jueves, 26 de abril de 2012
HENRIQUE CAPRILES RADONSKI, CONTRATO SOCIAL PARA LA PROSPERIDAD DEMOCRATICA
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ELINOR MONTES ¿QUÉ HAY DETRÁS DEL CASO APONTE?
¿Es parte de la táctica para el mantenimiento del poder por la fuerza? El totalitarismo no da puntada sin dedal.
Maduro calificó en el 2004, a Eladio Aponte, junto con otros juristas del horror, como: “la cabeza de la revolución judicial”, y ahora dice que es, el "vocero oficial y máximo representante de la oposición
para todas sus marramucias…”. El cinismo de los rojos no tiene límites,mienten sin importar la evidencia en su contra.
GATO ENCERRADO |
Las preguntas de las cuarenta mil lochas son ¿Por qué los rojos procedieron contra este camarada en plena campaña electoral? El carnet firmado por Aponte ¿justifica la purga? ¿Qué hay de los que le dieron al mismo imputado la concesión sobre la urea, el puerto, etc., que no han sido tocados ni con el pétalo de una rosa? ¿Por qué lo dejaron escapar? Si lo querían preso, sólo tenían que detenerlo en el Tribunal como hicieron con la Jueza Afiuni, presa de conciencia. Total, aquí no respetan nada, porque no hay Estado de Derecho. Entonces ¿Qué hay detrás?
El caso Aponte fue acreditado por el régimen como parte del supuesto “plan”, de la oposición a fin de “desestabilizar e intentar llevar a Venezuela para una crisis política, del sistema de justicia, económica y moral”; dizque orquestado desde EEUU, al que además acusan de ser “un gobierno protector de ladrones, bandidos y narcotraficantes", cuando este régimen tiene innumerables denuncias de promover el narcotráfico, de traer a Cubazuela grupos extremistas de la ETA, Iraníes, FARC, etc., y de tener a su servicio grupos paramilitares como el Frente Bolivariano de Liberación, la Piedrita, los Tupamaros, círculos, milicias, etc., para neutralizar al contrario y defender y mantener en el poder a la jefatura, por las buenas o por las malas (lo cual no se investiga) y, en la práctica totalitaria de endilgar al contrario los propios delitos, igualmente, en aporrea se ha acusado a la oposición de tener un plan “B” a fin de desestabilizar al régimen “trayendo mercenarios del extranjero, sicarios, hampa común”, etc. El 13-04-12, la jefatura informó la creación del “Comando Antigolpe”, para neutralizar un “plan fascista” y “conspiración imperial”.
¿Será que lo de Aponte es una casualidad, o, ya estaba en el paquete de la táctica de endilgar la desestabilización a la oposición-EEUU y así justificar el mantenimiento en el poder del régimen por la fuerza mediante la provocación de una situación grave de inestabilidad?
Por cierto, ha pasado desapercibido que Aponte dijo que se había ido porque temía ser asesinado en un atraco, como tantos que ocurren en Caracas…
Lo que si está claro es que no hay justicia, que tenemos presos de conciencia y que no hay democracia.
Dada la dimensión que ha tomado la corrupción aquí, urge formar a los jóvenes sobre cómo puede ese ámbito corromper, que no hay lealtades entre delincuentes y que tarde o temprano situaciones como estas son evidenciadas.
Elinor Montes
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CARLOS R. ALVARADO GRIMÁN, LA IZQUIERDA SINIESTRA
“La esencia de la política es la lucha de
concepciones y políticas opuestas” Norberto Bobbio
En
la novela satírica los Viajes de Gulliver de Johnathan Swift los Liliputenses y
los Blefuscutenses están permanentemente en guerra por una disputa acerca de cómo
cascar los huevos hervidos. Los liliputienses sostienen que debe hacerse por el
lado más angosto, mientras que los blefuscutenses insisten que es por el lado
más grueso.
En
la Guerra Federal que baño de sangre a Venezuela el general Antonio Leocadio
Guzmán dijo “toda revolución necesita bandera, invoquemos nosotros esa idea;
porque si ellos dicen Federación, nosotros decimos Centralismo".
Cómo
en los casos antes referidos la necesidad de acaparar políticamente a las
masas, ha definido los accionares de las fuerzas políticas o grupos
antagónicos. Girondinos y jacobinos en la Francia del siglo XVIII, fascistas y
comunistas en el ámbito mundial, han sembrado sus semillas de la polarización
en beneficio de sus parcialidades políticas, como medios para cohesionar masas
y mantener o alcanzar el poder.
Las
Izquierdas y Derechas en muchos casos han mutado y aunque en teoría mantienen
diferencias ideológicas, en la práctica las líneas que las dividen, han sido
difusas; incluso han intercambiado roles. Por ejemplo los defensores de las
filosofías librecambistas sobre comercio internacional en el siglo XIX, eran
considerados de izquierda, pero hoy se les sitúa en la derecha. Las posiciones
políticas parecen obedecer más a conveniencias y estrategias del momento histórico,
dependiendo de las inclinaciones de individualidades o grupos de presión.
En
Latinoamérica una ola de gobiernos izquierdistas surgió a finales del siglo XX
y principios del siglo XXI, los cuales una vez en el poder, no han dudado en
asumir enfoques tradicionalmente atribuidos a la derecha. .
La
izquierda tradicional, ha enarbolado las banderas de la igualdad, el medio
ambiente, libertad de expresión y de defensa de las etnias indígenas, no
obstante una vez en el poder han asumido posturas endilgadas a la derecha.
En
Venezuela la casta militarista en el poder, ha desarrollado una elite de nuevos
ricos, nada igualitaria, que viven de una economía rentista, como príncipes en
palacetes, en medio de un pueblo que subsiste a la miseria y a la extrema
pobreza, además depredan y devastan extensas zonas forestales protegidas con la
explotación de minas de oro y carbón. En Bolivia el gobierno “indigenista”
arremete, acosa y persigue a las etnias autóctonas en su afán desarrollista
para construir una carretera, barriendo parte de la Amazonía, con el pretexto
de abrirse al mercado brasilero. En Ecuador está desatada una lucha a muerte
contra la libertad de expresión, periodistas han sido encarcelados y medios de
comunicación multados. .
Los
latinoamericanos debemos zafarnos de esas camisas de fuerza que encajonan el
futuro de nuestros pueblos y no ofrecen salidas válidas a nuestra eterna crisis
económica, política y social. Concienciar que no existen caminos de rosas y que
necesario es buscar senderos propios, terceras vías, que atiendan de manera
específica nuestras problemáticas. Como diría Mario Benedetti, debemos
cuidarnos de dos peligros: de la derecha cuando es diestra y de la izquierda
cuando es siniestra.
aserne2004@gmail.com
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LUIS MANUEL AGUANA, LA MORIBUNDA Y EL PECADO ORIGINAL
Todos
los que lo presenciamos el acto y teníamos edad para entender eso, recordamos
con asombro aquel momento del juramento de Ley: “Juro, ante esta moribunda
Constitución….”, ante un atónito Presidente saliente.
En ese momento estelar,
el actual Presidente, con un pasado comprobado de golpista, se hacía con el
Poder máximo de la Republica y decretaba al mismo tiempo la muerte de la
Constitución de 1961. Su promesa electoral se basó en convocar a una Asamblea
Nacional Constituyente, que al juzgar por los resultados electorales, la
mayoría de los venezolanos de ese entonces le compró. Que yo recuerde, ningún
dirigente político de los que adversaban al actual Presidente rebatió que esa
oferta electoral era engañosa ya que, de acuerdo a la Constitución de 1961, ese
dispositivo no se encontraba en el texto constitucional de ese entonces y que
de acuerdo a eso, no era posible convocar a una Asamblea Nacional
Constituyente. La Constitución de 1961 vigente tenía sus propias reglas para
ser modificada.
El
golpista de 1992 se salió con la suya y dio otro golpe pero menos sangriento. Y
aduciendo que el Poder Originario se encontraba en el pueblo que votó por una
Constituyente, una Presidente de la antigua Corte Suprema de Justicia terminó
dictaminando que si era posible pasarle por encima al texto que había jurado
defender y cuya existencia también había sido establecida por ese mismo Poder
Originario en su oportunidad. ¿Era menos legítimo el Poder Originario del
Pueblo que aprobó la Constitución de 1961 que el que eligió a Chávez en 1998?
Eso hay que preguntárselo a la Presidente de la CSJ de ese entonces. No hace
falta ser constitucionalista para dirimir la lógica de lo que vino después de
eso, pero en respeto de todos aquellos que si lo son, diré que me tomaré una
licencia de legitimidad, endosada por las clases de las materias de Derecho
recibidas de mis profesores en los respectivos postgrados que realicé en la UCV
y el IESA; y como aprendiz de brujo me atreveré a cocinar esa hierba.
