miércoles, 20 de marzo de 2013

FREDDY NÚÑEZ, EL VERDADERO IRRESPETO

Será difícil que Venezuela vuelva a padecer un tóxico ambiente de manipulación tan apabullante y desolador, como el desatado desde la última aparición pública de Chávez. 
El país, comenzando por sus seguidores, estuvo  tres meses sin verlo u oírlo. 
Nicolás Maduro, sus cómplices más inmediatos, y el régimen cubano, secuestraron a Hugo Chávez. Nadie que no fuera de la más absoluta confianza de ellos pudo tener contacto con él. Cuando los estudiantes presionaron exigiendo información cierta sobre su estado, publicaron una foto que lo mostraba leyendo Granma, pretendiendo –en tiempos de photoshop- convertirla en fe de vida. 
Ha sido ese secretismo infame, distintivo de regímenes fascistas y comunistas, el que ha dado pábulo a las dudas y preguntas que se hacen los venezolanos sobre los hechos que han rodeado la muerte de Chávez, y las trapacerías cometidas en su nombre. Desde el mismo día 5 de marzo, fue evidente el empeño torvo, escabroso, de utilizar el cadáver de Chávez como escalera para trepar al poder. 
Cierto nerviosismo deben sentir Maduro y su combo al recordar que los sectores populares, los trabajadores del campo y la ciudad, siempre repetían que sus problemas no se solucionaban pues quienes rodeaban al comandante eran unos incapaces. Y son precisamente esos incapaces los que estrujando el cadáver del difunto, multiplicando las mentiras, exacerbando la cursilería y extremando el ridículo, aspiran seguir atornillados al poder. 
Al pueblo chavista se le mintió. Se le aseguró que Chávez regresaría a gobernar, se le hablo de charlas con el de cinco horas, y de repente, cuadradas ya las trapisondas para la usurpación, se informa su gravedad y muerte. 
En estos tres meses Maduro devaluó la moneda en 46%, es decir que con un billete de 100 Bsf, solo compra 54 Bsf, se agudizó la escasez, y le endosan la responsabilidad al fallecido presidente. Pero cuando Nicolás inscribe su candidatura ante el cne, entrega el programa de gobierno de Chávez, y allí no está señalada ninguna devaluación. Todo es una mezcla de farsa y cinismo.  Anuncia Maduro el embalsamamiento –práctica común de los tiranos- y ahora dice que no. ¿Era entonces mentira, o una irresponsabilidad? El atropello propagandístico copa todos los espacios y da paso a cuanto disparate  se les ocurra, desde haber convertido a Cristo y a Bolívar en un par de bolsas al lado de Chávez, hasta  inventar un atentado a Capriles por parte de quienes ellos mismos señalan como sus aliados.
La campaña de Maduro es el cadáver de Chávez, con el aspira pulsar todas las fibras de la irracionalidad, imponer un clima nacional de embotamiento que impida al ciudadano razonar, y sobre todo que le impida ver con claridad que sus  inmensas limitaciones  pueden llevar a Venezuela a un grave colapso. 
Es todo este asunto sórdido lo que constituye un verdadero irrespeto a los venezolanos, a Chávez y a su familia. Quizá sea una señal de que la providencia le ha dado al país una nueva oportunidad para acompañar a Capriles en su propuesta de cambiar y avanzar en democracia.

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