Nuestro país, históricamente, ha
tenido poca fortuna con sus gobiernos. Si dejamos de lado los
correspondientes a nuestra etapa como Colonia y las tres primeras Repúblicas
que se constituyeron entre 1811 y 1830, podemos limitarnos, en nuestra
sintética reflexión, al período 1830-2012.
Contrariamente a lo difundido por el reinante Régimen, la 4ª. República
se inició, precisamente, en 1830, después de las perdidas en 1812, 1814 y de la
que nació del Congreso de Angostura que aprobó la 2ª. Constitución. El 22-9-1830, el Congreso Constituyente de
Valencia aprobó nuestra 3ª. Constitución, descontadas las Provinciales y la de
Cúcuta y, el 28 de marzo de 1864, bajo el gobierno de Juan Crisóstomo Falcón,
se aprobó la 5ª. Constitución que designó a la Nación como Estados Unidos de
Venezuela, pues la 4ª fue la que hizo aprobar José Tadeo Monagas, en 1857, para
lograr la relección inmediata.
El primer gobierno de la etapa, desde 1830, fue presidido por Páez, en el
período que mal se designó como de la Oligarquía Conservadora, que terminó con
la Presidencia de Falcón y el desarrollo de la Guerra Federal. Sus Presidentes
fueron: Páez (1831-1835), quien condujo un gobierno muy serio e institucional;
el ilustre y muy digno Vargas, elegido Presidente el 9-2-1835, pero derrocado
por la “Revolución de las Reformas” el 8 de julio, recuperó el poder, apoyado
por Páez, el 20 de agosto, pero renunció el 24 abril de 1836. Andrés Narvarte,
como vicepresidente sustituyó a Vargas hasta el 20-1-1837, y lo remplazó el Gral. José María Carreño
también como vicepresidente. El 11-4-1837 Soublette fue electo Presidente y
gobernó hasta el 1-2-1839. Se caracterizó por una gestión muy seria. Entonces,
retornó Páez hasta 1843 y Soublette fue elegido el 28 de enero para una segunda
presidencia hasta enero de 1847, cuando el Congreso eligió a José Tadeo
Monagas. De manera que el período
1830-1847, hasta que llegó Monagas al poder, fue una etapa de gobierno bastante
seria y satisfactoria.
Con la llegada de J.T. Monagas (1-3-1847), se inició la etapa llamada “liberal”,
y Venezuela ingresó al oscuro túnel de
la delincuencia política. Fueron características estrenadas entonces: la
ambición de la relección continuada; asumir el control de todos los poderes y
someter el Congreso de la República a la voluntad del primer mandatario, quien
(24-1-1848), lo atropelló con armas de la Nación y asesinó cuatro ilustres
venezolanos. ¡El abuso del poder en su
peor expresión! “La Constitución sirve para todo”, frase de Monagas que fue credo
común de todos los culpables de los males de la Patria. Entonces nacieron el
atropello, la corrupción, el fraude, el engaño y la manipulación de masas
mantenidas en la ignorancia. A José
Tadeo le siguió su hermano José Gregorio, elegido en 1851 con 397 votos de
amañado Congreso, contra uno sólo para Fermín Toro, el mismo que respondió a
los esbirros de su hermano: “Mi cadáver podrán llevarlo, pero Fermín Toro no se
prostituye.” José Gregorio, por lo menos, decretó una abolición mal realizada
de la esclavitud existente. Pero los libertos solo aumentaron la masa de los
manipulados por su extrema pobreza. Después, el espurio Congreso eligió en
1855, de nuevo a José Tadeo, con 2 años más, para completar 6 en la
presidencia, hasta 1861. Pero Julián Castro conspiraba para derrocarle con su
“Revolución de Marzo” y Monagas se asiló en la Legación francesa y dejó el
país. Hay sobre esto un comentario de Rafael Arraiz Lucca que es de tener en
mente: “Es sorprendente la manera expedita como fue obligado a abandonar el
poder. Ello prueba que aquel ´hombre fuerte´ no lo era tanto, y que la trama de
poder que había tejido en su respaldo no funcionó. Todo indica que su mismo
personalismo le condujo a perder el apoyo de sus seguidores. Había llegado muy
lejos en sus pretensiones hegemónicas y de permanencia en el poder. La reforma
constitucional a su favor dejaba desnudas sus aspiraciones de eternizarse al
mando de la República, y la alternabilidad había sido norma consagrada y
respetada desde la Constitución Nacional de 1830.”