La
famosa “moribunda” de 1961 en su Artículo 250, rezaba:
“Art. 250. Esta Constitución no perderá su
vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o fuere derogada por
cualquier otro medio distinto del que ella misma dispone. En tal eventualidad,
todo ciudadano, investido o no de autoridad, tendrá el deber de colaborar en el
restablecimiento de su efectiva vigencia. Serán juzgados según esta misma
Constitución y las leyes expedidas en conformidad con ella, los que aparecieren
responsables de los hechos señalados en la primera parte del inciso anterior y
asimismo los principales funcionarios de los gobiernos que se organicen
subsecuentemente, si no han contribuido a restablecer el imperio de esta
Constitución. El Congreso podrá decretar, mediante acuerdo aprobado por la
mayoría absoluta de sus miembros, la incautación de todo o parte de los bienes
de esas mismas personas y de quienes se hayan enriquecido ilícitamente al
amparo de la usurpación, para resarcir a la República de los perjuicios que se
le hayan causado.” (subrayado nuestro)
Ups…!
Parece que estamos en un problema aquí. La Constitución de 1961 FUE
efectivamente derogada por un medio distinto del que ella misma disponía. De
eso a nadie le cabe la menor duda. Un CSJ, a instancias del Poder Ejecutivo,
decidió que ya la Constitución no tendría vigencia porque se llamaría a una
Asamblea Nacional Constituyente, principal promesa electoral de Chávez. Parece
que las denuncias del señor que estuvo en el TSJ y que ahora está en Washington
cantando como loco a la DEA y al FBI, vienen desde hace mucho tiempo.
Ahora
bien, ese Artículo 250 de la “moribunda”, también dice otra cosa. De acuerdo a
éste artículo la “moribunda” no se acabó de morir en 1999 con la aprobación de
una nueva Constitución. ¿Y por qué? Porque el constituyente de 1961 cerró la
posibilidad de que muriera a través de un dispositivo de Inviolabilidad
establecido en Titulo XI – De la Inviolabilidad de la Constitución, impidiendo
que, aunque alguien le pasara por arriba, como en efecto pasó, esta no se
muriera sino por sus propios medios. Brillante, verdad? Y la cosa va más allá!
Ordena que sean juzgados todos los responsables de haberla atropellado y todos
los funcionarios de los gobiernos subsecuentes que se hayan organizado, si no
habían contribuido a restablecer el imperio de esa Constitución. Menudo lío
constitucional en el que estamos!!! Y el único gobierno subsecuente hasta ahora
adivinen de quien es!
El
Pecado Original de haber atropellado a la Constitución de 1961 aun está impune.
Y lo más interesante de todo, de acuerdo a este breve análisis de un lego como
yo, esa Constitución aún sigue vigente! La pregunta que sale después de esto no
soy yo quien la puede contestar: ¿Y qué hacemos con la Constitución de 1999 y
todas las leyes que emanaron de ella? Lo que sí puedo decir es que estamos
montados encima de una bomba cuyo detonador no se ha desactivado. Cualquier
persona, investida o no de autoridad puede reclamar la vigencia plena de la
Constitución de 1961 y actuar en consecuencia. ¿Y esto sería malo? No lo sé, a
mi modo de ver la Constitución de 1999 tiene sus grandes avances en relación a
los Derechos Humanos pero para el gobierno eso es letra muerta. En dado caso de
que se activara su vigencia plena no creo que las mejoras introducidas en 1999
no sean aceptadas por los canales previstos de reforma de la Constitución de
1961.
Al
margen de que se piense o no que la Constitución de 1999 es mejor que la de
1961, lo cierto es que su violación y derogación fue el Pecado Original de
Chávez. Creo que a estas alturas no debe quedar en la población ninguna duda de
que la oferta electoral del golpista en 1998 fue tan engañosa, al punto que
hicimos otra Constitución y comprobamos a la final que los males del país no
provenían de la "moribunda", como se le hizo creer al país en ese
entonces y que estamos en muy buena medida en peores condiciones de cuando
estaba en vigencia.
La
Constitución de 1961 le sirvió al país por casi 40 años, independientemente de
los errores. Se usó para construir una nación en democracia y destituir a un
Presidente. Todo lo que podemos decir que existe en la Venezuela moderna del
Siglo XX y que perdura en lo que va del XXI se hizo bajo el mandato de esa
Constitución. No debe haber sido tan mala entonces. La de Estados Unidos con pocas enmiendas ha durado más de
200 años. Entonces no es un problema de Constituciones.
No
quiero terminar esta nota sin dejarle esta reflexión a quienes conocen bien del
tema legal y constitucional: desde que conocemos al golpista que tenemos como
Presidente de la Republica, este no ha hecho más que violar y violentar el
Estado de Derecho y las dos Constituciones que se le han puesto al frente.
Cualquier gobierno que venga posteriormente, con el favor de Dios, necesitará
revisar todos los actos de este gobierno, desde el primero de ellos, que
implicó la derogatoria de la Constitución de 1961 y acomodar este grave
entuerto legal y constitucional. Tal vez así ni le haga falta al nuevo
Presidente de la Alternativa Democrática después del 7 de Octubre, convivir con
unos poderes venidos de ese Pecado Original y se resolverían bastantes
problemas que este golpista ha realizado con la Constitución de 1999. Quizá con
solo restituir el Estado de Derecho y la vigencia de la “moribunda” le baste.
Miren ustedes como son las vueltas del destino y cuidado si la “moribunda” le
sobrevive al final a aquel que la bautizó de esa manera infame, endosándole de
vuelta a su autor esa terrible condición…
Caracas, 23 de Abril de 2012
Blog: http://ticsddhh.blogspot.com/
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
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ANDRES URDANETA CLASE DE HISTORIA DE VENEZUELA PARA EL PRESIDENTE DE LA VENEZUELA BOLIVARIANA EN CARTA IMAGINARIA DE JOSE ANTONIO PAEZ
Esto dijo
Chávez: “Voy a quitar a Páez de mi
despacho. No voy a destruir la obra porque es de Tito Salas, pero no merece
estar en el despacho presidencial junto con Bolívar y Sucre, fue un traidor” 15 de octubre de 2006 “Nos enseñaron a admirar a Páez y a Gómez. Se
hablaba del Benemérito General Gómez…Y del León de Payara…León para la
oligarquía… grandes traidores de nuestra historia” 28 de diciembre de 2006. “No hay corrupto del tamaño de José Antonio
Páez y lo tenemos aquí en el Panteón, la oligarquía lo trajo aquí al Panteón
claro y lo sembró aquí, no debería estar aquí, desde mi punto de vista, el
traidor José Antonio Páez”
CARTA IMAGINARIA DE PAEZ
17 de
diciembre de 2006 Querido Hugo:
Es un placer
dirigirme a tí en la oportunidad de aclararte algunas situaciones que al
parecer fueron las que te obligaron a pensar en retirar mis restos del Panteón
Nacional, donde descansan en sana paz desde el 19 de abril de 1888. Hugo,
quiero saber por qué me echas esa broma a mí, tu paisano, recuérdote que nací
en Curpa, provincia de Barinas (que algún divisionista convirtió en
Portuguesa), el 13 de junio de 1790.
Yo, al igual que tú, era un pata en el
suelo, hasta analfabeta, porque no tuvimos ni el Acude de la cuarta ni mucho
menos tu Misión Robinson, pero lo que si puedes tener por seguro es que fui un
verdadero patriota, que amaba a mi país, que luchó por la libertad de los
venezolanos, por deshacernos del yugo de esos españoles que nos maltrataban y
explotaban.
Yo, Hugo, no entré en
ninguna escuela militar para que me dieran el comando de un batallón de
paracaidistas como a tí. Yo tuve que convencer a campesinos, vegueros y cuanto
bicho de uña se me presentaba para que formaran parte de mi ejército. Luego
tuve que parir recursos para vestirlos, armarlos y darle bastimentos para que
fueran a dar la vida por la Patria.
Créeme, yo hacía eso por iniciativa propia, ni conocía a Bolívar. Fue el
30 de enero de 1818, en el Hato Cañafistola, cuando, por fin, lo conocí. Él
venía de Angostura, ejecutando la Campaña del Centro, y nos pusimos de acuerdo
para la prosecución de las operaciones contra el ejército del general realista
Pablo Morillo, que nos cargaba azotaos, y debo confesarte que prácticamente
tuve que echarle pichón yo solo, incrementando mi ejército y ganándome los
méritos y el concepto de El Libertador, con quien nuevamente me reuní el 28 de
abril de 1821 para iniciar los preparativos de la Campaña de Carabobo.
