La elección de Julio Mario Bergoglio, hoy
Papa Francisco, refuerza nuestra fe en la capacidad de renovación de la
Iglesia. Hombre apegado a la opción preferencial por los pobres, bien definida
y sostenida en la Doctrina Social, aunque no del todo bien ejecutada.
No
debemos exagerar la condición “tercermundista” del Santo Padre. Cierto que en
el Continente hay elevados componentes de subdesarrollo, pero también de
altísimo nivel de desarrollo hacia el Norte de América. Es el Supremo Pontífice
para los católicos del mundo entero y referencia permanente para todos los
credos religiosos. Además, Jefe de Estado con obligaciones políticas y
jurídicas importantísimas, paralelas a las pastorales.
El nombre escogido es en
honor a Francisco de Asís, inspirador y ejemplo a seguir y Francisco Javier,
uno de los fundadores de la Compañía de Jesús, peregrino y misionero, símbolo
de la enorme tarea a cumplir. Americano y jesuita.
Por estas tierras de Dios pareciera no tener
fin el proceso de deificación y mitificación de Chávez. El disimulo, la
mentira, la exagerada propaganda, la publicidad sin límite, la utilización
electorera de la previsible pero escondida coyuntura, la falta de información
veraz sobre aspectos fundamentales y otras cosas más, fatigan a la inmensa
mayoría de venezolanos que no pueden ser obligados a prestarse a las inhumanas
ceremonias que hemos presenciado de lejos.
Ningún gran demócrata en la historia ha sido
objeto de los despropósitos del régimen con Chávez. Ni expresidentes de
Venezuela, Estados Unidos o cualquier otro país del continente o del mundo.
Pero presidentes totalitarios, comunistas o
no, recordamos a unos cuantos. Kim II Sun de Norcorea, Lenin y Stalin en la
disuelta URSS, Mao en China, Ho Chi Min en Vietnam para sólo citar algunos con
épica militar y civil ganadas sobre millones de cadáveres. Sus memorias se han
disuelto en el tiempo, por aquello de que “polvo eres y en polvo te
convertirás”.
Chávez merece, aún hay tiempo, cristiana sepultura para que descanse en paz. No es justo que su imagen se manipule para ocultar la desastrosa situación del país y a las mediocridades importantizadas que asaltan el poder.
Unas palabras finales en homenaje a Simón
Alberto Consalvi. Venezolano insigne, amigo entrañable y caballero merideño de
los de antes. El patrimonio humano, cultural, periodístico, diplomático y
político del país está disminuido.
oalvarezpaz@gmail.com
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