jueves, 13 de diciembre de 2012

AXEL CAPRILES M. , EL PAÍS MADURO

En ninguna sociedad democrática desarrollada se imponen sucesores
La cámara de televisión recorrió los rostros adoloridos de los chavistas que oraban por la recuperación del presidente en la Plaza Bolívar y se detuvo en el gesto de una joven que posaba su lengua en el vacío de un premolar y un incisivo prematuramente perdidos y que al ser interrogada por el periodista expresó: "el comandante es como mi padre, sin él me sentiría desamparada". 
Esa sola frase es diagnóstico suficiente de una sociedad entera. Similares emociones producía el general Juan Vicente Gómez, benemérito y benefactor de la patria, en aquella Venezuela atrasada y oscurantista de principios del siglo XX. En una sociedad matricentrada como la venezolana, esa proyección de la imagen del padre sobre la figura del jefe de Estado no debe pasar desapercibida. Es el fundamento psicológico del Estado Paternalista, condición que a su vez produce a Juan Bimba, imagen de una población desamparada y desvalida totalmente dependiente del Estado para construir su destino.
Aunque, dado el alto grado de psicopatía que existe en el poder, todavía algunos ven el dramático decaimiento del Presidente con cautela, como una posible maniobra para centrar toda la atención del país en él y luego volver como Cristo resucitado, el país que hereda Maduro deberá madurar para ser otro. 
Primero, porque en ninguna sociedad democrática desarrollada se nombran e imponen sucesores como en los tiempos feudales. 
Segunda, porque en ninguna comunidad política con división de poderes el presidente del Poder Legislativo afirma, ante la enfermedad del jefe del Poder Ejecutivo, "yo no discuto las órdenes del comandante, solamente las obedezco". 
Tercero, porque el amparo y bienestar de la población no dependen de la vida o salud de un solo hombre sino de la fortaleza de las instituciones. 
La confusión de la figura del padre con la de los funcionarios del Estado y la deificación del benefactor que protege con el reparto personificado de los recursos del Estado son dos sesgos políticos que deberán transformarse en el país maduro.
acaprile@ucab.edu.ve

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