Me tocó
a mi echarle pichón para incrementar mi ejército y salir de Achaguas el 10 de
mayo, y a caballo (no en aviones y helicópteros VIP, como tú viajas) para
incorporarme en San Carlos al Ejército Libertador.
Por fin, el 24 de junio del mismo año
libramos la Batalla de Carabobo, y debe ser que como yo tenía fama de bravo, me
pusieron al mando de la primera división, o sea, la que puso el pecho, conmigo
al frente. Yo no me metí asustado en museo militar alguno ni nada por el estilo
para mandar a mis lanceros…
Ah, después que ya yo había vuelto leña a los
realistas fue cuando mandaron a la segunda, dirigida por el general Manuel
Cedeño, pero sólo fue para que los rematara.
Así que Hugo, la batalla la gané fui yo y la mejor prueba de ello fue
que en ese mismo campo de batalla Bolívar me ascendió a General en Jefe, o sea,
que esa independencia que tú celebras y que disfrutas hoy, me la debes a mí,
quien fue el que se quemó el pecho peleando y arriesgó el pellejo ¿Y tú no
crees que esos son suficientes méritos para estar en el panteón? No seas mal
agradecido…
Bueno Comandante, yo
entiendo que Bolívar, como lo derrotaron en Venezuela, tuvo que huir a
Colombia, y entiendo que los colombianos lo querían mucho ya que les dirigió su
independencia, y que desde ahí mismo mandó a Sucre a liberar a Ecuador, a Perú,
a Bolivia, pero de eso a querer hacernos a todos colombianos, pues, no se lo
podíamos permitir,
¿Por qué no hizo la Gran Venezuela en vez de la Gran
Colombia? Ah no, no sé qué pepera tenía Bolívar con ellos, porque nos quería
imponer esa Gran Colombia,ah, y fíjate que hasta el Vicepresidente era el
colombiano Santander, no, que va, no nos la calamos, así que iniciamos en abril
de 1826 “La Cosiata”, y rompimos relaciones con el gobierno de Bogotá, mas no
con Bolívar, y planteamos la separación de Venezuela de la Gran Colombia. Sin
embargo, no nos separamos, y disciplinadamente obedecí a Bolívar cuando regresó
del Perú y asumió en Bogotá la Presidencia de la República, pero no, aquí los
venezolanos no nos convencíamos, nos negábamos a ser colombianos y sin
enfrentarme abiertamente a El Libertador tuvimos que desconocer la autoridad de
los órganos de Bogotá y consumar la separación de Venezuela de la Gran Colombia
a mediados del 27.
O sea Hugo, que si yo no hubiera hecho eso, hoy no hubiera
Venezuela, hoy tú serías colombiano y lo peor, tú no serías Presidente, sino un
caliche más. Entonces reconócelo, me
debes el país y tu Presidencia a mí, entonces, ¿por qué me echas esa broma? Mal
agradecido.
Otra cosa que tú me debes Hugo, es la democracia, porque yo no era
profesional universitario, pero leía mucho y conocía lo que se hacía en otros
países para gobernarlos, me dejaba asesorar y así, el 24 de marzo de 1831, fui
electo primer Presidente Constitucional de Venezuela y con mas porcentaje que
tú, por 136 votos de los 158 sufragantes surgidos de las asambleas electorales.
En este primer gobierno, me tocó organizar el Estado con medidas
administrativas en materia de impuestos, inmigración, liberalización del
crédito, educación, orden público, y asuntos internacionales.
Me tocó difícil, hasta me tocó enfrentarme al
Arzobispo de Caracas, nuestro paisano Ramón Ignacio Méndez, y enfrentar el
alzamiento de los generales José Tadeo y José Gregorio Monagas (el primero con
el pretexto loco de restituir la Gran Colombia y el otro con la locura de la
autonomía de un Estado Oriental), pues, y no tuve que meterlos presos, ni
matarlos, ni nada de eso, pude conciliar con ellos y resolver el problema.
Pues
como yo no tenía control del CNE, ni del TSJ y mucho menos de la Asamblea
Nacional, no pude reelegirme, y así en 1835 tuve que entregar el poder a José
María Vargas, como lo hace un demócrata, y no me quise perpetuar en el poder
como al parecer tú quieres hacerlo.
En
1838 fui legalmente electo para una segunda presidencia que asumí el 1 de
febrero de 1839 y me ocupé de la educación, el crédito exterior, y el mono de
deuda pública contraída por la antigua República de Colombia, y para que no
creas esa paja que te han dicho de que yo era enemigo de Bolívar, es bueno que
sepas que fui yo quien comenzó a solicitarle a Colombia la posibilidad de
retornar los restos mortales de El Libertador y ponerlos en el Panteón del cual
me quieres sacar.
Así, sin chimbear
resultados, ni infectar el REP, en enero de 1843 entregué la presidencia de la
república al general Carlos Soublette, eso como una demostración de que era un
verdadero demócrata y que no tenía ni tuve odios contra nuestro Libertador,
sólo diferencias.
Ahora, tú no eres quien para quitarme lo bailao, para
despojarme de mi lugar en la historia, y fíjate que el 13 de julio de 1867, el
Gobierno de Venezuela me expidió el título que me acreditaba como “Ilustre
Prócer de la Independencia Suramericana”.
Ahora Hugo, no se por qué tú me acusas de oligarca, de corrupto, de que
me aproveché de los dineros públicos, de veras que eres un difamador. ¿Qué
pretendías tú?, que luego de todo lo que luché en mi vida, de ser General en
Jefe, presidente de este país por tres períodos, de darle realmente la
independencia a los venezolanos y hasta luchar en la federación, ¿pretendías
que después de todo eso muriera arruinado como un perro en la calle? Pues,
tienes que entender que aquí hubo haberes militares y que se nos permitió a
todos los que nos jodimos en guerra desarrollar una pequeña fortuna.
Tú y tu
familia son el mejor ejemplo… ¿No has visto como viven ahora todos los que
salieron de allá, de tu humilde casita de la avenida Carabobo de Barinas?, ¿no
les has visto las prendas de oro en sus manos y pies, en los carros que andan,
en las casas que viven, como se visten?
Hugo, y vete tu mismo, el súper avión que te compraste, los helicópteros
VIP que encargaste, tus relojes, tus gastos en trajes y zapatos
multimillonarios, los viajes y lujosos hoteles donde llegas. Ves que eso es muy
bueno, pues, no chico, lo que es bueno pa’l pavo es bueno pa’la pava. Además,
¿que fortuna? Es que acaso tú ves que los Páez son los oligarcas de Venezuela,
no, los Páez están pelando, así como tú tienes a la gran mayoría de los
venezolanos y eso porque no les dejé real. Así que no seas injusto.
Mira cámara, no seas tampoco mal agradecido,
no te perdono que tus jala mecates hayan blasfemado el sitio donde reposaba la
casa de mi mujer Dominga Ortiz de Páez allá en la Calle Bolívar de la ciudad de
Barinas, lugar donde construyeron una plaza con mi nombre y fue erigido mi
busto, obra de un artista paisano tuyo. Pues, tus vándalos seguidores, esos
ignorantes de este país, quienes hambreados son los únicos que te pueden
seguir, dañaron el busto y pintaron mi cara en azul y también quitaron todo el
adorno de luces navideñas que había sido colocado en la misma, dejando a todos
los vecinos del sector sin Navidad, por tus ridiculeces.
Fue la única plaza en la ciudad a la cual no
se adornó y lo más ridículo fue que ahora van a cambiarle el nombre a todo lo
que te recuerde a mí, cuando la historia de Barinas es mi historia. Recuerda,
el que escupe hacia arriba le cae la saliva. No sigas sembrando odios,
pariente, tú vas a salir de esa presidencia algún día, porque el poder es
efímero, no te creas que vas a ser el nuevo Fidel de América, Venezuela no es
una isla y a tí no te quiere la mayoría de los venezolanos. Fíjate en mi, cómo después de todo lo que
hice, algunos malagradecidos me metieron preso, me sacaron del país tres veces
y tuve que ir a morir el 6 de mayo de 1873 en el olvido, lejos de la patria, en
Nueva York, allá en eso que tú llamas el imperio, en los Estados Unidos.
Cónchale, chamo y el país gastó un dineral para repatriar mis restos y
sepultarlos en el Panteón Nacional, para que, por una puntada de rabo, tú vengas
a querer borrar casi 200 años de historia. No jile. Finalmente te recomiendo
que “no le hagas a nadie lo que no te gustaría que te hagan a tí” porque vas a
terminar peor que tu pana Hussein. ¡Caracha, negro!
José Antonio Páez Misiva imaginaria del Tcnel. (GN) Jesús
González Cazorla defendiendo el papel del “Centauro de Los Llanos”.
