No hay duda de que estos son tiempos en que el “culillo” azota, zarandea y somete al más pintado. Incluso, al margen de si se está adentro o afuera de la estructura gubernamental.
EL EFECTO “CULILLO”
La actitud de distintas instituciones y organizaciones nacionales, no es
distinta de lo que puede llamarse o entenderse como “culillo”. A decir del
léxico que distingue al venezolano, este término significa miedo o susto a algo
o hacia alguien. Aunque también denota inquietud, preocupación. Inclusive,
impaciencia. Como perturbación angustiosa del ánimo, induce a adoptar
comportamientos que provocan cierta desestabilización emocional. Por ello, la
organización o persona a quien le da, entra o tiene “culillo” puede desubicarse
del contexto que caracteriza su realidad por lo que tiende a ser víctima de un
perturbado entorno. Sobre todo, si dicho ambiente está cargado de la coacción
resultante de alguna decisión premeditada o alevosa elaborada por gobernantes
consumidos por el odio o el resentimiento.
Y esa angustia se vive en Venezuela toda vez que la sociedad se siente
amenazada no sólo en lo económico. Particularmente, en lo político. Y peor aún,
en lo personal. Todo sucede así por cuanto la nación está a expensa de los
atropellos e ilegalidades que cometen quienes “por ahora” detentan el poder
político. Es lo que en Ciencia Política se denomina: gobierno de “facto” lo
cual se explica por la ausencia del fundamento jurídico que debería
legitimarlo. Por tanto, toda institución, organización o individualidad cuya
opinión ponga al descubierto las injusticias del régimen, se enfrentará a
determinaciones impulsadas por la fuerza o la violencia política.
Estos gobiernos que surgen como consecuencia de una ruptura del
ordenamiento constitucional, ya sea por golpe de Estado, revolución “pacífica
pero armada” o por cualquier otro procedimiento de hecho, al margen del ordenamiento
jurídico, basan su gestión en la intimidación o en el chantaje. De ahí que la
reacción social envuelve respuestas que rayan en la censura que, por inminente
necesidad, estas instituciones, organizaciones o individuos se imponen al
advertir visos de peligro en los movimientos asumidos por el régimen en su afán
por subsistir.
No se trata de esconder una actitud valiente que se atreva a actuar de
cara a principios de dignidad. El problema surge cuando no se siente lo que se
dice ya que no se dice lo que se siente. Es precisamente lo que lleva a que el
“culillo” domine cualquier situación que ponga en riesgo la precaria libertad o
incluso la vida institucional, organizacional o personal de quien se manifieste
en contrario al proceder gubernamental.
No hay duda de que estos son tiempos en que el “culillo” azota, zarandea
y somete al más pintado. Al margen de si se está adentro o afuera. O sea,
indistintamente de la posición político-ideológica que pueda tenerse ya que el
problema deriva de la arbitraria imposición que urge al régimen en virtud del
criterio único con el cual maneja y busca controlar el ámbito nacional en todas
sus manifestaciones. Aunque de este
“culillo” no escapa quienes desde los reductos del poder, temen a verse
descubiertos por la verdad y la justicia. Sin embargo, se empeñan en actuar con
la saña y cizaña que conviene a sus írritos fallos y resoluciones tomadas a
desdén de la Constitución de la República.
Como bien lo expresó Baruch Spinoza, filósofo neerlandés, “no hay temor
que esté desprovisto de alguna esperanza, y no hay esperanza que esté
desprovista de algún temor”, como en efecto representa el anhelo popular de
reivindicar la institucionalidad democrática apostando a un desarrollo de
futuro digno. Mientras tanto, debe reconocerse que Venezuela –tristemente- no
ha dejado de ser territorio reducido por el efecto “culillo”.
VENTANA DE PAPEL
LOS CUBANOS NO SON PENDEJOS
La cruda recaída de la salud del presidente reelecto, no sólo ha
preocupado a Venezuela, dado el compromiso que significa para quienes han
utilizado la política como oficio para hacer de ella la más expedita
justificación y razón para usufructuar recursos públicos de toda especie.
