lunes, 11 de febrero de 2013

ROSALÍA MOROS DE BORREGALES, ¿CUÁNTO VALE LA VIDA?, CARTA DIRIGIDA AL VICEPRESIDENTE DE LA REPÚBLICA

Hoy dirijo mis palabras a Ud. Sr. Nicolás Maduro, pues en la ausencia del Presidente no quisiera que se perdieran en el olvido. Aunque nada me asegura que llegarán a sus manos y a sus oídos, le escribo porque la esperanza en el ser humano es parte fundamental de los principios de mi vida. 
Creo que algún día rendiremos cuenta de lo que hayamos hecho o dejado de hacer. Cuando se nos pase como una película cada oportunidad que tuvimos de enmendar nuestro camino y de dirigir nuestros pasos al bien, entonces no tendremos excusa. Por lo tanto, llevo al papel las palabras que están en mi corazón. Ojalá que Ud. haga el tanto que le corresponde.
Con mucha atención escuché su discurso en el acto del homenaje póstumo a Noel Rodríguez, homenaje que valoro como un acto de justicia para su memoria y para su señora madre.  La vida es el primer derecho de todo ser humano; todas las formas de arrebatarla son actos de cobardía, de violencia que minimizan al ser humano. En el derecho a la vida se fundamentan todos los demás derechos. Pues, ¿Qué aprovecha el hombre en la muerte? Pero, el derecho a la vida es igual para todos los que tienen aliento en su ser. No hay distinción entre razas, ideologías, religiones, profesiones, condición social, colores, etc. ¡Todos tenemos el derecho a la vida, y a la vida más feliz posible!
La denuncia de todos estos hechos de torturas y muertes ocurridas en diferentes épocas en nuestro país, y en diferentes escenarios de la historia de la humanidad es un acto de justicia para aquellos a quienes se les cercenó el más preciado don del ser humano, la vida.  Además, constituye una pieza fundamental en la lucha por preservarla. Por esa razón, ni Ud., ni ningún otro funcionario de su gobierno debería pensar que algún argumento podría justificar todas las muertes ocurridas en los 14 años de la revolución chavista.
Soy cristiana, y desde la perspectiva de mi fe no hay justificación para ninguna muerte, el sacrificio supremo tomó lugar en la cruz del Calvario hace más de 2.000 años. Jesucristo murió por todos, para que en Él todos tuviéramos vida. Solo que, obstinadamente, el ser humano ha perseverado en la destrucción de sus iguales; ha justificado guerras, torturas, desapariciones, toda clase de violencia y maltrato para llevar a cabo sus ideas. Pero, ninguna revolución que se erija en la muerte puede producir bien. Es como si la sangre derramada clamara desde la tierra para vengarse. ¡Vida por vida! Y consecuentemente llevara todo al caos.
Usted, Vicepresidente, tiene en sus manos una oportunidad de oro. Usted está en la posición adecuada, con los recursos a su disposición para darle el verdadero valor a la vida de cada uno de sus compatriotas.
Así como en la familia el padre es el protector, así en una nación el primero que tiene el compromiso ineludible de velar por la vida es  el presidente, y en nuestro caso, cuando la vida del  presidente batalla con la enfermedad, es a Ud. a quien corresponde este deber.  ¿Acaso, las vidas de todos los que mueren cada semana en nuestro país son menos importantes? ¿Acaso, tienen ustedes una categorización del valor de la vida?  ¿Acaso, juegan ustedes a ser Dios?  O ¿Acaso, se ha perdido en este gobierno el principio de autoridad? ¿Acaso, cada quien hace lo que quiere y el gobierno no tiene la capacidad o, la voluntad, de hacer cumplir las leyes?
Con todo el respeto, Sr. Maduro, pero ninguna explicación es válida, ningún discurso puede devolverle la alegría a tantas familias venezolanas truncadas de sus hijos en los años de revolución. Y ni hablar de aquellos que han muerto en nuestro país, lejos de su terruño, porque de alguna manera se sintieron atraídos por él, o se encontraban aquí cumpliendo una tarea. Sus familias jamás podrán escuchar el nombre de Venezuela sin pensar en todo el dolor de la muerte. Sin duda alguna, una terrible carta de presentación para nosotros. Una cara sucia y cruel que no representa la esencia del venezolano.
Recuerde que al que más se le da, más se le exigirá y, Ud. Vicepresidente, está en una posición de liderazgo, de poder, conviértala en una posición de acción para el bien. Mientras decide, recuerde también que el mundo gira e inexorablemente todos, algún día, tendremos que rendir cuentas de nuestro proceder. Mientras tanto, en la justicia del hombre que favorece a un hermano y desprecia a otro, allí no obra la justicia de Dios.
Me despido con las palabras del sabio:
"El que guarda el mandamiento no conocerá el mal; el corazón del sabio discierne cuándo y cómo cumplirlo. Porque para todo lo que quieras hay un tiempo y un cómo, aunque el gran mal que pesa sobre el hombre es no saber lo que ha de ocurrir; y el cuándo haya de ocurrir, ¿quién se lo va a anunciar?
No hay hombre que tenga potestad sobre el aliento de vida para poder conservarlo, ni potestad sobre el día de la muerte. Y no valen armas en tal guerra, ni la maldad librará al malvado.
Todo esto he visto, y he puesto mi corazón en todo lo que se hace debajo del sol, cuando el hombre se enseñorea del hombre para hacerle mal".
Eclesiastés 8:5-9
rosymoros@gmail.com
@RosaliaMorosB

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