En las ultimas semanas
eventos planificados y otros fortuitos, secuenciados de forma casi mágica, han
dado al traste con muchos de los escenarios comunes - incluidos los de este
comentarista - sobre el futuro inmediato de Venezuela.
Errores de cálculo de
distinta índole y comportamientos - colectivos e individuales - dignos de
estudio, permiten divisar caminos de salida nuevos que si se transitan con buen
juicio - y un poco de suerte adicional - nos permitirán sortear algunas de las
peores e inmediatas consecuencias de esta destructiva ‘revolución’ Bolivariana.
No es que pasamos
milagrosamente del pesimismo al optimismo, sino que pasamos de lo más malo a
algo menos malo, del mal incalculable al mal cuantificable. Nada se dará sin
esfuerzo y no hay ninguna garantía de éxito, pero al menos parecería que por un
instante hay una alineación de circunstancias que permiten pensar que esa luz
al final del túnel no es una mera ilusión.
LOS ERRORES (RECIENTES) DE HCHF
Podemos comenzar este
análisis de nuevas circunstancias evaluando la secuencia de errores recientes
del Teniente Coronel Hugo Rafael Chávez Frías, quien, nos guste o no, sigue
marcando la hora del diario quehacer de 28 millones de venezolanos. Estos errores
de cálculo han reducido el margen de maniobra del régimen al mínimo y como
resultado incrementado los opciones para toda una sociedad exhausta y arruinada
por tanta confrontación, tan palpable incompetencia y tan peligrosa
criminalización del poder.
CUATRO DE LOS ERRORES FUNDAMENTALES FUERON:
Quiso hacer creer que
ya no estaba enfermo y por tanto no necesitaba sucesores. Ordenó a sus tres
ministros claves (incluyendo el Vicepresidente Elías Jaua, y al canciller
Nicolás Maduro quien ya se sentía ungido) a optar por gobernaciones - a modo de
medir sus respectivos liderazgos y aspiraciones con votos. Nuevamente -
exhibiendo la parte irresponsable de su narcisismo galopante, quiso que se
supiera que el chavismo sin Chávez es inviable, que el único legítimo es él.
Con él todo, sin él caos. Pero lo peor es que Hugo Rafael Chávez Frías se creyó
su propio cuento de sanación y llegó al extremo de decir - hace unos dias -
barrabasadas como esta: “Antes tenía planteado quedarme a gobernar hasta el
2021 pero más bien lo estoy considerando hasta el 2031”. Se sintió inmortal ...
Confiándose en
encuestas complacientes - de encuestadores tarifados - concluyó que la
oposición fracasaría en la primarias por una de dos vías (o las dos juntas):
muy baja participación (estimaban menos de 1.3 millones; votaron 3.0 millones)
y un voto dividido entre los tres primeros (con ninguno superando el todo
importante baremo de 50%; Capriles se alzó con un muy cómodo 60%). Para
garantizar que se diera esto, se dedicaron él, y los suyos, a ridiculizar el
proceso de selección gerenciado con inusitada destreza por la Comisión
Electoral de la Mesa de la Unidad. Chávez daba por sentado y pregonaba a diario
que se abortaría las primarias o sería esta un evento bufo demostrativo de la
debilidad de quienes lo adversan. Le fallaron los números ...
Envalentonado, montó
fastuosa celebración del vigésimo aniversario del fallido (pero mortal) golpe
militar que lideró junto con otros jóvenes oficiales el 4 de febrero del 1992.
Con sus aliados del ALBA presente, su principal intención era comunicarle a
todos los militares este simple pero contundente mensaje: ustedes no tienen
otra opción que yo; al final del día somos los nuevos Libertadores de la patria
y yo Todopoderoso los declaro a todos ‘chavistas’. Buscaba consolidar la falaz
narrativa bajo la cual los golpes del 92 no fueron fracasos sino los primeros
pasos de una exitosa revolución que logró derrotar los designios del ‘imperio
yanqui’ en Venezuela. También buscaba
disuadir a sus opositores civiles - olvídense de ganar elecciones pues los militares
no apoyarán el retorno de ustedes al poder. Para rematar, le mostró a ‘sus’
oficiales y soldados, a sus aliados, al país y al mundo todo el equipo militar
que compró a Rusia, Bielorrusia y a otros en vez de invertir en viviendas, en
salud y en educación. Fue una bacanal ‘roja, rojita’, armada hasta los dientes
y tremendamente ofensiva para muchos dentro - y mas fuera - de la Fuerza Armada
Bolivariana. Se le pasó la mano ...
