro.
Ratifico mi convicción, tantas veces dicha, sobre la verdadera naturaleza del problema. No es electoral, sino existencial. De principios y valores mancillados. Si los mismos siguen haciendo lo mismo, en el gobierno y en la oposición, los resultados seguirán siendo los mismos.
oalvarezpaz@gmail.com
Lunes, 11 de marzo de 2013
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