Al socaire de tan vil doctrina, prendieron los caudillos que siguieron el
fatal ejemplo, la insensata guerra civil, cuyo pregón indirecto fue el cinismo
de Antonio Leocadio Guzmán: “porque si los contrarios, señores, hubieran dicho
Federación, nosotros hubiésemos dicho Centralismo" Guerra que destruyó
haciendas, cultivos y vidas, dejando postrada una dolorosa Venezuela de hijos
muertos e ilusiones frustradas. Los
únicos frutos de la contienda fueron
odio y frustración, la viveza del “pájaro bravo” y el “póngame donde
haiga”. La ruina cayó sobre una Patria concebida en 1811 con ideales que fueron
destrozados. Guerra que reforzó el poder
de los “caudillos”, quienes establecieron un feudalismo sui géneris en nuestro
país y de éste emergieron todos los males y vicios escondidos en trágicos orígenes
de nuestro pueblo. Guerra que dejó más
de 350 mil muertos, cuyo balance sentenció el General Federalista José Loreto
Arismendi, cuando el “Héroe Victorioso” Falcón repartió entre sus amigos
beneficios materiales obtenidos en los combates: “Luchamos 5 años para
sustituir ladrones por ladrones, tiranos, por tiranos.”
Después, la lista de sacerdotes
del horrendo culto de simulación ante el Jefe de turno fue muy grande, con
excepciones raras y escasas. El
país, despojado de la orientación
republicana vivida entre 1830 y 1848, inició ese estilo violento y perverso,
que con aisladas presencias democráticas ha sido, acá, el ejercicio del poder
político en lo nacional y regional.
Más
tarde, fueron 17 años de Antonio Guzmán Blanco, hijo del cínico, designado por
Falcón Jefe de los ejércitos centrales, llegó al poder total con su “Revolución
de Abril”. En esos tiempos, en paréntesis que Guzmán disfrutaba en Europa, aduladores fantoches hechos presidentes
gobernaron la Nación. Algunos quisieron jugarle con engaños: Linares Alcántara,
por ejemplo, juró que de ser Presidente, “Recibiría sus consejos y las
inspiraciones de su genio, con el mismo respeto con el que recio y he recibido
siempre sus indicaciones y sería un centinela de la gloria inmortal que ha conquistado.” Le regaló un bastón con la inscripción:
“Guzmán, dejarás de tener amigos que te admiren cuando la gratitud se extinga.”
Pero al estallar en Caracas la violencia anti-guzmán, le dio la espalda. Los
únicos que lo respaldaron fueron Joaquín Crespo y Rojas Paúl.
Guzmán fue pródigo en conflictos con otros países: limítrofes con
Colombia e Inglaterra; con Estados Unidos por deudas que no quiso pagar; con
Chile porque criticó que se hiciera llamar “Ilustre Americano.” Con Holanda por
admitir exilados en Curazao. Con la Iglesia, guerra permanente: expulsó
Congregaciones religiosas y sacerdotes; cerró todos los Conventos; impidió
venir a Caracas al Vicario (Nuncio) del Papa, desterró Obispos; confisco bienes
e inmuebles de todas las comunidades religiosas y demolió templos. Sin embargo,
no se le puede negar que tuvo realizaciones positivas: Estableció la Educación
Primaria, obligatoria y gratuita; modernizó la administración pública; en
Caracas hizo obras de mejoras, realizó el Acueducto y el ferrocarril a La
Guaira, construyó algunas carreteras, etc., y también en el Interior: Valencia,
San Cristóbal, Mérida, Maturín, San Carlos, etc.
En 1887 Guzmán se fue definitivamente a París y dejó a Hermógenes López
en la Presidencia, quien terminó el Bienio. Luego, el Consejo Federal designo
Presidente a Rojas Paúl. Desde el tiempo del Dr. Vargas, excepto por los
interinatos y vicepresidentes, ningún civil había sido Presidente. Contra esta
elección se alzó Joaquín Crespo, pero fue controlado y apresado, pero el
Presidente Rojas lo visitó e indultó con
el compromiso de no volver a tomar armas, pero Crespo lo respetó poco tiempo.
Hubo gran diferencia entre el nuevo gobierno civil y sus antecesores:
reanudación de relaciones con la Iglesia, obras como el Hospital Vargas,
acueductos, escuelas, teatros, el Monumento de Carabobo, Academia de la
Historia, etc., en medio de una gran paz y armonía.
Después de Rojas fue Presidente Raimundo Andueza Palacios. Quiso
prolongar su mandato de 2 años a 4, pero no lo logró. El país continuó
disfrutando de un crecimiento económico importante desde el gobierno de Rojas
Paúl. Los propósitos continuistas de Andueza condujeron a un serio conflicto
político: disolvió al Congreso que lo declaró traidor a la Patria; renunciaron
los Magistrados de la Corte y la Nación quedó sin poderes públicos.