Conocido los resultados
de las primarias - el mejor posible para la oposición, más allá de los cálculos
mas optimistas, ergo, el peor posible para el régimen, fuera de cualquier
estimación oficial - la reacción oficial fue instantánea, insolente, abusiva y
se podría decir, demencial. Los insultos del presidente hacia Henrique Capriles
llegaron a bajezas inusitadas (irónicamente llamándolo 'cochino' mientras los
suyos lo acusaban de ser ficha del sionismo que quiere controlarlo todo). Era
inocultable su ira, su frustración y su miedo. Capriles hizo lo mas efectivo en
esos casos: lo ignoró por completo. Además, el regimen intentó (y se sigue
tratando) utilizar al servil Tribunal
Supremo de Justicia, y sobre todo a su Sala Electoral, para amedrentar a la
oposición que con el apoyo silencioso - pero seguro - de militares
‘institucionales’ resistió firme la intimidante sentencia que ordenaba la
recolección forzosa de los cuadernos electorales. Hoy enfrenta la Mesa de la
Unidad (MUD) otras medidas judiciales pero ya con la certeza que son, estas
medidas, sogas en el pescuezo de quienes siendo meros títeres pretenden ser
jueces. Perdió la calma y la cordura ...
CAMBIA DE MANOS EL ‘MOMENTUM’ Y SE ALTERA LA
ECUACIÓN MILITAR
Ya para el día después
de las sorprendentes primarias, el 'momentum' había cambiado pendularmente
hacia Henrique Capriles - hacia la salida electoral y a la vista - y Chávez se
veía como un demente, deambuleante y balbuceante.
Al instante, y así es
que ocurren estas cosas, la mayoría de las Fuerzas Armadas entendió que había
otra alternativa que tener que aguantarse a Chávez por 6, o mas, años. De
repente había solo dos grupos en las FANB: unos criminales que se han
arrodillado ante el autócrata y sus titiriteros en La Habana y por ello están
hoy, vergonzosamente, en posiciones claves y todo el resto que ahora dice sin
sonrojo (sea verdad o mentira) que "jamás fuimos chavistas, solo
cumplíamos con un mandato constitucional y el Presidente Chávez fue elegido por
el pueblo...el que venga recibirá idéntico apoyo...y hoy, mas que nunca,
nuestro rol es asegurar que la voluntad popular no sea manipulada o burlada.”
(cita textual de una conversación con un alto oficial en posición de hablar por
muchos).
De la noche a la mañana
pasamos de una institución diezmada por la hyper politización, las intrigas y
la corrupción a una donde los elementos criminales están perfectamente al
descubierto y se ven minimizados frente a una mayoría que ya no parece
dispuesta a cumplir los caprichos de narco Generales y probablemente tampoco
los del muy atolondrado Comandante en Jefe. Los Generales Rangel Silva, Alcalá
Cordones y Suárez Churio podrán querer defender a Hugo Chávez hasta e final
pero a menos que quieran propiciar una guerra fratricida - que les costaría la
vida - seguramente entenderán que su mando efectivo - ese que permite movilizar
tropas y no solo presidir desfiles - esta muy disminuido y quizá ya
neutralizado.
Y DE REPENTE ‘VOLVIÓ’ LA ENFERMEDAD
La verdad es que el
cáncer no se había marchado a ningún lado. Solo había dejado de existir en el
imaginario, en los deseos, de ese 15% de venezolanos que según sondeos han
mitificado a Hugo Chávez por convicción o por necesidad. El resto del país
nunca creyó en la curación e incluso algunos hasta dudaban de una enfermedad
que sentían había sido inventada para generar lastima e inflar - como en efecto
sucedió - las cifras de simpatía en las encuestas.