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PACIANO JOSÉ PADRÓN VALLADARES, ESTADO DEPRAVADO
El que hoy
tenemos es un despropósito, un Estado depravado como lo evidencia una vez más
Aponte Aponte, coronel y magistrado (así, con minúscula). Si el hombre es libre
-tal como lo es por derecho propio- lo único que justifica la existencia del
Estado y su fuerza coercitiva es garantizar los Derechos Humanos de todos los
ciudadanos.
El Estado no existe para servirse a sí mismo, sino para servir a
los hombres y garantizar la igualdad, para que nadie abuse en detrimento de sus
congéneres, para hacer justicia, no para someter, humillar, cercenar las
libertades y conculcar los derechos. El artículo 3 de la Constitución reza “El
Estado tiene como fines esenciales la defensa y el desarrollo de la persona”.
El Estado depravado que hoy tenemos en Venezuela no es el que la Constitución
consagra.
Lo mejor que han tenido las
deplorables declaraciones del coronel magistrado es que -aun si decir nada que
no supiéramos- nos golpea violentamente, nos da una bofetada que despierta (y
es muy importante que despertemos) al poner de bulto sobre el tapete, de un
solo golpe, las verdades de un régimen sometido a la voluntad de un solo
hombre, del cual todo depende: él legisla, él gobierna, él mueve el brazo de la
justicia. Nada ocurre bajo el cielo de
Venezuela si no ha recibido su visto bueno; de lo contrario, su furia se
disparará contra quien será llenado de epítetos que bien conocemos.
Montesquieu -de los primeros en
resaltar la imperiosa necesidad de la separación de poderes- escribe en el
siglo XVIII: “Cuando los poderes Legislativo y Ejecutivo se hallan reunidos en
una misma persona, entonces no hay libertad, porque es de temer que hagan leyes
tiránicas para ejecutarlas del mismo modo. Así sucede también cuando el poder
Judicial no está separado del poder Legislativo y del Ejecutivo. Estando unido
al primero, el imperio sobre la vida y la libertad de los ciudadanos sería
arbitrario, por ser uno mismo el juez y el legislador y, estando unido al
segundo, sería tiránico, por cuanto gozaría el juez de la fuerza misma que un
agresor. En el Estado en que un hombre solo administrase los tres poderes, todo
se perdería enteramente”. Exactamente lo que hoy ocurre en Venezuela, ¿o no?
El militar magistrado confiesa que hay
presos políticos y que las sentencias son dictadas desde Miraflores, a través
del despacho del Vicepresidente; desenmascara sentencias tomadas “desde arriba”
y menciona casos concretos, los paracachitos, el diputado Mazuco y la juez
Afiuni, entre otros; divulga que el nuestro es hoy un narco-Estado dominado por
el “Cartel de los Soles”, corriendo el velo que muestra narco-complicidad de
militares, jueces y altos funcionarios.
Que todos los
funcionarios tengan en cuenta que constitucionalmente “El ejercicio del Poder
Público acarrea responsabilidad individual por abuso o desviación de poder o
por violación de esta Constitución o de la Ley”, de modo que el que “la orden
vino de arriba” no exculpa al transgresor”.
Que los jueces
recuerden el 254, artículo constitucional que establece la independencia del
Poder Judicial, al que se le garantiza “autonomía funcional, financiera y
administrativa”; que no olviden los jueces y magistrados que “Con la finalidad
de garantizar la imparcialidad y la independencia en el ejercicio de sus
funciones… no podrán llevar a cabo activismo político partidista, ni realizar
actividades privadas lucrativas incompatibles con su función”, ni siquiera
“podrán asociarse entre sí”. Todo esto evidencia la aberración confesada por el
militar-magistrado.
El Estado depravado debe abrir puertas
al Estado promotor, al que la Constitución estipula “como fines esenciales la
defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad”. Pa’llá
vamos, hay un camino.
Twitter:
@pacianopadron
E-Mail:
pacianopadron@gmail.com
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ASDRÚBAL AGUIAR, HA MUERTO LA REPÚBLICA
De los
crímenes oficiales que éstos confiesan habla entre dientes el pueblo llano
Y pensar que
el enfermo quien ocupa el Palacio de Miraflores se alza en armas, en 1992,
arguyendo ante sus compañeros y subalternos la corrupción que mina a las FFAA y
arropa, según él, al aparato gubernamental de entonces!
Pero desde
1999, cuando pacta un modus vivendi con el narcoterrorismo colombiano, de suyo
predica su voluntad de empantanar a la nación que lo elige gobernante y promete
refundar políticamente. Los efectos ominosos de tan perversa empresa, eso sí,
los disimula tras la andanada de improperios que dirige contra quienes tacha
como enemigos de la patria y su revolución: presos, exilados, expropiados,
destituidos, asesinados. Logra que la mirada escrutadora de la opinión voltee
hacia el ruido de sus petardos, sin escarbar a fondo. Y así corre la década y
un lustro más.
La división
que acomete con obsesa dedicación entre los venezolanos le es propicia. Mas la
mentira, el engaño, la felonía como política de Estado, en buena hora y como lo
muestra la experiencia de la historia occidental, tiene los pies de barro. No
hace falta el tino de un opositor, sino la fractura de la confianza entre los
socios de una mafia transformada en política de Estado. Basta el final
anunciado del gendarme todopoderoso -le ocurre a Hitler, a Mussolini, a Somoza,
a Pinochet, y al mismo Perón- para que sus huestes se caigan a dentelladas.
Como siempre y como también ocurre entre gente honorable -propio de las
miserias humanas- en la hora postrera de un todopoderoso y la distribución de
sus haberes entre los sucesores pretendientes, no caben miramientos o
lealtades.
Las
declaraciones dadas a la prensa, primero por el ex-Fiscal General de la
República y actual embajador en Roma, Julián Isaías Rodríguez Díaz, y luego por
el traicionado coronel y cabeza de la justicia penal venezolana, Eladio Aponte
Aponte, son desdorosas, causan asco como me lo espeta un hombre de pueblo, pero
desnudan la trama explicada y en evolución. Muestran en su crudeza el lado
mefistofélico del régimen militar y marxista que hace de Venezuela su presa
predilecta en pleno siglo XXI. Nada de lo que dicen es inédito. De los crímenes
oficiales que éstos confiesan habla entre dientes el pueblo llano, desde hace
rato. Pero ahora escandalizan pues revisten de certidumbre hechos que en el
fondo todos anhelamos fuesen meras especulaciones. E irrita el argumento cínico
de ambos, sin pudor, de la solidaridad o la obediencia debida al dictador
enfermo. De modo que, si acaso alguien muere en La Habana, antes se consuma la
muerte moral de la república.
El ex-Fiscal
dice saber desde un mes antes acerca del 11 de abril de 2002 y su trágico
desenlace. Él y el enfermo ausente comparten y departen al respecto,
acompañados de los militares "fieles" a la revolución. Optan por no
aminorar o hacer desaparecer a tiempo el riesgo conocido, con medidas jurídicas
o de alta policía oportunas. Prefieren que la vorágine tome cuerpo y concluya
en la Masacre de Miraflores. Nada valen 20 muertos y un centenar de heridos de
bala ante la urgencia de pavimentarle el piso al narco-Estado en formación. Se
explican, pues, por concordantes las declaraciones del propio Isaías y el juez
Aponte Aponte, el perdón de los pistoleros de Puente Llaguno, la injusta
condena de los comisarios, y también, probablemente, el asesinato del fiscal
Danilo Anderson, por acusador y perseguidor de los primeros.
¡Y el inefable
Aponte, ahora víctima como se dice de la misma regla de "injusticia"
con la que mide obediente a quienes estorban en el camino hacia esa V República
coludida con la criminalidad de Estado, es apenas una guinda! Pero cuesta
digerir el torrente de fetidez que brota de sus labios al confesarse ante la
DEA, despertándonos a los venezolanos de ese letargo que nos lleva incluso a
aceptar, como si nada, el asesinato de 19.000 compatriotas cada año; víctimas
-no cabe duda- de la gran cárcel de El Rodeo en que deriva todo el territorio
nacional, gobernado por "pranes" y cooperadores en el negocio más
corruptor de voluntades que conozca la Humanidad.
Si en algún
rincón de sus inconsciencias les queda algo de conciencia a estos personajes,
generales, coroneles, líderes y legisladores pro cubanos, jueces y fiscales del
horror señalados por Aponte y su amigo Walid Makled, cabeza del narcotráfico
revolucionario, mejor les vale ponerse de lado a tiempo; mientras las
generaciones del porvenir toman el encargo de reconstituir la república y
vacunarla contra la septicemia que padece. No caben opciones democráticas allí
donde las mayorías deben decidir, electoralmente, entre la ley y el crimen,
entre la virtud o el negocio gubernamental de los estupefacientes. Es una
aberración que no soporta la moral de la misma democracia.
