Bolívar tiene todavía que hacer en América.
Como
bien decía Martí en su momento, Bolívar sigue paseándose por el cielo de
América, vigilante y ceñudo, calzadas aún las botas de campaña, "porque lo
que él no dejó hecho, sin hacer está hoy; porque
Bolívar
tiene que hacer en América todavía ! ".
Bien
señala el estudioso venezolano Salcedo Bastardo, en su trabajo "Un Hombre
diáfano":
"¿Por
qué se recuerda a Simón Bolívar ? Por qué estudiarlo ? Por qué conocerlo ? Para
qué seguirlo ?
El es, sin duda, un modelo confiable para la juventud. La
grandeza de Bolívar está en que se mantiene como un erguido ejemplo de
fidelidad inconmovible a ideales supremos. Nadie lo ha sobrepasado en su
decisión categórica de darse al sacrificio por la Patria, y de morir en el
servicio a la libertad, la justicia y la democracia ".
MUNDO POLÍTICO Y
CIENCIA POLÍTICA
El
mundo de la política, en todas las épocas y latitudes, es algo tan enredado,
pastoso y multifasético -en el que se entreveran intereses, pasiones, hombres,
conflictos, ideas de todo tipo-, que resulta para la mayoría un mundo no sólo
complejo sino enigmático. Por ello, la moderna ciencia que estudia los
fenómenos de autoridad en el marco del Estado resulta para muchos una
disciplina casi adivinatoria y que requiere una iniciación para entrar en sus
santuarios. Stanisiau Andrevski asimila esta nueva ciencia social a una
brujería. Y un autor francés tan serio como Georges Burdeau, quien ha publicado
en estos
años
un Tratado de Politología en ocho volúmenes, tuvo también el humor de editar un
pequeño ensayo titulado La ciencia política en el país de las maravillas.
Pero
el encantamiento y embrujo que pueda
tener en su complejidad el mundo de la política no excluye el que pueda
intentarse válidamente sacar de él aquellas pepitas de oro de inteligibilidad,
racionalidad y lucidez que también existen en él. Y aquí se sitúa el lugar
epistemológico de la actual Ciencia política y la difícil tarea de los llamados
politólogos y analistas políticos.
UN LIBRO ÚTIL
Hay
un libro valioso, de difícil consecución, titulado Bolívar y la Democracia
Liberal Republicana, autor el abogado
José Félix Restrepo Vélez, publicado por el Fondo Editorial de la Universidad
de Manizales (Colombia) para celebrar sus 20 años. No es un estudio cualquiera.
Amerita una cuidadosa lectura y un ponderado comentario.
No
es el resultado de un aficionado, sino la consagración madura de un verdadero
maestro en la arena de lo social, lo jurídico, lo político y lo ideológico. Lo
presentamos y lo comentamos. A propósito de Bolívar, el libro se concreta al
campo socio-político e ideológico. Consulta, con mente alerta, un enorme
volumen de materiales, biografías y ensayos que
existen sobre El Libertador. Los aborda con singular seriedad y
objetividad; los digiere para el lector
con orden y claridad. Ello le permite deslindar la verdad de la apología o la
diatriba, evitando los apasionamientos que inclinan unas veces a la
mitificación o endiosamiento y otras a la mixtificación o reducción del
personaje histórico estudiado. Asume para su tarea un enfoque estructural, en
el que los hechos y realidades repercuten en las ideas y acciones. Va
destacando aspectos de la vida de Bolívar que permiten una mejor aproximación a
su obra y pensamiento, asumiendo acertadamente que "cuando consideramos la
posición ideológica de cualquier pensador, no podemos desvincularlo déla
realidad histórica concreta en que vivió, pues perderíamos la objetividad
analítica necesaria para una valoración adecuada"
Debemos
subrayar la forma como el autor evita las generalizaciones, precisando el tema con alguna consideración aclaratoria. O
cuando trata de procesos, señalando bien
sus correspondientes fases y períodos. Por ejemplo, cuando aborda el tema de
los "realistas" y los "patriotas" en Hispanoamérica,
precisa que no eran partidos sino grandes tendencias ideológicas, unos de
tendencia tradicionalista (pro monárquica) y otros de tendencia renovadora (pro
republicana). Asimismo usa matices que permiten comparar el centralismo
democrático de un Nariño y el federalismo aristocrático de un Torres, ambos
republicanos. La precisión de fases y
períodos permite entender mejor el Movimiento Juntista americano, así como la
independencia de la Nueva Granada.
