"El vicepresidente de Venezuela, Nicolás
Maduro, y el canciller de ese país, Elías Jaua, visitaron este miércoles en La
Habana al presidente Hugo Chávez y le entregaron sendas imágenes de dos
vírgenes para "reforzar el ejército espiritual que lo está sanando".
Unos de los principios fundamentales de la
crítica histórica al menos en la perspectiva de un historiador prisionero de
guerra como Marc Bloch, es encontrar detrás de la impostura al impostor. Los
indicios a los que apunta la manipulación política y de imaginarios en
Venezuela y el mundo forman parte de una estrategia política cuyas tácticas,
han resultado eficaces, pues cómo se explica que ante la invisibilización
física de un presidente aún se sostenga políticamente un proyecto. Estamos
siendo objeto de una manipulación de masas en esa suerte de limbo entre la vida
y la muerte, en ese tercer estado que anula y desacelera cualquier acto reflejo
de defensa ante el avance de un poder impensado; la crítica se repliega y el
espacio público y hasta el privado es llenado sorpresivamente por la
providencia y por la caridad como armas de amor, de "corazón de mi
patria" como rezaba el slogan de campaña presidencial. Estas
manifestaciones de fe -de los que oran por una vuelta o por una ida, de
oficialistas y opositores- son de tan claros, difíciles de asumir pues los
ruidos de fondo y su opacidad impiden formarse una idea del conjunto y en
consecuencia de que nos estamos jugando.
Masas orando fervorosamente, panteones de las
divinas potencias en los que aparece en formación la nueva Trinidad: Bolívar,
El Che y Hugo. Detrás invisible entre los eones Fidel. Ministros y militares
que presionan a los obispos en misas, oficiales comunistas de la Habana yendo
al oficio eclesiástico para orar por la sanación del líder. Frases fidelistas
de un sutil impacto político, que de tan sueltas hacen difícil construir un
sentido para el lector común acostumbrado a ciertos juegos lógicos, a esto se
suma el lenguaje críptico de los oficialistas venezolanos que desafiaría
cualquier neorealismo mágico y cualquier estudio de semiótica cultural. En el
fondo y en la forma son banales, son malignos como diría Arendt. Y por esa
misma condición deben ser atendidos.
La situación política y de malestar cultural
que enfrentamos en Venezuela es tan inédita en mucho de sus aspectos que lejos
de desanimar al ojo crítico, debería contribuir a profundizar lo que se esconde
detrás de los hecho visibles. Una primera interrogante es casi un anatema para
quiénes se formaron leyendo las publicaciones masivas de Editorial Progreso, o
para quiénes tras catorce años de gobierno han sido modelados cual tabula rasa,
o han justado sus pensamientos y conductas a un proyecto que buscando
libertades ha generado nuevas exclusiones:
¿Pueden las vírgenes ser compatibles con la
teoría y praxis del marxismo ortodoxo?; de ahí se derivan otras- ud también
puede agregar la suya-, ¿En una
situación limite de la enfermedad "política" en donde queda la
materia como principio único que regula los sentidos de existir?; ¿Es el
socialismo del siglo XXI una nueva religión en marcha reclutando acólitos entre
los ideólogos y las masas?; ¿Tenemos militares poseídos de furor divino, de
raptos místicos? Recordemos como señala Eco dos ejemplos: que los nazis
gritaban "Gott mit uns" (Dios está con nosotros) y que los comunistas realizaron en la vida de
millones de personas la paradoja de convertir el ateísmo en religión seguida
por sonrisas y nuevos simulacros de felicidad como en la antigua Alemania del
Este o en los felices albanos.
Si algo se necesita en medio del avance de la
insignificancia que tanto temía Castoriadis, es desnudar al impostor, y eso a
riesgo de que lo fusilen como hicieron en su momento los nacional socialistas
alemanes con Marc Bloch. El pensar autónomo tiene su precio pero también su
premio.
Si estas manifestaciones de religiosidad
política siguen su curso no solo en Venezuela sino en América Latina, y el
líder se consolida como el factor único en el que se cifran las esperanzas
globales, nacionales y locales de una redención poscapitalista,
antiimperialista y desnacionalizada, de un discurso que construye ilusiones, lo
que presenciaremos pasará a la historia de la cultura política como uno de los
procesos de construcción de un imaginario totalitario.
Fuertemente internalizado en una mitad de la
población, este imaginario ya se ve en
la clonación del modelo de discurso propagado en las masas que corean a pesar
de catorce años de miserias y de ilusiones "yo soy el presidente". La
otra parte, la de la oposición aún carece de un nuevo imaginario y pareciera
andar a la derivada o cimentando su oposición en las emociones. Si esta
situación sigue así y todo se está apostando a una ida o a una vuelta del
líder, el imaginario instituyente del personalismo devenido en totalitarismo,
personificación de un estado con dones de ubicuidad terminará por imponerse en
la cotidianidad, y será muy difícil entonces desembarazarse de sus efectos. Con
toda seguridad y si mantenemos cierto humor en medio de este panorama social de
creencias desatadas, de filias y fobias, se realizará una segunda parte de
Vampiros en la Habana que podría titularse Vírgenes en la Habana, aunque no sé
si Apollinaire avalaría ese desplazamiento virginal.
luimanc@yahoo.com
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