Venezuela es una burla, una perpetua burla.
Lo absurdo es lo cotidiano y el despelote lo trascendental. Es poco común pasar
un día sin un sobresalto social, un atropello político, un crimen o una
imbecilidad.
Eso es el chavismo: una mueca perpetua, el
hazmerreír del universo (porque el planeta les quedó pequeño ante tanta
vergüenza).
Mi entrega para hoy se titulaba: “Chávez y su
Revolución Cartier”, pero la extravagante comparecencia de última hora de
Nicolás Maduro ayer en la noche me hizo escribir esta nota al filo de la
medianoche. Se las comparto.
Nicolás Maduro, a quien la semana pasada
comparé con el profesor Jirafales, es un rotundo imbécil. No hay otra manera de
calificarlo. Cero eufemismos. Venezuela se quiebra en pedazos y nosotros, los
venezolanos, no podemos seguir con miramientos ni insinuaciones. Maduro es un
imbécil y punto.
Debo reconocer que cuando lo cotejé con el
profesor Jirafales de la vecindad del Chavo lo hice con cierta ligereza, no
sabía el alcance de semejante aseveración. La categorización era física y
psicológica. Su carácter bobalicón, su idilio con doña Florinda Flores y su
elocuencia sosa de educador de burdel, hacen de Maduro el perfecto maestro
Longaniza de la Revolución Cartier.
Una tras otra sus alocuciones lo signan. No
puede ocultarse a sí mismo ni en Venezuela, ni en Ecuador, ni en China, ni en
ningún lado que visitó como canciller. Es su seña.
Muchos se preguntan: ¿cómo es posible que el
sátrapa lo haya seleccionado como su sucesor? Ayer quedó clarísimo. Chávez,
narcisista como es, no podía darse el lujo de buscar a alguien que pusiera en
orden su descomunal despelote y le diera sentido social o político a su rotundo
fracaso histórico. Alguien tenía que pagar los platos rotos ante sus seguidores
de su delirio pseudo revolucionario. Ese personaje es el imbécil de Maduro.
¿Quién más podría ser?
El universo está claro que lo de Chávez ha
sido una colosal burla política, una farsa nueva rica y criminal, pero el
chavismo venezolano todavía lo dudaba, vivían su espejismo a plenitud. La
escasez, los miles de muertos, el infierno carcelario, la estridente
corrupción, la ebriedad delictiva y la carnavalesca ineficiencia administrativa
no eran temas que les incumbiera. “Patria socialista o muerte” era el lema,
cualquier vaina que significase eso de “patria socialista”.
Ante la muerte, sólo un imbécil podía asumir
el rol de sucesor del despelote, sólo un engreído bobalicón. Hasta en eso
Chávez nos demostró su finísima intuición para la maldad. Maduro era el imbécil
perfecto para esta mueca revolucionaria.
¿A quién acusará el delirante y huérfano
chavismo por la inevitable caída de la Revolución Cartier? ¿A Chávez? No. A él
jamás. Inculparán a su sucesor el Jirafales Maduro y a su socio, el capo de
Radio Rochela: Diosdado Cabello.
Por cierto, la ausencia de Cabello en el
gazapo de Maduro de ayer confirma la mortal rivalidad entre ambos. Ya Maduro le
había humillado en una anterior ocasión cuando endilgo a Cabello la idiotez de
quitarle la cachucha tricolor a Capriles. Se deslindo a tiempo y acusó al
regordete ricachón disfrazado de militar por la obvia pendejada. La venganza es
dulce y ayer Cabello, consciente de la imbecilidad que suponía lo de las cinco
horas de comunicación mímica, entre muecas y balbuceos con el moribundo, se la
devolvió. Este par no deja ni dejará de sorprendernos. Su fatalidad es
inequívoca: están destinados a devastar la mueca de revolución.
Al margen de la descortesía e inexcusable
menosprecio a la mascota humana del ALBA: Evo Morales, que gastando los
recursos del necesitado y muy querido pueblo hermano de Bolivia, vino a visitar
a su convaleciente “hermano del alma” y no pudo verlo ni un minuto, me
preguntó: ¿en qué carajo estaría pensando el Jirafales Maduro cuando dijo que
había pasado 5 horas dialogando con el moribundo Chávez -con su cánula
traqueal- entre caritas, muecas, balbuceos y ojos brillantes?