Son
valiosos la lectura comentada y los análisis de
documentos claves de Bolívar, como son:
—
el Manifiesto de Cartagena (15 diciembre 1812), que revela su
gran
realismo político y acertado sentido pragmático;
—
la Carta de Jamaica (6 setiembre 1815);
—
el Discurso al Congreso de Angostura (15 febrero 1819);
—
la Constitución Republicana de Bolivia (12 mayo 1826),
culmen de su pensamiento como estadista y
constitucionalista;
—
la entrevista entre El Libertador y el Protector sureño José de San
Martín
(26 julio 1822).
PERFIL DE BOLÍVAR
COMO HOMBRE
Los elementos históricos que maneja el libro
permiten trazar un perfil de Bolívar como hombre, que resulta variado, rico en
matices, desconcertante y que rompe los moldes de los caudillos a los que los
pueblos suelen estar acostumbrados.
"Es
un hombre de recia personalidad, temperamento expansivo, carácter optimista,
con aptitud innata de líder y vocación de mando, voluntad de dominio, cultura
variada, magnetismo personal, presencia carismática, facilidad oratoria,
brillantez y contenidos literarios, poder de convicción, autodominio, sentido
de la realidad, poderosa imaginación, profundidad de pensamiento, gran
capacidad de análisis y de síntesis, rapidez de decisión, sentido de la
improvisación, arrojo y temeridad, planes con vastas proyecciones, visión futurista,
intuición desarrollada, vehemencia en la expresión, inagotable capacidad de
acción, memoria sorprendente, talento militar, visión política, capacidad
administrativa y de estadista, atracción por la gloria, fe en un destino
superior, pasión por la patria, sentido de la justicia y gran humanitarismo,
amor por la libertad y la igualdad; y todo lo anterior, respaldado por una
excepcional resistencia física y sometido a una inteligencia superior".
COMO IDEÓLOGO
POLÍTICO
Al intentar evaluar la vida y obra de Bolívar,
deben considerarse sus antecedentes ideológicos en el mundo y las etapas
fundamentales de la misma. En concreto, se resumen en cuatro, a saber:
1)
Su período de formación intelectual e ideológica, en el que se adhiere al
republicanismo demoliberal independentista en su lucha contra el absolutismo
monárquico colonialista;
2)
luégo, su etapa como combatiente y caudillo que alcanza la emancipación, en su
doble papel de Libertador y Presidente, o circunstancialmente Dictador;
3)
paralelamente su protagonismo como lúcido pensador, pragmático y visionario, al
que las circunstancias le exigen actuar como conductor de pueblos y creador de
repúblicas y naciones, constituyéndose en vocero de un importante sector en
Hispanoamérica y de una comunidad nacional incipiente que aspira a la
estabilidad y equilibrio entre las clases sociales;
4)
y finalmente como el ideólogo y el hombre que se siente en la obligación moral
de defender sus proyectos e ideales sociopolíticos y aun su honor, su
reputación y su gloria.
A
Bolívar se lo puede catalogar, con justeza, como liberal, progresista y
moderado, puesto que se mueve dentro de una ideología liberalprogresista y a la
vez conservadora-moderada. Cuando lo
ubicamos como liberal-progresista, nos estamos refiriendo sobre todo a sus
principios sociales. Y cuando lo
definimos como moderado o conservador, estamos tomando como referente los
sistemas políticos (p. 328). Bien lo expresó el mismo Bolívar en carta a
0'Higgins (29 agosto 1822) cuando le dice: "Chile hará muy bien si
constituye un gobierno fuerte por su estructura y liberal por sus
principios".
DEMOCRACIA LIBERAL
REPUBLICANA
Dichas
tres palabras expresan un contenido con significación precisa. Las tres
expresan un tipo de régimen político, que es también una forma de vida.
