Es así, que tanto la dinámica y el tiempo en
la Política venezolana, pasan las páginas a una velocidad transformadora y a
veces inquietante. Dentro de las alegrías y tristezas se perciben aseveraciones
de pobreza o de brillantes, pero afortunadamente para muchos entender estas
frases, son trascendental para los sectores de oposición y el mundo de
ciudadanos que afanados de pasar la hoja de la vivencia venezolana, buscan una
razonada, sabia y ecuánime figura nacional que sume y no reste intenciones de
cambio.
Convencidos estamos que los sectores de
oposición poseemos grandes figuras y
lideres reales, que contribuyeron a la democracia venezolana; sumados en
muchos la virtud, la intelectualidad, los valores y el sentido trascendental
que solo mentes estadistas pueden darle algo importante a la Venezuela
postchavez.
Sumándole estas cualidades damos forma al sentir ciudadano,
miembros o no de Partidos Políticos Venezolanos. Sin estos elementos, no se
puede ser candidato y menos Presidente de la nueva República que se plantea por
Dios y sus designios.
Del Presidente saliente por decisión divina,
aprendimos que solo por esa vía se logró
encontrar espacios importantes para aquello que no creemos en ese modelo
que representó. Lo cual indica que la gestión personal de este líder venezolano fue la base fundamental del
quiebre político ocurrido en la Patria, por tanto, nos orienta a entender que
sus fallas o sus fortalezas deberán ser tomados en cuenta por el candidato
presidencial que pronto deberá aparecer en el acontecer electoral con firmeza y
renovada visión de la unidad real que se requiere para vencer y gobernar.
Elemento fundamental es asegurar un gobierno
de amplia base; concepto instaurado por el expresidente Raúl Leoni que encierra
un mundo de elementos que como Nación, estén presentes, hoy por hoy, en el
manejo del discurso y la praxis de la actividad política. Respeto a todos los
actores por igual y no solo medidos por un porcentaje electoral, que conocemos
todos como han sido enturbiados más por factores económicos, que por los
aportes en la sumatoria política del triunfo o derrota de nuestros candidatos
electorales.
Las realidades, las actitudes y creencias, la
cultura popular de nuestros pueblos, los valores que nos adornan, y la
disposición firme de representar a todos los venezolanos deberá ser tomados en
cuenta; pero, ciertamente y básica e inicialmente a los que representan sus
estandartes de lucha democrática, del color que sean. Si no fuese así,
tendríamos que decidirnos a usar las figuras
y los antivalores que a bien usa el oficialismo venezolano a falta de
alguno que no sea el expresidente Chávez.
Sin pretender ser los albaceas de la verdad
absoluta, nuestras organizaciones en el estamento político de la oposición
venezolana encierran grandes figuras y fortalezas. Por lo que se sugiere, que no nos podemos
limitar a impulsar banderas dignas del acontecer democrático de finales de
siglo XX y XXI.
El sectarismo es la lapida de la mediocridad y lo único que nos traerá es una derrota no solo en lo electoral. Estos planteamientos seguramente abrirán el debate político, pero ciertamente no vamos a tener tiempo; lo que si pudiésemos señalar o considerar, el consenso necesario para ese candidato a respaldar tendrá que acompañarlo este compromiso nacional.
joseponschene@hotmail.com
@JosePonsB
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