Estaba a la vista; se percibía en la mente;
casi se veía con los ojos esta grave crisis general que todos los
venezolanos --más allá de sus posiciones
políticas y de sus condiciones sociales--
que estamos padeciendo en este
presente.
Su inicio y posterior desarrollo data del garrafal error político
cometido por la mayoría que creyó triunfar en las elecciones de diciembre de
1988. Esa mayoría de aquella Venezuela, todavía democrática, una vez más en
nuestra accidentada historia se equivocó, pues pensó, 10 años después, que la
crisis general derivada de errores políticos y económicos de la década de los
años 80, tendría como solución entregar
--una vez más-- la conducción del
país a lo que prefiero llamar otro “gendarme innecesario.”
Entonces, la “Venezuela: Una ilusión de
armonía”, como en aquél tiempo titularon su estupendo libro los autores Moisés
Naím y Ramón Piñango, comenzó a perder tanto la armonía como la ilusión.
El punto crítico de inflexión data de 1993 y
tuvo lugar cuando el entonces Presidente Carlos Andrés Pérez fue destituido por
el Congreso de la República, por acción
principal de parlamentarios de su propio partido, hecho sancionado por la
entonces Corte Suprema de Justicia. En noviembre de 1998 se eligió nuevo
Congreso de la República. En estas
elecciones, los partidos democráticos encabezados por Acción Democrática
obtuvieron mayoría en las dos Cámaras. Un mes después se realizaron elecciones
presidenciales en las que venció Hugo Chávez Frías, a quien enfrentó el
candidato de los partidos democráticos
que fue Henrique Salas Römer. Chávez obtuvo el 56, 20% de los votos,
mientras Salas Römer alcanzó el 39,97%. En enero de 1999 se instaló el nuevo
Congreso Nacional en el que, en ambas Cámaras, el sector democrático tenía
amplia mayoría. El 2 de febrero, Hugo Chávez Frías se juramentó como Presidente
de Venezuela y juró “sobre esta moribunda Constitución”. Todavía no alcanzo a
entender cómo y por qué, la mayoría que era oposición no protestó ese atrevido
e insólito juramento, así como aceptó la violación de la Constitución de 1961
de convocar a consulta popular para reunir una Asamblea Constituyente, lo que
no estaba previsto en esa Constitución. Allí comenzó a aumentar la pendiente
que condujo a la crisis que hoy estamos padeciendo todos los venezolanos.
Esta crisis llama a realizar algunas
reflexiones: El exagerado poder en la tierra deriva en que, inevitablemente, se
abran abismos que, de manera inexorable, conducen a peligrosos conflictos los
cuales terminan por derribar toda opresión injusta que persiga humillar y
someter a la población de un país que se siente humillada y engañada por hechos
y conductas falsas. Este régimen pretende
someterla a condiciones abyectas de esclavitud opresiva. Por otra parte,
es necesario no olvidar que la mentira, instrumento fundamental del comunismo,
es, por su propia naturaleza, el arma que conduce a una suerte de esclavitud
disfrazada pero real; que cercena toda libertad legítima de la persona humana
con el propósito de conducirla a una disfrazada pero obligada servidumbre. Esto
responde al hecho de que toda tiranía tiende a defender el poder, la riqueza y
el dominio que ejerce el tirano. Se trata, históricamente, de algo muy antiguo: tal fue la razón por la que
Herodes trató de eliminar a Jesús niño y, para hacerlo, asesinó a cuanto niño
hubiese en Judea.
En efecto, el poder total siempre tiende a
acallar la verdad y perseguir a quienes atropella o de quienes, arbitrariamente
abusa. El comunismo, como en nada cree, no respeta la dignidad de la persona y
establece la anti-cultura de la muerte (patria, socialismo o muerte); dice
representar la causa de los más pobres y desamparados pero los utiliza,
engañados por su demagogia, al servicio de sus funestos fines de opresión,
explotación y terror. Su odio le conduce a destruir todo lo que posee el país y
que cae bajo su dominio: por eso expropia empresas de producción de todo tipo,
persigue a ciudadanos que piensan distinto, a las Iglesias de todo credo y
arruina las naciones, mientras sus gobernantes adquieren inmensas riquezas.
