Cuando se escriba con detalle y sin
apasionamiento la historia económica reciente de Venezuela se va a encontrar
que el año 2012 ha sido el de mayor irresponsabilidad desde el punto de vista
fiscal y monetario. Pareciera que el Ministerio de Finanzas y el BCV se
hubiesen vueltos locos imprimiendo dinero a diestra y siniestra sin ponderar
los efectos de tal acción.
Venezuela gastó en ese año electoral como nunca lo
había hecho. Se estima que el gasto alcanzó a un record de 52,0% del PIB en
tanto que el déficit fiscal del sector público trepó hasta los US$ 55.000
millones, es decir 16,0% del PIB. Ese monto no es financiable por vías
ordinarias y se tuvo, por tanto, que recurrir a un expediente peligroso: la
complicidad de las autoridades del BCV quienes prendieron la máquina de
fabricar dinero, lo que llevó a una expansión de la liquidez de más de 60,0% en
2012. No hay economía que pueda asimilar tal volumen de liquidez sin un aumento
de precios o devaluación de su moneda.
Al cerrar 2012 era claro que había una
intoxicación monetaria. La economía estaba inundada de un dinero que el público
no quería y lo empezó a drenar en forma de un gasto anticipado comprando de
todo, desde carros hasta dólares a una tasa de cambio situada por las nubes. El
antecedente de la devaluación del 8 de febrero de 2013 fue el exceso fiscal y
monetario que desde 2011 se viene registrando en Venezuela y cuyo punto
culminante fue 2012. A quienes advertimos acerca de se ritmo suicida que traía
el gasto y la liquidez desde 2011 se nos acusó de traidores y vende patria, el
estribillo de siempre para descalificar sin razonar. Llegó a tanto la
irresponsabilidad de las autoridades monetarias que tres días antes de la
devaluación del bolívar, el vicepresidente del BCV, Eudomar Tovar afirmó que no
había razones para devaluar la moneda. Los síntomas de esa intoxicación
monetaria que sufría la economía estaban a la vista del analista más ingenuo y
menos informado.
Desde septiembre la tasa de inflación se
comenzó a acelerar sostenidamente y tocó su máximo del año en diciembre de 2012
con un registro de 3,5% y un índice de escasez de 16,2%. Por su parte, el dólar
en el mercado negro era cuatro veces más caro que el que indicaba la tasa de
cambio paralela de Bs./US$ 4,30. Todo esto apuntaba a que el tipo de cambio
oficial tenía sus días contados. El espejismo llegó a niveles tales de
alucinación que el presidente del BCV declaró en diciembre de 2012 que se había
demostrado que no había correlación entre expansiones monetarias y aumentos de
precios porque la liquidez había crecido 60,0% y los precios 20,1%. Es difícil
conseguir una declaración más irresponsable que esa.
Entre tanto, Nicolás Maduro se hacía cargo,
en los hechos, de la Presidencia de la República desde comienzos de diciembre.
No pudo tener peor debut Maduro. En sus dos meses de gestión la inflación
acumulada es de 7,0% y el 8 febrero, previo al carnaval, tuvo que anunciar lo
inevitable: la devaluación, aquella medida que tanto habían negado. Pudieron
más los hechos. La de Maduro es una devaluación convencional, de esas que se
han aplicado en Venezuela desde febrero de 1983 y que consiste en devaluar el
bolívar para procurar cuadrar las cuentas fiscales, a pesar de que en esta
ocasión el precio del petróleo excede los US$ 105,0 por barril. Lo peor de todo
es que esta nueva devaluación se anuncia sin ninguna medida de apoyo en lo
fiscal o en lo monetario lo que permite presagiar una nueva devaluación en un
futuro no muy lejano. Maduro hizo todo mal. Devaluó a medias y por tanto no va
a contar con los ingresos fiscales necesarios para cerrar el déficit fiscal y
además eliminó el SITME sin diseñar un mecanismo alternativo para proveer
divisas a quienes no puedan adquirirlas por intermedio de Cadivi. No es difícil
predecir el curso alcista del dólar en el mercado paralelo.
Adicionalmente, si como el ministro Giordani
no tuviese suficiente poder. Se creó un ente dirigido por él, el llamado Órgano
Superior de Optimización del Sistema Cambiario, cuya rimbombancia hace recordar
a la Junta de Administración Cambiaria, cuando el segundo mandato de Caldera.
Tres burócratas, Giordani, Merentes y Ramírez van a determinar nada más y nada
menos cuáles son los bienes prioritarios que recibirán los dólares cuasi
regalados a Bs. 6,30. Esto anticipa situaciones de tensión entre el trío que administra
las divisas y los importadores. Hay que imaginar la lista de importadores
reclamando la prioridad para los bienes. Ya veremos las quejas y reclamos de
quienes se queden por fuera.
Pero hay más. El ministro Giordani se ha
quejado del consumismo de los venezolanos en lo relativo a la gasolina y
electricidad. Esto hace presagiar que pueden venir aumentos de esos bienes.
Quienes han estimulado el rentismo ahora, catorce años después, con el agua al
cuello, se dan cuenta de que los subsidios son costosos y que implican un
sacrificio enorme para la sociedad.
joguerra@gmail.com
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