El ingreso per cápita anual de los
venezolanos es de 10.810 dólares. El de los japoneses: 45.903. Y el de la gente
de Luxemburgo: 115.038. (Banco Mundial).
¿Y dónde está la diferencia?
En la disciplina económica
Japón y Luxemburgo manejan su economía con
personal experto en control de calidad.
En Venezuela la economía es manejada por
gente que parece tener mucha importancia política y poco de ese nivel de
competencia profesional requerida para el eficiente desempeño. Por lo tanto, no
tiene pies ni cabeza, ni principio ni fin. Y no es auditable.
Japón y Luxemburgo realizan el mejoramiento
continuo de sus productos y servicios, identificando y corrigiendo cada error y
desperfecto hasta lograr resultados de óptima calidad.
Venezuela realiza pruebas de ensayo y error.
Recicla medidas económicas que ofrecen solo beneficio político. No corrige
errores y obtiene productos y servicios de pésima calidad.
En Venezuela, las estrategias económicas son
transitorias y llevan el nombre del ministro de turno. Ahora son de Giordani.
En Japón y Luxemburgo son permanentes, con un solo nombre: Calidad Total.
Y Calidad Total es una filosofía, cultura,
estrategia o estilo gerencial de un país
o de una empresa, en la cual todas las personas estudian, practican, participan
y fomentan el mejoramiento continuo de la calidad. K Ishikawa.
Se denomina
Calidad Total porque tiene como objetivo lograr la máxima satisfacción
del cliente al ofrecerle un producto o servicio de alto grado de calidad. Y es
total porque requiere del compromiso de todos los trabajadores del país. O sea,
es la satisfacción obtenida con el control de calidad en todos los aspectos del
país para lograr productos o servicios con alto grado de calidad, sin defectos.
Esto quiere decir que la solvencia o solidez
económica de muchos países no es producto de la suerte o de estar probando
teorías económicas, como disparando perdigones con una escopeta, sino del
trabajo constante de expertos en calidad y reingeniería del pensamiento para
lograr nuevos paradigmas filosóficos, culturales, estratégicos y de
conocimientos en toda la población, comenzando por el presidente.
De esa manera surgió el milagro japonés que
cambió al país en bancarrota en 1945, ocasionada por la Segunda Guerra Mundial,
por una nación con grandes inversiones
en el extranjero en electrónica, automóviles y maquinaria en general,
calculadas en 880 billones de dólares en el 2011.
Venezuela, en cambio, va caminando en sentido
contrario. La economía del país parece una piñata, llevando golpes ciegos de
supuestos expertos, con pésimos resultados en productos y servicios. Su
inversión directa en el extranjero es de apenas 1.891 millones. Cepal. Y, en
atención y satisfacción del cliente, es el país de las colas: cada día son más
comunes, masivas y generalizadas en bancos, oficinas públicas y demás, como
signo directo del atraso porque, mientras más ineficiente sea un servicio,
mayores serán las colas, la insatisfacción del cliente y el subdesarrollo del
país.
En pocas palabras, el desarrollo económico,
cultural o filosófico de un país no depende de la politiquería de un gobierno
sino de la calidad de trabajo de cada uno de sus habitantes. Al fin y al cabo,
la calidad no es un accidente, siempre resulta de 4 cosas: intención, esfuerzo
sincero, dirección inteligente y ejecutoria con talento. W Foster.
Creo que llegó el año de despertar. Y de
cambiar de actitud para salir de abajo.
Que así sea.
riverovfrancisco@hotmail.com
@friverovalera
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