Es difícil escribir serenamente después de
conocer los resultados del domingo. Siento una preocupación enorme y una
tristeza infinita. Particularmente doloroso lo del Zulia, Táchira, Carabobo y
Nueva Esparta así como también la votación en otros estados en los que teníamos
esperanzas favorables.
Sin embargo, lo conocido no me sorprende. Una
mezcla de tristeza con incertidumbre define bien el ánimo de este día. Los
mismos factores que determinaron la reelección de Chávez el pasado 7-O actuaron
el 16-D.
El régimen continúa teniendo a su servicio
toda la estructura del CNE, desde los rectores hasta los más humildes
funcionarios de su extensa burocracia. Funcionó el mismo ventajismo electoral,
descarado e inmoral, contrario al ordenamiento jurídico. La parcialización de
los jefes militares se siente más a nivel local que incluso a nivel nacional.
De nuevo se sintió la actuación de los ilegales colectivos al servicio de los
gobernantes. La misma parcialidad de la enorme red comunicacional. Malversación
y peculado de uso a la orden del día, como nunca antes, y otros factores
caracterizaron lo que para mí es una verdadera tragedia.
Por supuesto que también observamos fallas
notables en el campo opositor. No es el momento para abordarlas, pero lo
haremos con ánimo de superación definitiva. Ha sido dicho que cuando los mismos
hacen lo mismo, los resultados también serán los mismos.
Felicito sinceramente a quienes, por encima
de las dificultades, obtuvieron la victoria. El reto es enorme para estar a la
altura de la confianza recibida.
Se trata de un golpe mortal a la
descentralización y a la democracia misma. Adiós a la Constitución y a un orden
jurídico estable. Ninguna revolución puede tener esas camisas de fuerza que le
impidan alcanzar sus objetivos. Primero van los hechos y después el Derecho,
siempre flexible, de plastilina. Normas generales y confusas, de interpretación
siempre adecuada por y para los órganos correspondientes del régimen. Quedan en
peligro mortal la libertad, especialmente la de expresión, la propiedad, la
libre empresa, la educación libre, la familia, la seguridad de las personas y
de los bienes, etc. En fin, el desastre actual acompañado de ineficacia y
corrupción galopante con la carga ideológica derivada del socialismo
comunistoide que se ratifica, proyecta una situación dramática ya en pleno
desarrollo.
Sin embargo, podemos tener situaciones
tormentosas muy pronto. Algunas de las causas están asociadas a la enfermedad
terminal de Chávez. Otras al hecho innegable de que los demonios de la ambición
están presentes en el alto gobierno. También en la oposición. Alerta Venezuela.
oalvarezpaz@gmail.com
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