Tras días de rumores
torpemente toreados por sus mas cercanos voceros y colaboradores, Chávez tuvo
que admitir - con visible molestia - que el sagaz y atrevido periodista Nelson
Bocaranda tenía la razón y estaba mejor informado que Diosdado Cabello, ese
nefasto Teniente golpista que recientemente había reaparecido bicéfalo en el
tope del escenario político: jefe del PSUV, el partido de gobierno, y a su vez
Presidente de la Asamblea Nacional. La forma en la cual Cabello entrompó - vía
Twitter - a Bocaranda dejó claro que él - en contra de lo que muchos asumían -
no es parte del muy reducido primer anillo de confianza y quizá tampoco esta
llamado a ser el heredero.
Si el retorno de la
enfermedad fue un baño de agua helada para el chavismo en general, la forma en
que se manejó la comunicación fue una afrenta para quienes colaboran
directamente con el enfermo. Ministros, vice ministros, directores generales de
ministerios, diputados a la AN, presidentes de Institutos Autónomos y empresas
del estado, altos oficiales de la FANB y embajadores quedaron como mentirosos y
peor aun, como tontos útiles al servicio de un líder paranoico que no confía en
ellos y que está enfocado en salvarse él y proteger a su familia, y en poco
mas. Esta perdida de fe es corrosiva y las consecuencias pudieran ser
irreversibles ahora que hay alternativa a la vista.
LOS QUE SE NOS VINO ENCIMA
La elección
presidencial pautada - pero aun no convocada oficialicialmente por el Consejo
Nacional Electoral - para el 7 de
octubre, representa el horizonte mas distante que aguanta una discusión sobre
el futuro de Venezuela. Ese constituye, lamentablemente y por ahora, el largo
plazo. El estado de desarreglo y las múltiples incertidumbres aconsejan
enfocarse en este plazo y hacerlo no solo como si fuese un período
pre-electoral, sino entendiendo que será un período de muy frágil
gobernabilidad donde no solo hay que ganar unas elecciones, sino que hay que ir
preparándose para gobernar al ganarlas, o inclusive antes. Es difícil imaginar
un periodo normal de transición post elecciones y bastante urgente imaginarse
(y planificar) como se lograría - con éxito - un desembarco súbito en el poder.
Para simplificar - y no
perder mucho mas tiempo - concluiremos que Hugo Chávez, a consecuencia de su
enfermedad y/o por la terrible pérdida de credibilidad resultante de sus
errores recientes, es incapaz de ser candidato.
No obstante, será una obligatoria y controvertida figura de referencia
en el muy complejo proceso político que se nos vino encima.
El problema que resulta
de esta tajante conclusión es que no hay, ni habrá, un sustituto viable para
Chávez en el gobierno o en la candidatura del PSUV. Chávez es un personaje con
un carisma único, con unos desequilibrios emocionales únicos y con una forma de
conducir el estado que no permite sucesores o segundos actos. El Estado
‘chavista’ es un disfraz hecho a la medida de una persona con talante
autocrático que encalló y gobierna gustoso en el caos. Redirigir el aparato
chavista implicaría poner en manos de gente sin legitimidad alguna - escogidos
a dedo por un líder disminuido - las riendas de un aparato burocrático-militar
que viene desbocado y que al detenerse (o devolverse) se le verían las costuras
y se le volarían los pernos. Si el Comunismo no tuvo segundo acto ni en Moscú,
ni en Bucarest, el chavismo - tutti-frutti tropical - ciertamente no
sobrevivirá el ocaso de su Yo, todopoderoso.
¿ENTONCES QUÉ?
Entraremos en lo
inmediato en una crisis de gobernabilidad que tiene tres componentes: la desaparición
efectiva (y quizá física) del líder único, la marginalización del chavismo (y
de la influencia cubana) en las Fuerzas Armadas y el crecimiento de la
alternativa que representa Henrique Capriles y las fuerzas democráticas que lo
apoyan (y que tendrán que protegerlo).