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EL ABC DE TULIO HERNÁNDEZ, COMUNICÓLOGO, ESCRITOR Y PROMOTOR CULTURAL, ENTREVISTAS, MANUEL FELIPE SIERRA,
En
Venezuela tenemos un “Estado malandro”. Las primarias son la prueba del gran
avance que las fuerzas democráticas han logrado. Está planteado un gran
programa de reconstrucción nacional. El gobierno que se elegirá en octubre debe
despartidizar el aparato cultural, señala el profesor universitario y
columnista.
Manuel
Felipe Sierra.
El
analista considera que una victoria es posible, pero aún no es segura.
Tulio
Hernández tiene una amplia experiencia como docente en comunicación y como
promotor de actividades culturales. Además, sus columnas periodísticas
semanales dejan constancia de un agudo observador del proceso político
venezolano. Estas son sus reflexiones para los lectores de ABC de la Semana.
-
“Todo 4-F tiene su 11-A”, según opinas. El llamado “Carmonazo” del 2002 sería
tan gris y triste como el “Chavazo” de febrero de 1992.
-
Tiene sus diferencias. El “Chavazo” fue más sangriento, más golpe de estado
típico de militar gorila latinoamericano, más ataque por sorpresa con ganas de
matar al Presidente y tuvo menos participación civil. El “Carmonazo” se apoya
en una gran movilización de masas, las fuerzas militares no actúan directamente
a cañonazos y metralla, los muertos se producen en un enfrentamiento de calle
aún confuso, el Presidente de la República pudo haber negociado e impedirlo.
Pero en esencia los dos fueron operaciones para sustituir por vía de la fuerza
a un Presidente electo quebrando la Constitución.
-
Sobre los llamados “sucesos de abril” quedan muchos vacíos, pero ¿piensas que
la dirigencia opositora, en todos sus matices, tiene una valoración autocrítica
de aquellos eventos?
- No
lo sé. Buena parte de la dirigencia opositora reaccionó al comienzo con una
especie de solidaridad automática que negaba la ocurrencia de un golpe y
defendía la tesis del vacío de poder. Personalmente recibí muchas acusaciones
violentas por haber sostenido que lo que ocurrió en Puente Llaguno fue un
enfrentamiento y no una masacre y que también había muertos defensores del
chavismo. También se negaba que del lado este del enfrentamiento en Llaguno se
hubiese disparado contra quienes disparaban en el Puente y que la Policía
Metropolitana hubiese intervenido. Pero con el paso del tiempo eso se puede verificar
en muchos registros fotográficos y de video. Ahora lo que sí es cierto, es que
la dirigencia opositora del presente optó por la vía democrática y, en
consecuencia, las minorías de radicales, los que querían salidas fáciles ya
porque desconfían de la salida electoral o porque no tienen disposición y
paciencia para el trabajo político, quedaron aisladas. Es lo que Chávez, a
propósito, no quiere reconocer.
- En
10 años es evidente que la propuesta autocrática del chavismo se ha fortalecido
hasta el punto de configurar lo que tú en algunos de tus artículos denominas
como un “Estado malandro”.
- Lo
denomino “Estado malandro” para reseñar algo que genera mucha perplejidad y es
que el modo de proceder del chavismo no es democrático pero tampoco es el de
las dictaduras militares convencionales. Por ejemplo, hablando de libertad de
expresión, en las dictaduras hay censura previa ya. Los chavistas en cambio,
para controlar los medios mezclan estilos distintos de coerción: cierran unos
canales de TV pero dejan otros con vida, neutralizados con el aviso de “a ti
también te puedo cerrar”; organizan hordas de camisas rojas y van e intimidan a
otros en sus oficinas; compran radios; aprueban leyes “tenazas”; golpean a
periodistas; utilizan la cuota de publicidad del Estado para silenciar o
castigar a los que hablan. Es una forma malandra de violar la Constitución más
parecida al fujimorismo que al pérezjimenismo al que también se parece.
-
Las primarias del 12 de febrero suponen un punto de inflexión muy importante en
la estrategia de la sociedad democrática frente a la autocracia chavista,
¿piensas que ciertamente se despeja el horizonte para una victoria opositora?
-
Las primarias son la prueba del gran avance que las fuerzas democráticas han
logrado después de las dos grandes debacles. La que representó, primero, el
derrumbe del sistema de partidos sobre el que se erigió la democracia en 1958,
de la cual nos percatamos plenamente en diciembre de 1998, y la que representó,
luego, entre el 2002 y el 2003, los grandes equívocos de El “Carmonazo” y el
paro petrolero. Que se haya logrado unir a todas las fuerzas democráticas
existentes en el país, desde Bandera Roja hasta Primero Justicia, para hacer
las primarias y que hayan participado más de 3 millones de personas, es la
prueba fehaciente de la existencia de una gran convicción democrática y un
liderazgo que, con todas las dificultades y sus propias carencias, la ha sabido
conducir. Una victoria es posible, pero aún no segura porque a pesar del
desgaste del gobierno la capacidad de seducción del liderazgo carismático de
Hugo Chávez aún es muy grande.
Se necesita una transición
- El
regreso a la vigencia del Estado de Derecho, más allá de los resultados
electorales, supone un período de transición con la incorporación del mayor
número de actores políticos y sociales, ¿compartes esta tesis?
“El chavismo se ha apropiado de una buena
parte del aparato radioeléctrico”.
-
Sí. Es lo que Venezuela necesita desde hace mucho tiempo. Era lo que se
necesitaba cuando gano Pérez su segunda elección y cuando Caldera también lo
hizo por segunda vez: gobiernos de unidad nacional para salir de una crisis que
era imposible resolver sin grandes consensos. Y de alguna manera es lo que
debió haber hecho Chávez si no hubiese sido poseído por ese espíritu de
retaliación tan grande. Lo que está planteado en Venezuela es un gran programa
de reconstrucción nacional que recoja los platos rotos de la segunda etapa del
bipartidismo y las ruinas precoces –económicas pero sobre todo institucionales
y morales– del chavismo. Y un programa de reconstrucción sólo se puede hacer
con una gran voluntad política, mucho talento y gerencia y una amplia base de
apoyo popular. Si el chavismo, que tiene una fuerza tan grande no ha podido
gobernar tranquilamente el país, tampoco podrá hacer una sola de las fuerzas
que compone la unidad democrática.
-
Como comunicólogo ¿hasta dónde ha avanzado la llamada “hegemonía
comunicacional”?
- Ha
avanzado mucho. Y es una de las tres bases de sustento del régimen. Las otras
dos son el liderazgo carismático de Hugo Chávez y la red de organizaciones de
control social de base, a la manera de las misiones, dirigidas por lo cubanos.
El chavismo ha desarrollado el más grande aparato de comunicación gubernamental
que se haya conocido en América Latina. Si alguien quiere entenderlo que haga
zapping por la radio que se escucha en Caracas un domingo mientras se transmite
“Aló Presidente” y verificará que aunque no haya cadena son tantas las emisoras
rojas que transmiten el programa que da la sensación de que estamos en cadena.
El chavismo se ha apropiado de una buena parte del aparato radioeléctrico ya
por compra directa ya neutralizándolo como lo han hecho con Venevisión y
Televén. Además tiene sus propios diarios, como CCS, que es de reparto masivo y
gratuito y dispone de la actividad comunicativa del Ministerio de Cultura que
en realidad es una agencia proselitista del PSUV. Sin embargo, y aquí es bueno
hilar fino, eso no significa que la capacidad de comunicación se corresponda
con su alcance y su eficiencia para adoctrinar a la población. Los niveles de
audiencia de las televisoras rojas, como TVES y VTV, que ya no son estatales
sino de gobierno, siguen siendo muy bajos. Les pasa lo de Animal Planet, para
ver ese canal hay que ser un adorador de los animales, hay que estar
previamente ganado para compartir sus contenidos de lo contrario no tienen
atractivo alguno. Es eso lo que explica que a pesar del inmenso poderío
comunicacional, y del uso tan intenso y diario de la guerra sucia como estrategia,
el chavismo no haya crecido en su base y el porcentaje de opositores se
mantenga y en las fechas recientes crezca. Porque el discurso político de los
medios oficiales se ha vuelto confesional, de predicadores enamorados del mito
guevariano, constante promotor de la guerra, el armamentismo y el
antiimperialismo. Mientras la Nueva Trova y Carlos Puebla domine el dial
oficial hay esperanzas.
Despartidización cultural
- El
proceso chavista ha tenido un efecto demasiado significativo en el panorama
cultural, ¿cómo estamos hoy en este escenario con relación al pasado y cuáles
piensas que son los retos que se le plantean a un gobierno democrático en esta
materia?