Igualmente o quizás con mayor aprehensión, está el problema de Chávez el cual
ha desencajado a los cubanos quienes sólo se han interesado en seguir
aprovechándose de las dádivas petroleras que viene brindándole el gobierno
criollo en respuesta al pacto de (des)honor del dueto más representativo del
neo-socialismo del siglo XXI: la componenda entre el cuadillo de Sabaneta y el
dictador Castro Ruz.
Presos del pavor que sienten los cubanos al imaginarse un chavismo sin
Chávez, han pretendido amarrar ciertas condiciones mediante las cuales buscan
chantajear a partir del secretismo que blanden alrededor del estado de salud de
Chávez. Condiciones así les asegura seguir usurpando cuotas de poder en
Venezuela a los fines de continuar asegurándose vías de superación en materia
económica.
Tanto que, ante el mundo entero, ahora ostentan un ingreso per cápita
que los saca de los últimos lugares que ocupaba la isla en el ocaso del siglo
XX. No hay duda del interés de los cubanos en manipular la situación con nuevas
variables estratégicas a las que sólo ellos puedan acceder toda vez que saben
que están en la mitad de un proceso al que no quieren dejar de explotar por
todas las satisfacciones económicas y políticas que la relación con la
Venezuela comunista puede ofrecerle. Puede decirse que los cubanos no son nada
pendejos.
SILENCIO INACEPTABLE
El problema que suscita la coerción de un gobierno forajido que arma
cada tramoya con el propósito de conservar el poder político por el mero afán
de creer que su populismo es lo suficientemente sólido como para arraigarse por
el resto de los tiempos, ha llegado a extremos insospechados. La autocensura de
la cual se creía que sólo afectaba los medios de comunicación audiovisuales,
así como a la prensa escrita, en el caso de resistirse a las imposiciones y
encarecidos controles realizados por gente de Conatel, o de opinar en
contrario, ha alcanzado a instituciones cuya aludida autonomía la preservaría
del terrible hecho de mantenerse sometidas al silenciar sus redes de
comunicación e información.
La situación que revela la insurgencia de un gobierno facturado al margen
del derecho positivo, contrariando al Estado democrático y social de Derecho y
de Justicia, ha colocado en entredicho la posibilidad y necesidad de la
Universidad autónoma de debatir sus ideas ante realidades libres de todo
prejuicio que se anteponga a la universalidad del pensamiento.
Por consiguiente, resulta inaudito aceptar que esa Universidad que se
precia de ser crítica y democrática, en tanto que la faculta la acepción de
autonomía universitaria, tenga que verse acallada ante los procesos que elevan
su voz para dar a conocer su opinión a sabiendas que habrá de enfrentar la
manipulación mediática del régimen lo cual seguramente seguirá traduciéndose en
cercenar aún más el discurrir presupuestario que por ley le corresponde recibir
del Estado venezolano. Resulta molesto admitir la mengua del concepto de
autonomía universitaria en un plano en el que la coerción del régimen condena a
la Universidad a comportarse bajo un silencio inaceptable.
¿AHORA CARACAS SE ESCRIBE CON C
DE CUBA?
La crisis política venezolana hace que las decisiones tomadas coloquen a
Caracas tan cerca de La Habana que pareciera que la capital de este país es
ahora San Cristóbal de La Habana, como en principio se llamó la capital de
Cuba. El fundamentalismo que representa la complicidad entre Nicolás Maduro y
Diosdado Cabello, llegó al extremo de repartirse el poder político bajo los
auspicios de la dictadura cubana.
Tan flagrante violación, terminó por desmoronar el funcionamiento
republicano. La decisión del TSJ ha llevado al ex vicepresidente a ejercer un poder que no le corresponde. Al
igual como la de investir a Elías Jaua como Canciller cuando a todas luces
resulta absurdo reconocer cómo es que estando Chávez convaleciente fuera del
país, aparezca firmando en Caracas dicha orden tal como lo registra la Gaceta
Oficial Nº 40.090. Ahora hasta la bandera cubana es izada en algunas oficinas
públicas lo cual revela que la soberanía cambió de identidad. Cabe preguntarse
¿qué pasó con la autodeterminación a la que refiere la Carta Magna? ¿O es que
ahora Caracas se escribe con C de Cuba?
antoniomonagas@gmail.com
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