Al aumentar las
probabilidades de una derrota electoral, el chavismo se desmoralizará aun mas y
por ende la gobernabilidad irá
disminuyendo. Es muy probable que salgan al aire testimonios contundentes sobre
lo que ocurre gobierno adentro, las traiciones - lo que los venezolanos llaman
saltos de talanquera - serán diarias y la derrota puede que no espere a
octubre. Un colapso súbito del gobierno tiene que ser considerado como un
escenario bastante probable pues es difícil imaginar que el oficialismo va a
aguardar paciente una derrota anunciada. La cámara lenta funciona bien en los
deportes pero no así en el oportunismo político. Por ser alto el costo de
perderlo todo, seguramente veremos actos violentos propiciados por quienes no van
a saber entender que el juego se acabó (aunque sea 'por ahora'). Esta
resistencia puede tener severidad diversa, pero de por si, lo que hará es
precipitar aun mas el desenlace. No estamos hablando de un fin ordenado o
desordenado, sino de un final posiblemente adelantado. Lo único que evitaría la
derrota del oficialismo en las urnas es un desplome de la candidatura de
Henrique Capriles producto de algún garrafal error o de un golpe certero del
oficialismo. Esto sin embargo nos pondría no en la vía de una reelección
chavista sino del caos mas absoluto.
El riesgo mayor en este
período (y también luego) lo encarnan los elementos armados del chavismo y
grupos criminales extranjeros que han montado guarida en el país con la
anuencia traidora de las autoridades. No preocupan tanto los representantes
oficiales y corporativos de China, Rusia y Brasil que, pragmáticos al fin,
buscarán negociar arreglos con la oposición si continúa Capriles avanzando
hacia la victoria. Lo que preocupa son las mafias variopintas, el Fidelismo que
tiene a Venezuela como su caja chica y Plan B y por supuesto los millones de
armas sueltas en un país donde la vida perdió todo valor y donde el odio de
clases se tornó en política de estado. Es aquí donde el rol institucional de
las Fuerzas Armadas tendrá que entrar a jugar. No tiene sentido andar de
uniforme y jurar defender la soberanía, si no se busca recuperar de manera
inmediata el monopolio de la violencia. No será nada fácil volver a poner a los
militares en su rol de garantes de la constitución y efectivos preservadores de
la paz, pero esa es su tarea fundamental en este momento y lo sera por muchos
años mas. Es por esto que tenemos que entender que la salida pacifica, la
salida electoral, la salida democrática pasa por los militares. Si deciden
jugársela por el futuro de una nación libre, prospera y de veras soberana
podremos llegar alli. Si deciden comandar a sus tropas a un conflicto unidad
contra unidad, guarnición contra guarnición, el futuro sera un charco de sangre
de profundidad incalculable.
Si bien nunca antes
habíamos tenido tanta violencia latente y tanto forastero in situ, Venezuela no
es ajena a situaciones de gobernabilidad exigua. Solo en los últimos veinte
años, además de tres presidentes electos por voluntad popular, tuvimos cuatro
mas como respuesta a situaciones imprevistas. Octavio Lepage fue Presidente por
16 días a la salida temprana del poder de Carlos Andrés Pérez. Lepage no fue
aceptable para nadie y se recurrió a la figura de Ramón Velásquez para
completar el período y garantizar las elecciones del 93. En abril del 2002,
como consecuencia de la respuesta asesina del gobierno a una masiva protesta en
la ciudad de Caracas, el presidente Chávez, lloroso y arrepentido, renunció
ante los compañeros de armas y representantes de la iglesia Católica, fue
sustituido por Pedro Carmona un líder empresarial que a las pocas horas se
inmoló, cometiendo errores imperdonables en sus primeros nombramientos
militares y luego con un decreto extemporáneo que le costó casi todo el resto
del apoyo que tenía. Fue sustituido por Diosdado Cabello, quien se dice
devolvió a disgusto - a las pocas horas - la Presidencia al retornante Hugo
Chávez. Esto lo traigo a título de recordatorio. Venezuela ha estado sin guión
en el pasado reciente y no sería muy sorprendente que tengamos situaciones de
aquí al fin de año que tampoco conformen ni con un plan ni con lo que los
constituyentes tuvieron en mente.
La encrucijada en la
que nos encontramos es el resultado irreversible de mas de una década de
‘revolución’ caótica, de un monoteísmo político anacrónico y de circunstancias
que fueron surgiendo de forma planificada y de manera fortuita. Venezuela, país que por décadas fue
exportador neto de practicas y aliento democrático, no deja de sorprender. A
pocos pasos de perder la lucha por la libertad, se encuentra ante un camino
lleno de tropiezos, pero colmado de oportunidades. PMB
@pburelli
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