- El
chavismo ha hecho un gran esfuerzo por tener una gran actividad cultural.
Construyó la Villa del Cine; una editorial, “El perro y la rana”, que imprime
millones de títulos y casi que los regala todos; ha sabido mantener una
producción de cine de calidad; creo una empresa productora de discos pero ha
incurrido en dos grandes errores que lesionan estos intentos. El primero, es
que traicionó su promesa inicial de hacer una gestión cultural para llevar la
cultura a la gran mayoría, porque en realidad lo que ha hecho es convertir la
institucionalidad cultural en un aparato proselitista al servicio del proyecto
político del PSUV. Y la segunda, es que ha sido una gestión improvisada, poco
profesional y muy personalista. Fíjese usted que en Venezuela no se ha hecho un
Plan Nacional de Cultura como el que, con la participación de miles de personas
no necesariamente seguidoras del Partido de los Trabajadores, le encargó Lula
en Brasil a Gilberto Gil, un ministro de Cultura de lujo, apenas entró al
gobierno. Eso es lo que explica que, una cosa fue lo que intentó hacer
Alejandro Armas, el primer presidente del CONAC, otra muy distinta Manuel
Espinoza, el segundo, y otra, más de comisario cultural rojo, la que comenzó
con Farruco Sesto, cuyos gestos más notorios han sido la censura de artistas,
el sectarismo en la asignación de recursos a instituciones, la improvisación de
acciones como la ¨Mega exposición¨ que de lo mal concebidas que fueron más
nunca se volvieron a hacer y el intento de desmantelar la institucionalidad
cultural anterior. Sólo que se encontró con un hueso muy duro de roer, José
Antonio Abreu y el Sistema Nacional de Orquestas. La evidencia del fracaso de
la gestión cultural del presente es que las políticas culturales venezolanas
son reconocidas en el exterior únicamente por un logro de la era democrática
bipartidista, el Sistema Nacional de Orquestas Infantiles y Juveniles.
-
Ahora se trataría de volver a la cultura despartidizada y libre…
- Al
gobierno que se elegirá en octubre le corresponde, primero, despartidizar el
aparato cultural y ponerlo al servicio de todos los venezolanos; segundo, convertir
las escuelas ubicadas en las poblaciones con menos recursos económicos en el
gran centro de irradiación y encuentro cultural del país; tercero, convenir un
plan de desarrollo cultural descentralizado a través de la acción conjunta
entre el ejecutivo y los gobiernos locales, no importa si estos están en manos
de las fuerzas de la Unidad Democrática o de la futura oposición, haciendo
énfasis en la cultura de paz y la convivencia; cuarto, recuperar los grandes
logros de la democracia desmantelados en estos trece años –especialmente la red
de museos, la Biblioteca Ayacucho, la editorial Monte Ávila y las compañías
nacionales de teatro y danza, desmanteladas antes–, ajustándolos a las nuevas
condiciones nacionales y mundiales; y, quinto, devolver al Teatro Teresa
Carreño y otros teatros nacionales su condición de centros culturales para
todos y no su uso de teatro para el proselitismo político del grupo en el
poder. Ah, se me olvidaba, y un amplio programa de uso de las redes digitales
para la incorporación de los más jóvenes y con menos recursos a la creación
musical, plástica y artesanal, tanto popular tradicional como latinoamericana y
universal contemporánea.
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EDDIE. A. RAMÍREZ S., ANTES Y DESPUÉS DEL 2013
¿Puede
Henrique Capriles realizar una campaña contundente antes del 7 de octubre y ganar las elecciones? ¿Puede gobernar
después de lograr la mayoría de votos?
¿Qué se debe hacer para minimizar riesgos?
Estas preguntas seguramente se las habrá planteado el joven y dinámico
candidato y su comando de campaña.
Todo
indica que sus probabilidades de triunfar son altas, gracias a su estrategia de reconciliación, dentro de un
buen programa de gobierno cuyos lineamientos fueron aprobados por amplio
consenso. El punto está en que ante un CNE parcializado que permite el abusivo
ventajismo oficial y frente a grupos violentos que dificultan el libre voto y hostigan la presencia de
testigos y recolección de las actas en
Mesas ubicadas en “territorios chavistas”, las probabilidades de triunfo pueden
disminuir. Un eventual triunfo de los rojos es poco probable, pero es posible,
y sería mortal para la democracia. Ello obliga a reducir riesgos.
A
pesar de algunas dudas, la Fuerza Armada
reconocerá el triunfo de Capriles y
quizá solo se presenten unos pocos hechos de violencia por grupos de
fanáticos. El problema no es el reconocimiento y su toma de posesión, sino la
gobernabilidad después de enero del 2013, cuando Henrique se encontrará con un
ambiente hostil en los otros Poderes del Estado. Desde luego que su triunfo
derribará algunos obstáculos, pero la tarea no será sencilla y hay que prever
que tenga el mayor apoyo político posible.
Pueden
visualizarse dos vías complementarias:1-Tender puentes y 2-Fortalecer el bloque
democrático. La primera es muy
importante y hay que navegar en ese
sentido, con un claro mensaje de que no habrá cacería de brujas y que podemos
convivir; aunque confiamos que puedan lograrse acuerdos mínimos, no todo
dependerá de la buena voluntad del equipo de Capriles.
La segunda vía sí depende totalmente del
Comando Tricolor y de la MUD. La misma implica un reconocimiento de que
desplazar a un régimen totalitario no es sencillo y por ello tiene que haber un
pacto de transición, como plantea Manuel Felipe Sierra, más allá de los
Lineamientos acordados. Un punto necesario, pero no suficiente, es la declinación de Capriles a su legítimo
derecho a la reelección. Ciertamente implica desprendimiento por parte del
candidato y de Primero Justicia, pero la situación lo amerita. Esta decisión no
solo le ganaría muchos votos, sino que le daría un entusiasta apoyo del resto
de los actores de la alternativa democrática.
Como
en botica: Agradezco que el teniente coronel me haya quitado el derecho a la
jubilación que ya tenía aprobado y que mis compañeros de Gente del Petróleo me
designaran Coordinador Nacional. Ello me ha permitido conocer, apreciar y a
veces rectificar mi opinión sobre algunos venezolanos. Uno de ellos es Pompeyo
Márquez, quien el 28 cumple 90 años de muchos aportes para construir un mejor
país, algunas equivocaciones y valientes
rectificaciones. Larga vida a Santos Yorme ¡No más prisioneros políticos, ni
exiliados!
eddiearamirez@hotmail.comEL ENVÍO A NUESTROS CORREOS AUTORIZA PUBLICACIÓN, ACTUALIDAD, VENEZUELA, OPINIÓN, NOTICIA, REPUBLICANO LIBERAL, DEMOCRACIA, LIBERAL, LIBERALISMO, LIBERTARIO, POLÍTICA, INTERNACIONAL, ELECCIONES,UNIDAD, ALTERNATIVA DEMOCRÁTICA
CAS MUDDE, POPULISMO, REFLEXIONES SOBRE UN CONCEPTO Y SU USO
En el campo de las humanidades hay muchos conceptos disputados, pero pocos se discuten en tantos niveles diferentes como el de populismo. Los estudiosos ni siquiera se ponen de acuerdo en torno a la esencia del concepto, es decir, qué tipo de cosa es. Algunos hablan del populismo como de una ideología; para otros, es un movimiento, una estrategia, un estilo... No es sorprendente que varios estudiosos rechacen totalmente el concepto. Pero, tras ese debate, existe un consenso sobre dos elementos que pueden ayudar a explicar en parte la supervivencia del concepto: el populismo trata sobre todo del pueblo, elpopulus (singular) o populi (plural); el populismo está estrechamente relacionado con la democracia (de masas).
Definir el populismo
Existe una auténtica plétora de definiciones de populismo en las distintas disciplinas de las humanidades. Aunque no es sorprendente que los economistas definan populismo de una manera muy distinta, por ejemplo, a los criminólogos, al igual que los historiadores con respecto a los sociólogos, incluso dentro de las diferentes disciplinas académicas son frecuentes definiciones muy distintas. En la ciencia política, el populismo suele definirse como estrategia política, estilo o ideología.
En la primera de esas tradiciones, la definición más influyente es la de Kurt Weyland, que entiende el populismo como “una estrategia política a través de la cual un líder personalista busca o ejerce el poder gubernamental a partir del apoyo directo, inmediato y no institucionalizado de grandes cantidades de seguidores generalmente no organizados”. El principal problema con las definiciones de populismo como estrategia política es que depende mucho de las regiones. Aunque puede definir la mayor parte de los fenómenos que normalmente se consideran populistas en América Latina, no es el caso de América del Norte o de Europa. Si el populismo norteamericano encontró muchas de sus expresiones más relevantes en movimientos sin líderes, desde el histórico movimiento populista al actual Tea Party, en Europa el populismo se expresa de forma especialmente notable dentro de partidos políticos más o menos establecidos. En resumen, esta definición es demasiado limitada.
