“La
libertad económica es un requisito esencial de la libertad política”
(Milton
y Rose Friedman)
En
el año 1980, Grijalbo, publica en castellano, un libro escrito por Milton y
Rose Friedman, denominado “La Libertad de Elegir. Hacia un nuevo liberalismo
económico. Aunque los economistas Clásicos (Smith, Ricardo, Marshall etc.)
propugnaban el liberalismo económico. Es Milton Friedman, quien con su nueva
revisión le da la cara al pensamiento liberal o “neoliberal”, tal cual se
conoce hoy día.
Basado
en una serie de televisión transmitida a finales de los 70’s, con el mismo
nombre. Se publicó “La Libertad de Elegir”, que “…trata el sistema político de
un modo simétrico al económico. Ambos se consideran mercados en los que el
resultado se determina a través de la interacción de personas que persiguen sus
propios intereses individuales […] en vez de los objetivos sociales que los
participantes juzgan ventajoso enunciar…” (Friedman.1980:10).
Para
Milton Friedman, el mercado, es el mecanismo adecuado para el intercambio de los bienes y servicios, así como para la
fijación de los precios de los mismos. Para ilustrar el mecanismo de producción
y distribución de mercado, Friedman utiliza
el famoso cuento “Yo, el lápiz: mi árbol genealógico”, narrado por
Leonard E. Read, Fundador de la Fundación para la Educación Económica, Que fue
El Primer instituto libertario moderno en los estados unidos (Wikipedia). “… si
un intercambio ente dos partes es voluntario, no se llevará a cabo a menos que
ambas crean que dicho intercambio les beneficiará […] una economía fundamentada
ante todo en el intercambio voluntario tiene en su seno el potencial necesario
para promover la prosperidad y la libertad […]el sistema de precios permite que
los individuos cooperen pacíficamente durante breves momentos, mientras que
durante el resto del tiempo cada cual se ocupa de sus propios asuntos.
El
mérito de Adam Smith consistió en reconocer que los precios que se establecían
en las transacciones voluntarias entre compradores y vendedores –para abreviar,
en un mercado libre- podían coordinar la actividad de millones de personas,
buscando cada una de ellas su propio interés, de tal modo que todas se
beneficiasen…” (1980:28-31). Igualmente, se establecen las funciones que
desempeñan los precios e el sistema de mercado: “Los precios desempeñan tres
funciones en la organización de la actividad económica: primero transmiten
información; segundo, aportan el estímulo para adoptar los métodos de
producción menos costosos, y por esa razón inducen a emplear los medios de
producción menos costosos, y por esa razón inducen a emplear los recursos
disponibles para los empleos mejor remunerados; tercero, determinan quién obtiene
las distintas unidades del producto –la llamada «distribución de la renta»-.
Estas tres funciones están íntimamente relacionadas.” (33)
En
cuanto a las funciones del Estado, este avala en su totalidad, lo establecido
por Adam Smith en su libro: La Riqueza de las Naciones: “ …¿qué papel se debe
asignar al gobierno? No es fácil mejorar
la respuesta que dio Adam Smith a esta pregunta hace doscientos años […] De
acuerdo con este sistema Liberal natural, el soberano sólo tiene que atender a
tres obligaciones, que son, sin duda, de grandísima importancia, pero que se
hallan al alcance y a la comprensión de
una inteligencia corriente: primera, la obligación de proteger a la sociedad de
la violencia y de la invasión de otras sociedades independientes; segunda, la
obligación de proteger, hasta donde estos es posible, a cada uno de los
miembros de la sociedad, de la injusticia y de la opresión que puedan recibir
de otros miembros de la misma, es decir, la obligación de establecer una exacta
administración de justicia; y tercera, la obligación de realizar y conservar
determinadas obras públicas y determinadas instituciones públicas, cuya
realización y mantenimiento no pueden ser nunca de interés para un individuo en
particular o para un pequeño número de individuos, porque el beneficio de
las mismas no podrían nunca reembolsar
su gasto a ningún individuo particular o a ningún pequeño grupo de individuos,
aunque con frecuencia reembolsan con gran exceso a una gran sociedad.” (50).
Otra
de las grandes lecciones que da Friedman, es referente a las instituciones:
“Nuestra sociedad es tal como lo hacemos, Podemos modelar nuestras
instituciones. Las características físicas y humanas limitan las alternativas
de que disponemos. Pero nada nos impide, si queremos, edificar una sociedad que
se base esencialmente en la cooperación voluntaria para organizar tanto la
actividad económica como las demás actividades; una sociedad que preserve y
estimule la libertad humana, que mantenga al Estado en su sitio, haciendo que
sea nuestro servidor y no dejando que se convierta en nuestro amo.
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