La apoteosis de la imbecilidad no terminó
ahí. Jirafales, además, aseguró que la discusión, a base de mímica y notitas,
había versado sobre temas económicos. ¿Se imaginan esa opera bufa? ¿El Ministro
de Energía, el Vice-presidente, el Ministro de Ciencia y cualquier otro
monigote que haya estado ahí, haciendo gesticulaciones ridículas para definir
el destino económico del país?
¡Coño, para coger palco!
Si de aquella falacia existiese un videíto,
una pequeña muestra visual, este sería sin duda el vladivideo letal del
chavismo, la burla más sonora y desternillante de todos los tiempos en
Latinoamérica.
La majestad apocada de Maduro lleva dos meses
narrándonos sus alucinaciones en la intimidad con Chávez: moretón por apretón
de manos, enamoramiento visual, caminatas, trotes, energías desbordadas, firmas
rojas, azules, negras, toda clase de sandeces que dejarían mudo al mismo
Chávez, que no puede hablar. Qué casualidad que el único privilegiado testigo
ante semejantes delirios ha sido el mismo Maduro, es decir, la única prueba a
tanta imbecilidad es él.
Preguntó a Maduro tan presto a mostrar las
pruebas de vida de Chávez (fotos truncadas, firmas y alucinógenas
conversaciones): ¿estará dispuesto el usurpador a comparecer ante la Asamblea
Nacional y mostrar las muecas, contorsiones y balbuceos exactos que hizo Chávez
cuando le contó que había devaluado la moneda? ¿Podrá escenificar Maduro en
carne propia la mímica de Chávez ante el paquetazo rojo. ¿Brillaron sus ojitos
o se pusieron rojos rojitos de la arrechera? ¿Balbuceó?
El pueblo de Venezuela tiene derecho a saber
la verdad, y ya que no existe Radio Rochela, tiene derecho a disfrutar y
desternillarse de la risa viendo como un Vice-presidente y unos ministros
dialogan con un moribundo entre muecas, mímica y contorsiones caricaturescas.
Esa escena sería verdaderamente revolucionaria, al menos para una opera bufa.
La mímica revolucionaria es esencial para
confirmar la veracidad de lo que se nos ha expuesto. Una revolución que se
precie de seria, y que está dispuesta a perpetuarse, debe mostrar el
“materialismo histórico” de sus pruebas, aunque estas hayan sido 5 horas inauditas
de muecas, bailes y balbuceos. Además, hay que dignificar a la Revolución
Cartier chavista mostrando las últimas muecas de su líder, sólo así se ganará
la tan codiciada inmortalidad (del hazmerreír).
Culmino con una inevitable reflexión.
El jefe supremo, líder, padre, guía,
comandante, todopoderoso, amador, ejemplo y dueño de la Revolución Cartier
chavista es un twitter. Llegó a Venezuela hace pocos días y supuestamente está
hospitalizado porque tiene problemas respiratorios (el único twitter con traqueotomía
en la historia de la humanidad). Ese twitter además, según la imbecilidad de
Maduro, está en plena capacidad para ejercer la Presidencia de Venezuela y
resuelve el destino económico del país vía muecas y mímica con su equipo de
“alto gobierno”. Pregunto: ¿No sería más fácil que el twitter-presidente
escribiese a su menospreciado pueblo lo que está ocurriendo y le explicase,
pleno como está de sus funciones gubernamentales, el por qué no se comunica por
la vía natural, es decir la escritura?
¿Será que el twitter-presidente escogió a un
imbécil como interlocutor para toda esta ficción y ese imbécil, como lo que es,
no se ha dado cuenta? ¿Será que lo seleccionó convencido de que era su única
posibilidad, por contraste, de salvar mínimamente su imagen frente a la
historia?
Estoy seguro de que sí. Pero lo peor no es
eso, lo peor es que el único imbécil que se cree toda esta mentira, además,
quiere ser presidente.
¿Lo permitiremos?
elmichoacano@hotmail.com
@tovarr
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