Hace unos meses cuando decidí dar a conocer
un especial ejemplo de lucha por la vida, pero nunca pensé la reacción que
provocaría a nivel internacional. Era la historia de Ángel, un microempresario
de la tortilla triunfando y luego linchado, en uno de los ambientes más
hostiles para construir tus sueños.
Una historia que de lo sublime iría no sólo
lo ridículo, sino a lo trágico. La historia del naufragio de los sueños de
Ángel, un hombre humilde quien, al enfrentarse con la realidad de un México de
injusticias y surrealismo y colocarlo ante la pérdida del sustento de su
familia, en lugar de lamentarse se dio a luchar con la formación de su pequeño
negocio para luego enfrentar otra realidad: la de las destructivas burocracias
que luego de emboscarlo, lo destruían.
El tema se ha debatido entre un grupo de
liberales a través del Internet y en el cual, participan gentes de varios
países. Se ha recibido también una queja reafirmando su contenido, cuando desde
los EU el administrador de un fondo de inversión británico expresa su gran
frustración provocada al tratar de llevar a cabo inversiones en México, y ha
chocado con el muro de una perniciosa burocracia cuya actitud parece ser la
guardián de la virginidad del país, ante los violadores inversionistas
extranjeros.
Pero lo más sorprendente para mi, fue el
recibir infinidad de mensajes de cientos de Ángeles que, igual que nuestro
personaje, se han visto agredidos y devorados por esas burocracias cuando
queriendo echarse a volar con sus propias alas, son cruelmente derribados cual
indefensas palomas frente a esos cazadores apostados en las cientos de oficinas
de gobiernos desde las cuales, con crueldad, alevosía y sus armas de grueso
calibre, se dedican a la destrucción de sueños, ilusiones y destinos.
Una de las decepciones más grandes que hemos
sufrido los mexicanos en años recientes, es el darnos cuenta de que, cuando
finalmente arribamos al ansiado destino de elegir a nuestro moderno Cid Campeador
al frente de un ejército de cruzados, con tristeza observamos que se trataba de
sólo otro “bípedo con gigantescas enancas” en las que le caben sin apretar
todas las ignoradas penas nacionales. Pero además, alguien que ni siquiera hizo
el intento de emprender el vuelo. Alguien que ha descendido del monte con las
tablas de salvación, pero, escritas en un idioma que ni el mismo le entendió.
El fracaso más evidente de esta arriada de
reformadores se manifiesta en algo que describe la ruta hacia el futuro de las
naciones: Libertad; pero la verdadera libertad, no la presentada en nuestra
gloriosa película México RA RA RA, cuando el personaje de Héctor Suárez la
ejercía impunemente orinándose en los autos que pasaban bajo un puente en el
periférico de la ciudad. La verdadera libertad para abrir las compuertas a la
creativa ambición de la sociedad civil mediante esquemas que, en lugar de
destruirla, la premien permitiendo que fluya en paz y con toda su fuerza.
Pero a doce años del inicio de la cruzada de
otra reforma, México pasó del lugar # 56 al # 62, en la clasificación anual de
libertades económicas de los países que publican foros internacionales. Lo
hemos dicho una y mil veces; la prosperidad, el desarrollo, el bienestar, los
niveles de vida de los países, van de la mano con sus libertades económicas.
Tal vez luego de la experiencia de don Ángel, se esté ya formando el instituto
Protector de la Tortilla Mexicana.
Sin embargo, honor a quien honor merece. La
macroeconomía del país es casi ejemplar, no hay duda. Pero es cortesía de Paco
Gil Díaz y después Agustín Carsten. Son los cimientos pero ¿Qué pasó con el
edificio? Los más de 100 millones de mexicanos no pueden vivir sobre los
cimientos.
Pero qué podemos esperar en un país en el
cual, junto con la infinidad de mensajes de apoyo a mi escrito, recibo el Web
del Colegio de Sonora con un artículo de mi buen amigo Leopoldo Santos en que,
se babea alabando a Fidel Castro y la conveniencia de México para mantener
buenas relaciones con el verdugo de los cubanos. O cuando al dar una charla a
un grupo de inquietas señoras se me pide un ejemplo de qué país pudiera ser
modelo para México y, al listar Nueva Zelanda o Estonia, una de ellas me revira
molesta con otra alternativa: Venezuela
Coincido en una cosa con el Colegio de
Sonora: el gran futuro de ese hermoso país que es Cuba. Pero ese futuro está en
las manos del millón de cubanos radicados en los EU que trabajando, han
acumulado una riqueza inimaginable y, al momento de la liberación, iniciarán la
invasión pero sus armas serán el capital estacionado en los bancos de Miami,
sus miles de profesionistas formados en las mejores Universidades del mundo, su
“know how” que durante tantos años han desarrollado manejando sus negocios, y
esa mentalidad de empresarios libres que a través de la Fundación Cubano
Americana, han cimentado en las nuevas generaciones.
Yo hago una llamada a la sociedad civil
mexicana—si es que existe—para imitar el esquema cubano. Vamos identificando a
los Ángeles que han desertado México con sus alas rotas por la burocracia,
apoyémoslos para que, sin el calvario de esa repugnante plaga mexicana, se den
a formar sus pequeños negocios, acumulen capital, experiencia, aprendan el
verdadero juego del mercado, creen riqueza y tal vez algún día, regresen a México
como verdaderos agentes del cambio, y no solamente como los “paisanos” que se
les asalta en las aduanas cuando nos visitan, o en las transferencias de los 25
billones de dólares que cada año nos envían.
Y ¿saben por qué ahora es cuando? Porque
nuestros paisanos ahora se están enfrentando—cortesía de Obama—con una
burocracia aun más feroz y hambrienta que la nuestra y, no solo ellos, miles de
hombres de negocios buscan emigrar a pastizales mas verdes.
Nuestros líderes no necesitan mendigar ayuda
de otros países o de instituciones financieras internacionales. En el corazón
de las más pobres vecindades del país y de ciudades como Los Ángeles, Chicago,
Phoenix. En los abandonados ejidos, existen acres de diamantes que representan
millones de Ángeles que con las avenidas adecuadas, pueden lograr lo que ha
sido el fracaso de los políticos: transformar el país en una gigantesca red de
productores y consumidores libres para crear esa riqueza que durante siglos nos
ha eludido.
El país requiere de hombres libres e
independientes en sus juicios. No de aquellos dependientes y domesticados que
rechazan la responsabilidad de juzgar. Necesita el hombre de convicciones,
valores y propósitos, pero como producto de su propia mente. No de aquellos
parásitos cuya mente ha sido moldeada por otros a quienes se entregan. Requiere
del hombre que asume la responsabilidad de su destino, no de aquellos
colectivistas de espíritu que la entregan a otros y en especial a sus
gobiernos. Desgraciadamente, muchos de los primeros son los que abandonan el
país y empujados por esa tiranía, se alejan cuando México se desangra.
Presidente Peña; quítele el freno de mano al
país.
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