martes, 26 de febrero de 2013

GLORIA CUENCA, IZQUIERDAS Y DERECHAS

En mi juventud, entre los revolucionarios de entonces, ser de derecha, o derechas (como les gusta a los españoles), considerábamos a esa "gente" -la de derecha- como personas nocivas para la sociedad. Nos basamos en la antigua diferenciación, salida de la Revolución Francesa: quienes se sentaban del lado derecho eran los conservadores, y la izquierda del recinto legislativo era ocupada por los cuestionadores, revoltosos y críticos. De allí surgió esta categorización que se sigue usando, desde el siglo XVIII hasta hoy, en la segunda década del siglo XXI, especialmente en países del llamado tercer mundo.
Sin embargo, no tiene ningún sentido en la actualidad esa diferenciación: el mundo demostró que no hay derechas e izquierdas, sino modernizadores y anacrónicos. Aquí entre nosotros, el Gobierno de Venezuela, por su conducta, tipificada entre fascista y comunista, por contradictorio que parezca, con pretensiones de totalitario, tilda a quien no lo acompaña en sus locuras, arbitrariedades, ilegalidades e ilegitimidades, entre otros epítetos y pretensiones de descalificación.
Muchos compatriotas asumen la terminología de "derecha" como una ofensa. En el mundo globalizado y actual, en las grandes élites intelectuales del planeta la tal clasificación ya no cumple ningún papel, pues al descubrir lo que significaba el estalinismo, horrendo y torturante, ¿es posible creer que eso es ser de izquierda o de derecha? ¿El castrismo anacrónico y adocenado es de izquierda? ¿Dónde está el criterio independiente de los cultores de la izquierda?
Al llegar al poder se les acaba el criterio independiente y tienen que aceptar lo que sea en función de "la revolución". Ocurre una especie de castración de la crítica y de cualquier movimiento o acción del que tome conciencia de los desastres, el grupete, supuestamente revolucionario, cuya única obsesión es poder y dinero, se le advierte al camarada que no ha perdido la visión todavía y el espíritu crítico, "hay que tener cuidado, no sea que al ser crítico, se vuelva uno contrarrevolucionario". Esta es una primera advertencia. Si se insiste, puede ser que se pierda el trabajo, la confianza en el camarada tal, y empiece una sutil vigilancia, que después deja de ser sutil.
¿Actuar así es de izquierda o de derecha? Perder el derecho a expresar lo que se siente y piensa, es triste. Más cuando son tus propios camaradas quienes te censuran.
Gloria Cuenca
Periodista/Prof. UCV

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