Las definiciones de populismo como un estilo particular de comunicación política son populares en la academia y en los medios. El populismo se define sobre todo como un estilo comunicativo específico, excesivamente emocional y simplista, que busca complacer al “hombre común” usando su lenguaje. Si la definición estratégica es demasiado estrecha, la definición estilística resulta demasiado amplia. Complacer al “pueblo” haciendo demasiadas promesas y pronunciando eslóganes simplistas es sin duda válido para todos los fenómenos populistas, al menos en algunos momentos. Sin embargo, hay pocos líderes y organizaciones políticos que no usen ese estilo político, que se ha convertido en el estilo por antonomasia de los debates políticos modernos. Por ello, esta definición combina la ventaja de incluir todos los fenómenos populistas con la desventaja de no excluir a los que no son populistas.
En los últimos años, cada vez más politólogos han definido el populismo como una ideología o discurso. Aunque los detalles de las definiciones varían, casi todas comparten al menos dos componentes: una oposición fundamental entre “el pueblo” y “la élite” y el populismo está del lado del “pueblo”. Muchas definiciones destacan la importancia del “sentido común” o la “voluntad general” del pueblo, que vinculan explícita o implícitamente con una concepción rousseauniana de la democracia. En la línea del creciente consenso en este campo, propongo la siguiente definición de mínimos: “El populismo es una ideología de núcleo poroso, que considera que la sociedad está dividida en dos grupos homogéneos y antagónicos –‘el pueblo puro’ frente a ‘la élite corrupta’–, y que sostiene que la política debería ser una expresión de lavolonté générale (voluntad general) del pueblo.”
La principal virtud de esta definición es que incluye los fenómenos populistas más importantes que estudia la literatura sobre el tema, en diferentes regiones y períodos históricos, pero al mismo tiempo excluye muchos otros fenómenos políticos. Y, lo que es más importante, según esta definición el populismo se opone fundamentalmente al menos a dos elementos: el elitismo y el pluralismo. Por tanto, importantes ideologías políticas como el conservadurismo o el marxismo-leninismo quedan excluidas a causa de su elitismo, mientras que ideologías como la democracia cristiana o la socialdemocracia son excluidas por su apoyo esencial al pluralismo político.
Sin embargo, esta definición presenta al menos un problema importante: cómo establecer si el populismo es un rasgo ideológico y no simplemente una estratagema política destinada a obtener el apoyo de las masas. En otras palabras, ¿los populistas creen de verdad en su propio populismo? Es un problema importante y no resulta fácil resolverlo, ya que no podemos entrar en las mentes de los populistas ni en el círculo interno de los movimientos y partidos populistas. No obstante, no es un problema exclusivo del populismo: a menudo se ha detectado en el caso del nacionalismo (por ejemplo, en debates sobre el ex primer ministro eslovaco Vladimír Mečiar o el difunto Slobodan Milošević, presidente de la antigua Yugoslavia). Y si tenemos en cuenta las muchas concesiones que realizan los políticos profesionales, especialmente en democracias basadas en el consenso, el problema de establecer la frontera entre ideología y estrategia parece relevante para virtualmente cualquier ideología existente.
Una concisa visión general de los fenómenos populistas
La principal virtud de las definiciones de mínimos es que tienen un máximo alcance (extension), pero esta amplitud se produce a expensas de la profundidad (intension). La definición del populismo que se ha presentado aquí es válida para prácticamente todos los fenómenos populistas importantes que estudia la literatura sobre el tema, independientemente de áreas geográficas y períodos históricos. Al mismo tiempo, excluye muchos agentes políticos importantes, como el expresidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, el Partido Conservador británico, el movimiento pacifista europeo, el Congreso Nacional Indio, el movimiento antiapartheid en Sudáfrica o el Partido Demócrata en Estados Unidos.
Los primeros dos movimientos populistas de la historia identificados en la mayor parte de los estudios son los narodniki rusos y los populistas estadounidenses. Estos dos grupos, mayoritariamente carentes de líderes, emergieron en la segunda mitad del siglo XIX, y definían su lucha populista en los términos de unos campesinos puros enfrentados a una élite urbana corrupta. Pero mientras que los narodniki eran un pequeño grupo de intelectuales urbanos, que se fueron a vivir con los campesinos en atrasadas zonas rurales, los populistas estadounidenses eran campesino s locales, que se organizaban sobre todo de forma local y regional, sin una estructura fuerte o un líder poderoso.
En América Latina, en cambio, el populismo siempre ha estado vinculado a líderes poderosos (y de sexo masculino), llamados caudillos, desde el presidente mexicano Lázaro Cárdenas y el presidente brasileño Getúlio Vargas en la década de 1930, pasando por el presidente argentino Juan Perón y el político peruano Víctor Haya de la Torre en los años setenta, hasta llegar a políticos contemporáneos como el presidente ecuatoriano Rafael Correa y el presidente venezolano Hugo Chávez. Aunque estos caudillos presentan grandes diferencias en sus políticas económicas, que varían desde el socialismo hasta el neoliberalismo, y han actuado tanto desde partidos recién formados y débiles como sobre la base de partidos fuertes y establecidos mucho tiempo atrás, todos comparten una ideología populista central que corresponde a la definición anterior.
Europa no tiene una larga tradición populista. A principios del siglo XX existieron algunos movimientos populistas agrarios en Europa oriental, pero la mayoría de ellos fueron conquistados o reprimidos por regímenes autoritarios antes de que cinco décadas de comunismo borrasen la mayor parte de su legado (con algunas excepciones notables, como Bulgaria, Hungría y Polonia). Pese al impacto de la Revolución francesa, las élites dirigieron la mayor parte del proceso de democratización de Europa occidental, y la mayoría de los partidos políticos de la región fueron más elitistas que populistas durante la mayor parte del siglo XX: es el caso de la mayoría de los demócratas cristianos, socialdemócratas e incluso comunistas (exceptuando algunos pequeños partidos maoístas).
En la década de 1980 aparecieron nuevos partidos políticos, en parte como consecuencia de los nuevos movimientos sociales de los años setenta. Mientras que los partidos ecologistas usaban en ocasiones la retórica populista, nunca fue un rasgo ideológico central. En cambio, los primeros partidos de la derecha radical de la “tercera ola” eran bastante elitistas en su fase inicial, pero a mediados de los años ochenta se reinventaron y se presentaron como las más ruidosas y populares “voces del pueblo”. Actualmente, los partidos populistas de la derecha radical –que combinan populismo, autoritarismo y xenofobia– están representados en aproximadamente la cuarta parte de los países europeos y son (de manera intermitente) actores políticos importantes en unos diez países.
Los primeros partidos entraron en los parlamentos de Europa occidental en los años ochenta –es el caso del Bloque Flamenco (VB) en Bélgica y el Frente Nacional (FN) en Francia–, pero hasta los años noventa no empezaron a romper su aislamiento político y a tener un peso considerable en la política europea. La Liga Norte (LN) en Italia fue la primera en entrar en el gobierno, en 1994, y el Partido de la Libertad de Austria (FPÖ) lo hizo en 2000. Además, formaciones como el Partido Popular Danés (DFP) y el Partido por la Libertad (PVV) en Holanda son partidos cruciales en los gobiernos en minoría de sus países.
En la Europa poscomunista también han surgido partidos populistas de la derecha radical. Entre los pocos que obtuvieron buenos resultados en los años noventa se encontraban los republicanos checos (SPR-RSC) y el Partido de la Gran Rumania (PRM): ambos son (casi) insignificantes en la actualidad. Además, los turbulentos años noventa vieron la aparición de una hueste de idiosincrásicos partidos populistas (normalmente de vida breve) que se organizaban en torno a un líder dominante, como el Movimiento Popular de Letonia (con Joachim Siegerist), el Partido Popular X en Polonia (con Stanisław Tymiński) y el Movimiento por una Eslovaquia Democrática (con Vladimír Mečiar). En la actualidad el populismo adopta apariencias muy distintas en la región: desde el populismo de derecha radical de partidos como Jobbik en Hungría hasta el “populismo de centro” de Asuntos Públicos (VV) en la República Checa o el populismo de izquierda de Dirección (Smer) en Eslovaquia.
