Hace ya tiempo que no vivimos en democracia,
la autocracia instalada en Venezuela utilizó el sistema democrático para
alcanzar el poder y desde adentro ir destruyendo sus bases.
Lo perverso de estas nuevas formas de
dictadura, es simular jugar con reglas del juego democrático, abusar con el
ejercicio del poder, violar leyes y normas jurídicas, disimularlas con
decisiones amañadas, que sirven para colocarles el disfraz de legalidad y
terminar destruyendo el estado de derecho.
Una Nación que carezca de independencia entre
los Poderes del Estado y donde estos se encuentren al servicio de una
ideología, no es una democracia, aunque cuente con la complicidad internacional
que brinda una chequera petrolera.
La ciudadanía sufre la angustia de sentirse
abandonada, de los políticos, de los jueces, de los garantes del orden, de sus
fuerzas armadas, quienes por temor o por complacencia aparecen sosteniendo el
nuevo orden anticonstitucional.
Con la mayor caradura hablan de revolución,
para justificar una dictadura. Hablan de atender las necesidades del pueblo
para justificar políticas de regalos que proporcionan subdesarrollo, y
dependencia miserable a las dadivas gubernamentales.
Defienden una economía de centralismo
estatal, para justificar expropiaciones ilegales y la ruina de los factores
productivos, con la consecuente pérdida de fuentes de trabajo.
Hablan de solidaridad latinoamericana, para
ocultar que se compran conciencias internacionales a cambio de regalos
millonarios, que son utilizados para beneficio de otros pueblos de otras
naciones.
Enarbolan un discurso anti-imperialista, pero
disimulan con cuidado la inmensa corrupción, el desvío de los recursos del
estado, el cobro de comisiones, el enriquecimiento con divisas a título
personal, lo que permite engordar en billetes verdes, cuantiosas cuentas
bancarias en el exterior.
Las instituciones internacionales se
debilitan por alcahuetear estas situaciones, la crisis de dirigentes y
estadistas es internacional, la época de pensadores, de hombres cultos y
dignos, ha cedido el paso a una pandilla de rufianes interesados en mantenerse
en el poder o disfrutar de privilegios a como dé lugar, aunque sea nocivo para
las instituciones que representan.
Al parecer todo el mundo tiene su precio, el
estudio histórico comparativo no puede sino demostrar, la mediocridad que
gobierna gran parte de los países, que prefiere mirar hacia el otro lado para
no respirar el olor nauseabundo de ciertos regímenes.
La aplicación de las normas internacionales
tiene dos medidas según los intereses en juego, a Hondura y Paraguay se les
sanciona, pero se permiten las violaciones de los delfines del “compadre
dadivoso”, afín de imponer sus decisiones arbitrarias.
La tragedia Venezolana se acentúa, ante el
vacío partidista dejado por la ausencia del líder único. La carencia de talento
se sustituye por amenazas, atropellos y violaciones de normas y leyes.
La ausencia del “prestidigitador” preocupa a
la corte internacional que se beneficia de sus desvaríos de grandeza, que se
traducen en financiamientos de sus propias realidades.
Todo esto nos lleva al lamentable espectáculo
que están dando una serie de Jefes de Estado, que se inmiscuyen con descaro, en
la política interna venezolana, a fin de garantizar sus cuotas de ayuda
económica, con las que se ha caracterizado el estilo de gobierno de estos
últimos 14 años.
La falta de experiencia y condiciones entre
los nuevos conductores de la autocracia, convertida en triunvirato, los somete
al control extranjero que más sabe por viejo que por diablo. Él es en realidad
el que coordina las instrucciones que repiten los jefes de estado y sus
comisionados, que uno a uno reciben las líneas a seguir en su paso por la isla.
Toda una conspiración orquestada con el mayor
cinismo, con la complicidad de los dirigentes oficialistas, destinada a someter
al pueblo venezolano a la dominación extranjera.
Nuestra soberanía está en entredicho, sus
recursos se invierten en el exterior, la violencia manda en las calles
obligándonos al auto secuestro y la injerencia extranjera es pan de cada día.
Nos encontramos con un Presidente ausente de
forma indefinida, incapaz de hablar, mostrarse o vivir en su país, pero que
misteriosamente firma nombramientos, toma decisiones y aprueba medias que
benefician a los nuevos actores políticos y a sus mentores los Castro.
Una sombra misteriosa rodea al Jefe de
Estado, los informes ambiguos se suceden y acrecientan la certitud, de que más
allá solo existe la intención de ocultar la verdad.
En Venezuela se siente que perdemos nuestra
independencia, que ella se diluye con la presencia de fuerzas extrajeras que
nos controlan, con la manipulación férrea de las instituciones del estado, con
el desmantelamiento de la empresa privada que no pueden controlar.
Con las violaciones constitucionales, con la
violencia desatada y la impunidad reinante, que nos lleva a sospechar de
complicidad en las altas esferas. Con la instalación de una ficción de
democracia, donde se gobierna con el principio “lo hago porque me da la gana y
por qué tengo el poder para imponerlo”.
Todo un trágico show con participantes
“ilustres”, los presidentes de Bolivia, Evo Morales, de Nicaragua, Daniel
Ortega y de Uruguay, José Mujica. Amenizado con amenazas a la oposición,
dictámenes jurídicos inconstitucionales y al son de música de orquesta. Opera
bananera tercermundista dirigida desde la Habana, con un marco de misas y
plegarias de recién convertidos a la fe cristiana, después de haber invocado
ritos con brujos, santeros y espíritus de la sabana.
Las graves consecuencias duraran generaciones
para que desaparezcan, la barbarie, la incultura, el atraso, la violencia son
rápidos en destruir lo que se construye poco a poco con el trabajo, el
esfuerzo, con valores y con decencia. Como el tsunami que arrastra la
civilización con sus aguas incontrolables, dejando desolación, muerte y
destrucción a su paso.
Pero después de la tormenta sale el arco
iris, el de la justicia divina que selló un pacto con la humanidad, que permite
que un pueblo arrinconado contra la pared, produzca de nuevo a un Bolívar, un
Gandhi, un Alcide de Gasperi, un Martin Luther King … que una vez tuvo un
sueño.. “que un día los hombres se levantarán y percibirán que están hechos
para vivir unos con otros como hermanos”.
nelsoncastellano@hotmail.com
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