Caracteriza un complejo orgánico sociopolítico y vivencial, que trata de
realizar tres grandes anhelos, valores o ideales,
bien
formulados por Bolívar como son: "Líbertad-Igualdad- Justicia"
(Discurso
en Santafé de Bogotá, 13 enero 1815).
DEMOCRACIA
Para
Bolívar la auténtica democracia implica que la autoridad es derivada del
Pueblo, de la suprema voluntad popular. Lo afirma con frecuencia y fue siempre
su hilo conductor. "La voluntad general del Pueblo será para mí siempre la
suprema Ley " (Ante la Municipalidad de Caracas, 2 enero 1814).
"Necesitamos ser libres bajo los auspicios de leyes liberales emanadas dé la
fuente más sagrada que es la voluntad del Pueblo " (En el Congreso de
Angostura, 1º octubre 1818).
Pero
esa democracia política tiene que ser también, para Bolívar, una
democracia
social. Debe tener un contenido de
equidad y justicia social, que propenda por el mejoramiento de las mayorías,
tanto en el
plano
material, como en el de la autorrealización personal. El elemento
de
progresismo social es inherente a su concepción de democracia, ya
que
esta atañe no sólo al plano político, sino también al socioeconómico, pues es
una aproximación a la equidad como aspiración de la justicia.
LIBERAL
Bolívar
se identifica con la corriente de pensamiento opuesta al absolutismo
monárquico, al tradicionalismo, al sistema totalitario. Busca establecer un
régimen político respetuoso de un marco Constitucional y Legal, que adopta la
división de las Ramas del Poder,
que
garantiza los derechos fundamentales y la igualdad legal de los ciudadanos, que
se fundamenta legítimamente en la soberanía popular expresada a través de una
cierta representación electoral. Pero Bolívar busca un equilibrio entre el
liberalismo individualista -tan en boga en su época- y el interés colectivo, el
progresismo social.
REPUBLICANA
El liberalismo de Bolívar no es el liberalismo
idealista y romántico de muchos de sus contemporáneos, sino el atemperado por
un realismo político y el contextuado histórica y sociológicamente en nuestras endebles
e incipientes repúblicas. Por ello, propone reformas sociales (eliminación de
los títulos nobiliarios y sus privilegios, abolición de la esclavitud negra y
de la servidumbre indígena); reivindicaciones económicas (como la reforma
agraria con la entrega de tierras a los
indígenas y a los integrantes del ejército libertador); regeneración cultural y
moral (estimulando la educación popular e impulsando la vigilancia de la
moralidad pública y ciudadana); y las transformaciones políticas, con un
adecuado mecanismo electoral y sistema de representación. Todo ello lo lleva a
formular su permanente reclamo por "unidad-solidez-energía"
(Cartagena 1812), como criterio para gobernar nuestros nacientes sistemas
políticos.
Un gobierno republicano lo entiende Bolívar como
un gobierno constitucional, legítimo, justo
y liberal (Jamaica 1815), pero no "perfectamente
representativo" (como era el de EUA), ni "república aérea", apta
para europeos pero carente de realismo político e inadecuada para nuestra
situación. Debería ser un "gobierno paternal",
de
tendencia humanitaria y de contenido social. Hoy diríamos, un Estado social de derecho con un Ejecutivo
fuerte y efectiva justicia social. Esta ideología política le acarreó a Bolívar
muchas incomprensiones y enemistades, que provenían aun de independentistas que
también se llamaban republicanos.
¿CESARISMO
BONAPARTISTA?
Es
espinoso el tema del supuesto cesarismo democrático o jacobinismo criollo o
bonapartismo o monarquía republicana o presidencia imperial que contemporáneos
suyos y posteriores autores (como Mitre, Madariaga, Masur) le han querido
achacar a Bolívar.
Más
que sobre prácticas suyas en las que tuvo que actuar con autoridad y energía o
asumir transitoriamente, por fuerza de las circunstancias anárquicas, un papel
de Dictador constitucional (según el antiguo modelo romano), los críticos se
basan sobre el proyecto político consignado en la Constitución Boliviana y más
en concreto sobre la propuesta de una Presidencia vitalicia con cooptación, que
ciertamente representaba el riesgo del monopolio del poder por un determinado
sector, ya fuera este una corriente política, un grupo alrededor de Bolívar o
un estamento determinado.
