Todos los líderes católicos del continente
americano, inician los preparativos para realizar este mismo año una reunión
cumbre en nuestro país, a los fines de provocar un nuevo Pentecostés, una
especie de mandato misionero universal, tal como lo ordenó por primera vez
Jesucristo resucitado: “Vayan y hagan discípulos de todos los pueblos”.
Harold Copping: Sermon_de La Montaña |
Ahora
Él mismo viene a Venezuela, liderando en su espíritu una nueva evangelización
continental. Nosotros tenemos que prepararnos para recibirlo a Él y a sus
discípulos. La responsabilidad nos corresponde precisamente en este año de le
fe, convocado por el Papa Benedicto XVI, donde nuestro espíritu se pone a
prueba si somos o no somos. La verdad es que nos llegó la hora.
Debemos darle gracias a Dios por confiar en
nosotros y al mismo tiempo por ser Él tan oportuno. Posiblemente algunos nos
preguntaremos: ¿Por qué abordar este tema ahora, si todavía falta tiempo? ; Por
el contrario, aprovechémoslo porque nos ha llegado la hora. La incertidumbre
nos atropella, el temor nos acorrala desde hace rato, la anarquía descuartiza
el poder, la desconfianza hace estragos, y el mal se frota las manos pensando
que vamos a continuar por el camino del odio, la venganza y la destrucción.
¡No!, eso no será así, hemos entrado por el camino de la fe, del amor, de la
solidaridad, de la hermandad, de buscar al que está lejos y de abrazar al que
está cerca. La idea es que salgamos del templo como misioneros, liderados por
Jesús de Nazaret a conquistar la fe de nuestros pueblos, para encontrar la paz
que tanto anhelamos. No le demos tregua al maligno. La fe es nuestra arma, con
ella venceremos.
Este congreso americano misionero, el cuarto
que se prepara en el continente y que habrá de celebrarse en Maracaibo del 26
de noviembre al 1 de diciembre próximos, considera que los tiempos han cambiado
y los evangelizadores tienen que tomar en serio ese cambio. “No se trata sólo
de una época de cambio sino de un cambio de época. En este cambio la religión
sufre un desplazamiento. No desaparece pero no ocupa el lugar preponderante de
antes. Redescubrimos la diversidad cultural como una riqueza y la
interculturalidad como un reto. América como mosaico cultural exige una mayor
inculturación, una incentivación del diálogo intercultural y una evangelización
de las culturas. La Iglesia de América se dispone a dar un paso adelante en
este sentido.
En realidad nos ha llegado la hora de
anunciar con valentía la Buena Nueva y construir el Reino de Dios, horizonte de
la misión y los misioneros. Si perdemos de vista el “Ad Gentes”, es decir, la
misión universal, podemos caer en una pastoral de conservación, repetitiva y
ordinaria, sin espiritualidad e impulso misionero. Estamos llamados a superar
una vida eclesial de sólo bendiciones, agüitas, atenciones puntuales, sucesos y
eventos, para asumir y comprometernos en una pastoral de procesos y compromisos
serios y continuados. Esto nos exigirá una conversión personal, pastoral y
eclesiológica (vida de la Iglesia) para continuar la misión de Jesucristo
encarnado, muerto y resucitado para renovar esta humanidad dolorida”.
Esta es nuestra oportunidad para redescubrir
con alegría y con entusiasmo nuestra fe. Comencemos, preparémonos desde ahora a
comunicar la fe, hagamos el ensayo misionero. No pensemos como el discípulo
Tomás: “sino veo, no creo”, ni hagamos tarde el día, para que Jesús llegue a
Venezuela y nos diga: “- Porque me has visto, has creído; felices los que crean
sin haber visto”.
leninvalero1@hotmail.com
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