miércoles, 6 de febrero de 2013

MARTHA COLMENARES, LA OBSESIÓN DE APACIGUAR


Hace 80 años, un 30 de enero de 1933, Adolf Hiltler se convirtió en el nuevo Canciller Imperial del Reich (Reichskanzler)
Hace 80 años, un 30 de enero de 1933, Adolf Hiltler se convirtió  en el nuevo Canciller Imperial del Reich (Reichskanzler). Estuvo equivocado el presidente alemán Paul von Hindenburg al creer que con este nombramiento como canciller  lograría fortalecer su gobierno  y además, aplacar la violencia en las calles protagonizada por la gente de Hitler, las del Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (partido nazi). Se llevó un buen chasco pues vino Hitler y se burló de las negociaciones incluso se burló de los industriales y empresarios involucrados, no cumplió con nada de lo que se había comprometido. Se puede decir que es un antecedente del bobolonguerismo con Hitler, es de decir, de la obsesión de apaciguar.
Ya luego  será la experiencia de Inglaterra con Hitler en la Segunda Guerra Mundial el ejemplo de las nefastas consecuencias que tiene la estrategia del “appeasement”, como se le llama en inglés.
En nuestros días, una  lección no aprendida para nada.
¿Qué es apaciguar?
Es cuando en vez de no transigir se cede con la esperanza de que el otro se quede tranquilo.  El problema de ceder, es que se puede interpretar como debilidad; y en vez de apaciguar, lo que hace es exacerbar las ambiciones de un abusador.
NEVILLE CHAMBERLAIN, 
Gran Bretaña evitaba la confrontación con Hitler, antes de Winston Churchill,  el político conservador británico que reclamaba “políticas de firmeza contra las agresiones de Hitler y Mussolini” a sabiendas del peligro alemán,  primer ministro  desde 1940. Destacaba el grupo de ingleses al frente del Foreign Office (Ministerio de Asuntos Exteriores). Entre ellos Samuel Hoare, John Simon, Lord Halifax, y un tipo muy fino y sofisticado, pero bobolongo, Neville Chamberlain, quien cinco años más tarde, llegaría  como primer ministro (entre 25 mayo de 1937 y 1940).
Pensaban que la política de concesiones, lo que se llamó “la obsesión de apaciguar”, lograría el desarme de Alemania y su retorno a la Sociedad de Naciones. Creían que a Hitler se le podía parar por medios distintos de la fuerza, y estaban equivocados, con Hitler no hay apaciguamiento que valga,  a final de cuentas, la fuerza que hizo falta para detenerlo fue trágica. Si la llegada  al poder significó el desequilibrio europeo,  esta política de conciliación no pudo evitar la guerra. Hitler causó la ruina moral de Alemania y llevó a la muerte a un promedio de 17 millones de personas.
Neville Chamberlain, el fue el gran culpable que la Segunda Guerra Mundial hundiera hasta más nunca a Inglaterra y el imperio, porque la verdadera guerra hubiera sido la de Hitler versus Stalin.  Hitler, por si no lo sabían, era anglófilo, él era de la opinión de que los Anglo Sajones eran los primos hermanos de los Arios alemanes, que la verdadera pelea era contra el comunismo Eslavo, contra una raza netamente, según él,  “inferior”, la Eslava.
Pero como Chamberlain era tan blandengue, en vez de poner la raya en la anexión de Austria, dejó que Hitler se cogiera la parte étnicamente Alemana de Checoslovaquia (Sudetenland), y entonces vino la conferencia de Münich, en donde Inglaterra indignada le exigía a Hitler que ya no más anexiones; y Hitler berrinchaba “Lebensraum” (espacio vital para la expansión de la raza Aria).
Pero como Chamberlain no tuvo guáramo, para tratar de tranquilizar a Hitler, lo complació con la Sudetenland.  Regresa a Londres con el papel firmado por Hitler y bajándose del avión, muy ufanado, se lo muestra al público: “Hemos conseguido la paz con honor”.  Existe el video.  Pero Hitler (correctamente) entendió la actitud de Chamberlain como debilidad.  A la postre, “The Münich Agreement and Appeasement”, en vez de pararlo, lo alentó a cogerse toda Checoslovaquia, cosa que pronto hizo.
Es suficientemente malo postergar una pelea que se tiene que dar de todas maneras cuando tu enemigo se está fortaleciendo más rápido que tú, pero en este caso fue mucho peor.  Porque cambió las reglas de juego.
Era a la Unión Soviética de Stalin a quien le correspondía naturalmente defender una posible invasión de Polonia, porque si no lo hacía, era “cuchillo para su propio pescuezo”; pero como Inglaterra fue blandengue, a la postre tuvo que trazar la raya en Polonia; y Hitler invade Polonia, y es Inglaterra, y no Stalin quien tiene que salir en su defensa.  Entonces viene Stalin, y en vez de decantarse por el lado de los ingleses, se reparte en el tratado “von Ribbentrop-Molotov” Polonia, y hasta surte de petróleo a la maquinaria de guerra Nazi.
Las consecuencias son evidentes: La obsesión de apaciguar, lo que condujo fue a que Inglaterra tuvo que soportar el grueso de la guerra contra Hitler desde el principio.
A pesar del pacto de  no agresión entre la Unión Soviética con Alemania, Estados Unidos se mantenía neutral, por eso Churchill le decía a su gabinete en tono jocoso "Bien, señores, estamos solos”, al fin y al cabo lograría la Gran Alianza a objeto de forzar la rendición de Hitler. Pero ya no había Imperio Británico, para cuando la guerra termina, se había consumido en 6 años de guerra total. Estaba devastado. 
@Marthacolmenare

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