Bolívar
quería era algo nuevo, algo adaptado a las
condiciones particulares de América meridional. Algo que no podía ser ni el
retorno al monarquismo depuesto ni un liberalismo ilimitado, siguiendo el
modelo del Presidencialismo norteamericano o el del Parlamentarismo británico.
Tenía que ser un término medio, algo que se moviera entre las anarquías
demagógicas (a las que son proclives nuestros pueblos) y las tiranías monócratas (a las que tienden los mecanismos
de poder en una pendiente maquiavélica). No se trataba de lo mejor idealmente,
sino de lo que fuera más asequible y adaptado a nuestra condición. La propuesta
era, pues, la de una democracia
temperada, con un gobierno estable, fuerte y permanente, que asegurara el logro
de un progresismo social. La profunda perspicacia política de Bolívar, conciliando
teoría y praxis libertaria, y escrutando la realidad histórica
hispanoamericana, lo indujo a colocar al Ejecutivo como el eje capaz de
cohesionar las dispersas fuerzas sociales de nuestros Estados nacionales en
formación.
La
conclusión de Restrepo Vélez es inobjetable: "No compartimos el sentir de
quienes asimilan su autoridad y papel de caudillo con un cesarismo democrático,
o un bonapartismo ambicioso, o una tendencia monarquista y autocrítica, o un
anticipo de las dictaduras totalitarias modernas, o un preludio del fascismo;
estas exageradas interpretaciones parten de una consideración unilateral e insuficiente sobre la naturaleza del
Ejecutivo Bolivariano, con un exceso de simplismo reduccionista que atiende más
a la forma externa que al contenido de los principios de las instituciones
bolivarianas"
En
relación con todo lo anterior, hay quienes como Carlos Lozano y Lozano han
tildado equivocadamente a Bolívar de "maquiavélico" por una lectura
descontextuada de algunos de sus documentos (por ejemplo su Manifiesto de
Cartagena). Bien analizados todos ellos nos muestran a un Bolívar que sigue
siendo liberal (en ningún momento un
conservador
autoritario con temperamento dictatorial), pero un liberal republicano, que
sabe con realismo que una sociedad fraccionada y asediada por enemigos externos
e internos no puede dejarse anarquizar, sino que debe consolidarse con una
acción enérgica. Se trata de construir democracias fuertes y no democracias
blandengues.
Bien
lo entendió así Luis López de Meza en su
sinopsis crítica "Bolívar y la cultura Iberoamericana": "Los
pueblos deben poseer unidad, solidez, energía, disciplina y táctica; deben ser duros con el enemigo; nada de filantropía
ni de utopías liberales; el valor, la habilidad y la constancia corrigen la mala fortuna; burocracia, mala
moneda y federalismo arruinan los estados débiles; sus conciudadanos, en
general, aún no están capacitados para gobernarse; se requiere autoridad
enérgica para las horas difíciles: fuera las democracias blandengues!"
PENSAMIENTO
INTERNACIONALISTA
Una
buena parte del capítulo 8 del libro en mención está dedicado
al
pensamiento internacionalista bolivariano. Se consignan allí los
principales
lineamientos de Bolívar, identificados a través de sus
actuaciones
y concepciones, acerca de:
—
el Protectorado de la América Meridional;
—
el Demoliberalismo Republicano contra el Absolutismo Monárquico;
—
el ideal de la Confederación Hispanoamericana;
—
el Congreso Anfictíónico de Panamá; y
—
la Federación Andina (Bolivariana).
Todo
ello constituye lo que Indalecio Liévano Aguirre calificó
acertadamente
como "el Continentalismo Democrático del Libertador
".
Y
que bien leído y estudiado hace exclamar a hombres de letras como el venezolano
Uslar Pietri, que "el Libertador se anticipó extraordinariamente a su
tiempo".
http://webdelprofesor.ula.ve/cjuridicas/neirae/pdf/ensayos/20demobolivar.pdf9
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