Esto lo
aprovechó Crespo quien desató una guerra de 7 meses, hasta que entró el
7-10-1892, en Caracas como vencedor. Mandó por 7 años (1892-1898), hasta que,
en batalla contra Hernández, en la Mata Carmelera, una bala lo mató el
16-4-1898. Crespo, como Presidente, tuvo
grandes conflictos con Inglaterra por deudas de de Guzmán y alzamientos del
bando liberal de Hernández.
En las elecciones de setiembre 1897, venció Ignacio Andrade, que era el
favorito de Crespo y Presidente del Gran Estado Miranda. Hombre honesto pero
limitado en sus relaciones humanas. Al morir Crespo, el Presidente Andrade se
sintió desamparado y comenzó a desconfiar de cuantos le acompañaban como
amigos, refugiándose en el ambiente familiar, con descuido de graves problemas
que amenazaban a su gobierno, entre ellos los de los Generales Ramón Guerra y
Antonio Fernández que aspiraban a ser Presidentes del Gran Estado Miranda que
dejaba al Presidente Andrade; de
Cipriano Castro quien, insatisfecho por malos tratos del gobernante,
conspiraba desde el Táchira y del Mocho Hernández quien, con razón, sentía que
había sido robado en las elecciones ganadas por Andrade. Los dos Generales
quedaron descontentos por una maniobra acertada propuesta por sus Ministros
Bello Rodríguez y Villanueva, que fundada en una disposición constitucional,
permitía que los Estados que habían sido declarados secciones de Estados
mayores unificados, volvieran a su anterior condición.
En medio de esa situación, Cipriano Castro, el 23-5-1899 invadió desde
Colombia, entrando por el Táchira con 70 hombres y, gracias a la descomposición
del gobierno y el enfrentamiento de los Generales, pudo avanzar casi sin
resistencia, hasta Valencia, y derrotar en la batalla de Tocuyito, a las
fuerzas del gobierno comandadas por dos militares que eran enemigos. Ante la
derrota, Andrade se fue del país y dejó acéfalo al gobierno. El 22 de octubre,
Castro entró victorioso en Caracas.
Quien escribe estas líneas pensaba, hasta 1999, que el peor Presidente de
Venezuela había sido Cipriano Castro. Contrariamente a como muchos creen,
Castro no era inculto ni improvisado. Educado en el Seminario de Pamplona en
Colombia, era muy inteligente, sagaz y hábil, especialmente como militar y
político. Había sido diputado al Congreso por su Estado y Gobernador militar de
la Sección Táchira. No es posible, en estas líneas, dar detalles de su vida y
de su disoluta conducta personal y como Presidente. Como diputado hizo
oposición a Rojas Paúl y apoyó el continuismo de Andueza. Con Crespo intentó
establecer contacto y colaborar con su gobierno, pero sin éxito. Llegó a la
Presidencia a sus 41 años. Ordenó asesinar, en playa del Orinoco, a Antonio
Paredes, a quien temía, cuando éste invadió por Guayana. Trajo a Juan Vicente
Gómez como su mano derecha, fue el financista de su campaña victoriosa y le
hizo Vicepresidente, pero su círculo de amigos intrigó contra Gómez, pese a que
fue el militar que derrotó a la sumatoria de Caudillos que constituyeron la
Revolución Libertadora. Encargó a Gómez de la Presidencia en fingido retiro,
pero el Taita, más sagaz que él, no cayo en la trampa.
Castro tuvo muchos conflictos internacionales: Rompió relaciones con
Francia en 1906 y también con Colombia. En 1908 rompió con Estados Unidos y
Holanda, y de nuevo con Francia. Fue considerado, como anota Arellano Moreno,
“la mayor molestia internacional de comienzos del siglo XX.” Tampoco escatimó
conflictos con la Iglesia: Entre otros atropellos, expulsó a Mons. Jáuregui,
fundador del famoso Colegio Corazón de Jesús de La Grita. Cerró en 1901 la
Universidad Central y en 1903 las de Carabobo, Zulia y Guayana.
En lo constitucional hizo aprobar una nueva Constitución, a su gusto, que
fue la 10ª, el 21-3-1901 que aumentó su período a 6 años, volviendo a la
elección indirecta del Presidente a través de los Concejos Municipales. En 1907
obligó al Congreso a redactar otra Constitución, la 11ª, de 1904, para extender
su mandato hasta 1911 y redujo los 20 Estados a solo 13. A su obligada salida
al exterior, por razones de salud, dejó un país en crisis, con real agotamiento
de sus posibilidades sociales, económicas y políticas. En este punto, es
interesante destacar el sorprendente paralelismo que existe entre los procesos
políticos de la Venezuela de 1899 y 1999. ¿Casualidad o causalidad? Es muy
interesante indagar sobre los factores actuantes que, con sus diferencias,
presentan mucho en común y dejan muchas enseñanzas cara al futuro.
Continuará con la segunda parte.
ppaulbello@gmail.com
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