Los venezolanos tenemos el irrenunciable
deber de salvar a nuestra Patria de esa funesta amenaza que, por error,
inocencia o ignorancia, la hemos dejado alcanzar el inmenso poder político que
sus integrantes han adquirido. Tal tarea no se logra en medio de internas
divisiones de partidos y ciudadanos, los unos por apetencias de poder y los
otros por intereses particulares. Es cierto que los órganos opositores, en
estos catorce años, han cometido errores y algunos de ellos graves, pero la crítica
acerba y muchas veces injusta no resuelve las fallas habidas y desintegra la
unidad de partidos y ciudadanos que luchan por la libertad y la democracia. A
nada conducen, pues, tales críticas que se hacen públicas: en casos necesarios,
lo que es lógico y no daña es presentar personalmente, a las personas que
corresponda, aquellas objeciones que
puedan tenerse.
Es claro, en la actual situación en la que
nos encontramos, el gobierno comunista tratará de adelantar elecciones en caso
de comprobada imposibilidad para asumir el cargo por el Presidente electo. A mi
manera de ver, todos los partidos deben presentarse a esos comicios con una
tarjeta única, con un sólo color, que evite la dispersión y favorezca la
unidad. Pero lo que resulta fundamental es que se presione, hasta el extremo,
para realizar esas elecciones sin máquinas, en urnas como se ha hecho siempre
en el pasado, con escrutinios en las mesas de votación en presencia de
electores y, por supuesto, con un REP nuevo y elaborado con participación de
los representantes políticos de la oposición designados por los diversos
partidos.
Vivimos tiempos de gran dificultad. Las
personas de fe debemos acudir al Señor y su Santísima Madre, para pedirles
ayuda. Les copio la Consagración de Venezuela al Santísimo Sacramento. escrita
el 2 de julio de 1892 por el, después, Arzobispo de Caracas, Mons. Juan
Bautista Castro:
“Soberano
Señor del Universo y Redentor del mundo,
clementísimo Jesús, que por un prodigio inenarrable de tu caridad te has
quedado con nosotros en este Sacramento hasta el fin de los siglos, aquí
venimos a tus pies a proclamarte solemnemente y a la faz del cielo y de la
tierra, nuestro único Rey y Dominador
Santísimo, a quien consagramos, todos, afectos y servicios, y en quien
ponemos todas nuestras esperanzas.
Tu eres nuestro Dios, y no tendremos otro
alguno delante de Ti: en tus manos ponemos nuestra vida, y con ella los
destinos de nuestra Patria. Mucho te hemos ofendido, y como el hijo pródigo
hemos disipado en los desórdenes tu herencia; perdónanos, que ya volvemos con
espíritu contrito a tu casa y a tus brazos. Recíbenos, Salvador nuestro,
concédenos que venga a nosotros tu Reino Eucarístico. Levanta bien alto tu
trono en nuestra República, a fin de que en ella te veas glorificado por singular
manera, y sea honra nuestra, de distinción inapreciable, el llamarnos la
REPÚBLICA DEL SANTÍSIMO SACRAMENTO.
Te entregamos cuanto somos y cuanto tenemos:
cubre nuestra ofrenda con tu mirada paternal, y hazla aceptable y valiosa en tu
divina presencia. Otra vez te pedimos que nos recibas, que no nos deseches, y
que este acto de nuestro amor y de nuestra gratitud, sea repetido cada vez con
mayor fervor, de generación en generación, mientras Venezuela exista, para que
jamás la apartes de tu Sagrado Corazón.
Que así sea para nuestra vida del tiempo y
después, por los siglos de los siglos. Amén.”
ppaulbello@gmail.com
EL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA,CONTENIDO NOTICIOSO,
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Comentario: Firmar con su correo electrónico debajo del texto de su comentario para mantener contacto con usted. Los anónimos no serán aceptados. Serán borrados los comentarios que escondan publicidad spam. Los comentarios que no firmen autoría serán borrados.