El improperio contra el “paquetazo
neoliberal” suena estridente en el discurso transmitido por los medio
oficiales. Se ataca a alguien, no se sabe muy bien a quién, pero se ataca no se
sabe a que “paquetazo”. Las “cuñas” de televisión muestran al presidente y sus
bondades, como si el presidente se estuviese reeligiendo. Se entremezclan las
publicidades y uno no sabe, ignorante como es, de qué campaña se trata y menos
de que candidato.
Se anuncia que se recorrerá el país y se
proclama se ha “raspao” a dos vicepresidentes. Se anuncian reuniones, se
manifiestan preferencias sin manifestar preferencias, se asoman aspirantes sin
asomar aspirantes. Se juega al lenguaje fuerte, como si el lenguaje fuerte
produjese votos y no la comprensión del país existente.
Se anuncia como tranquilizante que no habrá
ruptura, que la mesa no perderá una pata, que quien sea el elegido contará con
todos. Ese tranquilizante huele a podrido, esa reiteración sólo quiere dejar
claro que el ungido de ayer no es el ungido de hoy. Estar a estas alturas
tranquilizando con esa banalidad de que habrá candidato único es un
tranquilizante banal de hoy.
Se asegura que la oligarquía prepara un
golpe. Se reitera en los alrededores del 27 de febrero, la fecha trágica del
“caracazo”. Se inventan conspiraciones, se advierte que no se puede estar
reposando mientras la derecha maquina en las profundidades oscuras de su tumba.
Se abre una cacería para tener opciones a la hora de meter a alguien preso y
reiterar que no se cede, que no habrá debilidades soltando presos, que la
fortaleza recae, como siempre, en la amenaza y en la ejecución de algunas de
ellas.
Hay una campaña electoral fantasma. Los
fantasmas están en campaña electoral. Los candidatos son fantasmas. La
situación del país es fantasmagórica. La política venezolana es un asunto de
fantasmas. Aquí se baila una danza de fantasmas.
Esto es fantasmilandia. Nadie tiene la menor
idea de cuando esta campaña fantasmal será real, de cuando será la fecha real
de la campaña, de cuando procederán los dueños del poder a someternos a otra
elección, esto es, de cuando esta campaña fantasma ratificará su condición de
fantasmal.
En el mundo de los fantasmas no hay tiempo
que apremie. Los fantasmas suelen ser burlones, irreverentes, gozones. Entre
los fantasmas siempre es tiempo de campaña electoral. Las revoluciones deben
estar siempre en permanente agitación, desafiando enemigos, amenazando con
procesos judiciales, y si no existen se inventan porque la revolución necesita
de un enemigo.
Los adversarios de la revolución viven de
elecciones. Requieren de una elección para advertirnos que el candidato será
único y para que algunos candidatos declaren que no aspiran ser candidatos. Sin
elecciones dejarían de ser fantasmas. No tienen otro tema de que ocuparse sino
de las elecciones. A un país de fantasmas lo único que le interesa son las
elecciones fantasmales. Arguyen precaución para sumirse en la elección
fantasmal, pero lo hacen repitiendo lo mismo de anteriores elecciones
fantasmales. No se ocupan de un proyecto de país, de una concepción nacional,
de una oferta competitiva. No, se ocupan de señalarse las fallas cometidas en
la elección fantasmal anterior, porque todo se reduce a práctica electoral
fantasmal.
Los muestreos de opinión se ocupan de la
elección fantasmal. Esa es su especialidad y ejercen su función, algunos con
seriedad y otros con evidente falsedad. Algunos muestran cifras impresionantes
de cuáles serán los resultados, porque en elecciones fantasmales no hay mucho a
dilucidar y menos si se entiende la verdad del país, pero automáticamente
aparece el payaso -entre los fantasmas también hay payasos- a alegar a favor de
alguno de los aspirantes y calificarlo como ‘sobrao”, no sabemos si para buscar
rima con vicepresidentes “raspaos”.
Este país es una fiesta de fantasmas. Aquí
sabemos que hay fiesta de fantasmas porque los fantasmas suelen ser ruidosos,
ocultar bajo su manto transparente fechas y estados de salud, intríngulis y
maniobrillas, mientras se lanzan en la campaña fantasmal contra adversarios
fantasmas.
Este país es irreal. Asiste a la fiesta de
los fantasmas y se hace fantasmilandia.
tlopezmel@gmail.com
@teodulolopezm
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