Y aunque la derecha radical es la representante de la política populista que obtiene mejores resultados en (la antigua) Europa occidental, no es la única. Existen los llamados populistas neoliberales –entre los que destacan la (ahora difunta) Lista Pim Fortuyn (LPF) y Forza Italia(FI) del ex primer ministro italiano Silvio Berlusconi–, populistas de izquierda como La Izquierda en Alemania, y un grupo creciente de partidos populistas idiosincrásicos como la Lista Dr. Martin en Austria o el Movimiento de Palikot en Polonia.
Algunas de las nuevas democracias de África y Asia también han visto un aumento de actores populistas.Aunque la mayoría encajan en el modelo latinoamericano de líderes fuertes y partidos pequeños, especialmente el derrocado líder tailandés Thaksin Shinawatra, en otros casos los líderes populistas han llegado al poder al mando de partidos que no tenían tradición populista, como el expresidente coreano Roh Moo-hyun o el actual presidente sudafricano Jacob Zuma.
Finalmente, las crisis económicas de las últimas décadas han producido muchos movimientos populistas, especialmente en América Latina. Ahora que la crisis económica ha golpeado también a los países más ricos de Norteamérica y Europa occidental, la retórica y las protestas populistas se han vuelto todavía más comunes. En ningún lugar resulta más visible que en Estados Unidos, donde los principales movimientos de derecha y de izquierda son fundamentalmente populistas. Mientras que el Tea Party se pone del lado de los “estadounidenses corrientes” en su combate central contra el “corrupto Washington”, Occupy Wall Street defiende al (buen) 99% frente al (corrupto) 1% de Estados Unidos. Incluso los movimientos inicialmente favorables a la democracia que constituyen (constituían) la llamada primavera árabe expresan fuertes sentimientos populistas.
Populismo y democracia
Uno de los aspectos más discutidos del populismo, y sin duda la razón principal del gran interés que despierta el fenómeno, es su relación con la democracia. De nuevo, las opiniones sobre el asunto presentan marcadas diferencias. La mayoría de los estudiosos, especialmente en Europa, creen que el populismo es inherentemente antidemocrático. A menudo usan terminología psicológica y lo califican de “trastorno democrático”, “patología” de la democracia o “estilo paranoico en política”.[12] Sin embargo, algunos estudiosos, especialmente en Estados Unidos, creen que el populismo es totalmente democrático, incluso la forma última de la democracia. Esas diferencias de opinión son en parte resultado de la gran variedad de definiciones empleadas en el campo, y en parte de la falta de investigación empírica. Pese a todo el debate, la relación entre populismo y democracia es generalmente más formulada que investigada. No obstante, tanto en la teoría como en la práctica, esa relación es extremadamente ambigua y compleja.
Teóricamente, el populismo no es antidemocrático; acepta la soberanía popular y el gobierno de la mayoría. Es, sin embargo, contrario a la democracia liberal: el hecho de que muchos autores empleen la palabra democracia para hablar de la democracia liberal puede explicar el predominio de las evaluaciones negativas del populismo. El populismo es esencialmente contrario a la democracia liberal porque se opone al principio del pluralismo y a la práctica de la concesión. Es una ideología monista, que considera “el pueblo” y “la élite” algo homogéneo y carente de divisiones. Por eso, se opone fundamentalmente al pluralismo y percibe los derechos de las minorías como “intereses especiales” de “la élite” que (en un mundo que funciona como un juego de suma cero) se imponen a expensas del “pueblo”. Por eso, también rechaza la política de la concesión: cree que existe una voluntad general de (todo) el pueblo, y defiende que la política puede y debería beneficiar a todo el pueblo. Además, como se basa esencialmente en una divisoria moral, dentro del populismo las concesiones significan que “los puros” son manchados por “los corruptos”, lo que produce la corrupción de “los puros”.
En la práctica, los populistas han fortalecido el sistema democrático en su país (como Morales en Bolivia) y también lo han destruido (como Fujimori en Perú). En línea con la relación teórica, los populistas tienden a apoyar y fortalecer aspectos de la soberanía popular y el gobierno de la mayoría: por ejemplo incluyendo a grupos previamente excluidos o marginalizados y apoyando o empleando instrumentos políticos plebiscitarios como referendos o iniciativas populares. Al mismo tiempo, tienden a tener dificultades a la hora de proteger a las minorías o de crear contrapesos a los poderes del ejecutivo: se acusa a esos contrapesos de socavar la voluntad de la mayoría (o “voluntad general”). Desde Berlusconi en Italia hasta Chávez en Venezuela, los populistas han atacado los tribunales cada vez que estos se oponían a sus medidas, reprochándoles ser voces de una élite corrupta y opuesta a la vox populi (la voz del pueblo): es decir, a los populistas. Pero, aunque pueden impulsar una extrema forma de gobierno de la mayoría organizado en torno a un ejecutivo dominante, pocas veces han buscado el fin de la democracia como tal (es decir, de la soberanía popular y el gobierno de la mayoría).
¿Una teoría del populismo?
No solo no existe ninguna teoría dominante del populismo, sino que poca gente ha intentando desarrollar una. El sociólogo austriaco Werner W. Ernst escribió un capítulo titulado “Hacia una teoría del populismo” en 1987, pero en realidad se trata más bien de un intento de llegar a una definición (más) clara del populismo. Recientemente, un grupo de economistas desarrolló “una teoría política del populismo”. Sin embargo, puesto que definen el populismo como “la ejecución de medidas que reciben el apoyo de una parte significativa de la población, pero que en último término perjudican los intereses económicos de esa mayoría”, su teoría carece claramente de la neutralidad académica y la precisión analítica necesarias para que resulte útil en cualquier estudio serio del populismo.
Ante las diferentes formas en las que el populismo encuentra expresión, incluso en similares regiones geográficas y períodos históricos, no creo que la búsqueda de una teoría aplicable a todos los populismos sea particularmente útil. Me temo que conduciría a teorías muy abstractas que son esencialmente triviales: por ejemplo, las distintas teorías de la modernización que sostienen que los procesos modernizadores (la globalización sería el último de ellos) dan lugar al populismo. En primer lugar, esa tesis es muy vaga. ¿Quiénes son los “perdedores de la modernización”? ¿Se les define en términos de una privación absoluta o relativa? En segundo lugar, la tesis está muy poco teorizada en sus formas actuales. ¿De qué manera el proceso abstracto de la globalización hace que un “perdedor” particular apoye a un actor populista específico? En tercer lugar, y de forma más grave, existen crecientes pruebas empíricas que muestran que –al menos en Europa– los “perdedores de la modernización” (como quiera que los definamos) no son el principal sostén de los partidos populistas.
Por tanto, creo que el desarrollo de teorías de nivel medio sobre el populismo puede dar mejores frutos. En vez de explicar todos los populismos, sin tener en cuenta su contexto, las teorías deberían en primer lugar intentar explicar de forma adecuada ciertos tipos de populismo en regiones o períodos concretos (por ejemplo, el neoliberalismo latinoamericano a finales del siglo XX o la derecha populista radical de la Europa contemporánea). Después, los estudiosos del populismo pueden pasar a teorías de un tipo específico en distintas regiones y períodos (por ejemplo, una comparación entre el populismo de izquierda latinoamericano de los años setenta y el de comienzos del siglo XX), o de distintos tipos de populismo en la misma región o período (por ejemplo, el populismo del Tea Party y de Occupy Wall Street en los Estados Unidos contemporáneos).
Como el populismo va (casi) siempre acompañado de otros rasgos ideológicos (por ejemplo, agrarismo, nacionalismo, neoliberalismo), uno de los mayores desafíos de los estudios sobre el populismo es identificar la contribución específica del populismo a los fenómenos populistas. Por ejemplo, gran parte de la literatura sobre los partidos de la derecha radical populista considera la xenofobia un elemento intrínseco del populismo y, por tanto, explica el ascenso del populismo como una reacción a la inmigración de masas. Aunque esta explicación puede merecer algún crédito con respecto al populismo de la derecha radical en Europa occidental, no resulta muy adecuada para los muchos fenómenos populistas que se producen en otras partes del mundo, como en Latinoamérica, donde el populismo no va unido a la xenofobia, y donde la inmigración de masas no es un fenómeno o asunto importante.
¿Qué añade el populismo a los partidos de la derecha radical? ¿La oposición de esos partidos al pluralismo se debe a su populismo o a su xenofobia? Idealmente, seríamos capaces de comparar los partidos de la derecha radical con los partidos populistas de la derecha radical en un escenario similar. Sin embargo, en la actualidad, acaso como consecuencia de un “Zeitgeistpopulista”, en Europa no hay partidos de la derecha radical que no sean populistas. Quizá resulte más prometedor establecer una comparación entre los líderes de la izquierda populista y la izquierda no populista en la América Latina contemporánea. Dicho esto, la mayoría de los populistas de izquierda también se diferencian de los no populistas de izquierda en factores distintos al populismo.
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