Hace
poco fui invitada al litoral por dos amigos de toda mi vida. Mientras
almorzábamos observé de lejos una escena en la que tres niños jugaban y a uno
de ellos se le pegó una avispa en el hombro.
El niño con la avispa comenzó a
gritar de pánico y a otro no se le ocurrió mejor idea que agarrar una gruesa
rama para darle un palazo al temible insecto. "Dale, dale, quítamela"
gritaba angustiado el niño sin reparar en el palazo que le atizarían en breve,
lo importante era que la avispa no le picara, no la evidente fractura
posterior. La locura terminó cuando el tercer niño, que se había quitado la
chola acabó con la terrible amenaza, de la forma más simple posible.
Esa
podría ser una perfecta alegoría de lo que le pasa a la oposición venezolana
que es profundamente democrática (unos 3,8 millones) está activada en sus
partidos políticos y educada políticamente. Se le pegó un parásito que es
profundamente antidemocrático (unos 3 millones) y solo le importa que le quiten
la avispa a como dé lugar. Lo lamentable es que este parásito, consolidado en
el "antichavez...ismo" es el más activo de todos y nada menos que la
"voz masa mediática" de la oposición. ¿Qué no me quitaste a Chávez?
Me voy para la playa. ¿Qué me tengo que calar a Chávez 6 años más? Llámame en 5
años y 8 meses.
En
contraparte "uno de los peores" errores del liderazgo opositor fue
nada menos que cortejar a ese parásito sin reparar, que lo único que lo mueve
es su feroz terror a la avispa, o en este caso su odio visceral a Chávez. Es
una mayor minoría con la que Venezuela sencillamente no cuenta y que en vez de
ser aislada, terminó nada menos que secuestrando al liderazgo opositor y lo que
vendría posteriormente, hizo surgir líderes a su imagen y semejanza. ¿Quieres
mi voto? Agarra la rama pues.
De
esta forma la oposición, por culpa de ese parásito, terminó como diría George
Santillana, viviendo "una infancia perpetua" y sin poder crecer. Así
como es la mayor culpable de haber servido en bandeja de plata al adversario,
las pocas instituciones que estaban en pie, haberse aventurado a salidas
insólitas y la que nos ha llevado en 14 años a 14 derrotas seguidas,
convirtiendo a la oposición en un clon tan arbitrario como su némesis y no
pocas veces, más antidemocrática que su adversario.
Amigo
lector, si quiere conocer cuál fue el parásito que dejó a Venezuela sumida en
el rojorrojismo electoral no vea a los líderes, ni a los políticos, ni a los
medios (que al final de cuentas son "medios") tiene que situarse al
principio de esta etapa histórica. Son aquellos que gritaban ofuscados que los
revolucionarios se estaban robando todo al llegar al poder y cuando los
supuestos ladrones dejaron ese poder para debilitar a Chávez, ese mismo
parásito les gritaba "valiente, valiente" y los hicieron nada menos que
líderes de la oposición y sus voceros por un rato. Son los mismos que le
gritaban valiente, valiente a los de Pdvsa, pero que le subían los vidrios del
carro más tarde cuando vendían bolígrafos en los estacionamientos para
subsistir, los que al no militar en democracia, ni en sus partidos porque no
creen en nada, obligaron a la derecha, al centro, a los radicales y a la
izquierda a unirse en un engendro antidemocrático. Los mismos que si alguien
trataba de poner sindéresis o proponer alternativas distintas, era de inmediato
tachado de chavista, porque a los ojos del niño con la avispa, el palo es más
efectivo que la chola.
Pero
les voy a echar un cuento. El más hermoso de todos. La verdadera oposición, la
que quiere construir una Venezuela espectacular, yace bajo el yugo de ese
parásito. Es una Venezuela que quiere echar hacia delante. Es hermosa, digna,
pulcra, nunca tuvo la culpa de nada, ni sus líderes (salvo que fueron
facilistas) y si no entendemos que hay un parásito que hay que extirpar (como
una pulga) jamás podremos ir hacia delante.
Así
es pues que ahora (si en realidad nos han informado bien) sucederá lo que
expuse en mi artículo especial del martes (¿Un sucesor de Chávez en 60 días?)
en la que se tendrán pocas esperanzas y gracias a esto, es que podremos
finalmente comenzar una discusión democrática en la oposición. Porque ya está
bueno de tanta estupidez, hablemos, discutamos, intercambiemos posibilidades,
esforcémonos en comprender las salidas pero sobre todo entendamos que la culpa
no yace en el chavismo, sino en nosotros mismos, que el problema no es quién
gana, sino quién pierde, entendamos de una buena vez por todas que tenemos que
arreglar nuestro carro chocado para que ande, que el autobús del progreso no es
precisamente una cosa moderna, sino más bien una guagua. Y aprovechemos ahora,
que por culpa del parásito la guagua, va en reversa.
tpenalver@me.com
@thayspenalver
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