domingo, 2 de diciembre de 2012

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, PIDO LA PALABRA, VENTANA DE PAPEL

La palabra del dirigente político tienen valor, hasta que se traduce en hecho público. Cuando sucede lo contrario, es letra muerta, palabras sin valor práctico. Y la única manera de atestiguar la formalidad de un compromiso, es a través de la obra pues lengua y manos, voz y voto, precepto y ejemplo, son relaciones cuya ruptura sólo manifiesta ausencia de principios morales y políticos.
 “HOY POR TI, MAÑANA POR MI”
En los adagios, aforismos o frases populares, están contenidas manifestaciones de vida que surgen de cara a circunstancias que devinieron en hechos. Pero también, en sus razones se anclan valores, actitudes y conductas de una población lo cual, de alguna forma, revela la cultura y hasta la historia de dicha comunidad.
La profundidad de la frase “hoy por ti, mañana por mi”, cuando se comprende, conmueve. Sobre todo, cuando se advierte la sordidez en la que está sumergido el mundo toda vez que las tendencias de vida se han visto marcadas por el egoísmo y la envidia como contravalores de insidiosas consecuencias. El sentido de este adagio, refiere la necesidad de socialización entre miembros de un colectivo o comunidad. El ser gregario, infunde tan importante condición ya que toda persona necesita de otro para construir el mundo por el cual ha de transitar. Habida cuenta que algunas tareas pueden lograrse individualmente. Pero otras requieren, ineludiblemente, del apoyo mutuo o compartido. Es la predisposición constante lo que define esta situación.
Y el ejercicio de la política no excluye el hecho de vivir o trascender por tan común lugar. Más, porque tan sabia máxima constituye uno de los peldaños desde el cual se alienta el derecho a la igualdad universal como esclarecida expresión de justicia. El concepto de política recorre valores morales sobre los cuales se depara su praxis. Justamente a partir de esta consideración, debe comprenderse cómo la política funge ciertamente de piedra angular de toda actividad humana. Sin embargo, las realidades políticas convergen dramáticamente en composturas cuestionadas en virtud de la transgresión de derechos en que incurren quienes, desde la vida política, profanan el poder.
La palabra del dirigente político tienen valor, hasta que se traduce en hecho público. Cuando sucede lo contrario, es letra muerta, palabras sin valor práctico. Y la única manera de atestiguar la formalidad de un compromiso, es a través de la obra pues lengua y manos, voz y voto, precepto y ejemplo, son relaciones cuya ruptura sólo manifiesta ausencia de principios morales y políticos. Para una sociedad que busque encauzar su destino a través del ejercicio democrático de gobierno, no existe la palabra sin la evidencia de la obra. Si como aludía Gian Doménico Romagnosi, jurista y político italiano (1761-1835) “la política debe hacer hombres”, se tiene entonces que cuando no existe coherencia entre la lengua y las manos, se evidencia falsedad y mentira. Ya Napoleón había dicho que “ nada va bien en un sistema político en el que las palabras contradicen los hechos”. De ahí que quienes hacen vida política debe juzgárseles por lo que hacen, no por lo que dicen. Las palabras solo sirven para establecer realidades, atenuándolas o agravándolas. Más, toda vez que resulta imposible saber cuál es la calidad -espiritual o material- de la intención, cuando hay gobernantes que suelen conformarse con peroratas sin razón.
El ladrón, el corrupto o el inmoral creen que los demás son como ellos pues sus vidas son guiadas por la vara con que se miden a sí mismos. Por lo tanto, se atreven a juzgar y condenar a los demás de acuerdo con sus perversos códigos de conducta. Jamás entenderían el sentido que envuelve el versado adagio que intitula esta breve disertación. Es el caso del actual presidente de la República, quien a pesar del malestar que aqueja su salud física, emocional y espiritual, no sólo luce incapaz de abordar debidamente la complejidad de los procesos sociales creativos que caracterizan al país. También, aunque peor aún, no ha sabido reconocer la gratitud como factor motivador de comportamiento político. Particularmente, porque no ha comprendido que el agradecimiento es un sentimiento o actitud de reconocimiento de un beneficio recibido o por recibir lo que determina la significación del profundo aforismo que debería orientar su vida, indistintamente del marco político en el que suscribe su ideología. O sea: “hoy por ti, mañana por mi”.
VENTANA DE PAPEL
CALLES QUE NO DAN PARA MÁS
Por encima de 300 horas anuales, pierden los merideños en colas como resultado de calles que no dan para más y que, por tanto, se convirtieron en un factor de congestión vehicular ya que nunca fueron ni ampliadas ni tampoco recuperadas en su gran mayoría.
La desidia gubernamental explica la razón de tan molesta situación. Nunca decidió construir nuevas vías que minimizaran el grave problema del pesado tránsito en horas picos donde buena parte de la población se moviliza entre los extremos de una ciudad que, como Mérida, es un corredor estrecho en su medianía y algo amplio en sus polos.
Aunque la situación se torna aún más crítica cuando la ciudad queda sin electricidad, cuando ocurre algún percance vehicular, o se irrespeta la normativa de tránsito, tiempos de lluvias, la merma de policías viales o la presencia de anárquicos motorizados o disturbios estudiantiles lo que paraliza la conexión entre puntos diferenciados de la ciudad. ¿Pero que puede exigirse? Mérida es una ciudad carente de un plan urbano que regule no sólo la vorágine de la construcción de viviendas.
También, la construcción y ordenamiento de vías a lo interno de Mérida. En consecuencia, el caos vial atropella la ciudad de los caballeros que, además, casi han desaparecido por la transculturización derivada de una dinámica socioeconómica sin sentido del abolengo, del gentilicio o del costumbrismo que define toda comportamiento local o regional. Esto deja ver que la red vial merideña está formada por calles que no dan para más.
¿PARA QUÉ ENTONCES LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA?
Inspirado en el modelo cubano de educación universitaria, la autoridades del Ministerio para la Educación Universitaria pretenden imponer criterios marcadamente sectarios por encima del sentido, concepto, significación y alcance de la autonomía universitaria.
Con la nimia excusa de “lograr la formación integral como ser social para la construcción de la nueva ciudadanía”, estos funcionarios están apostando a dar con los cambios necesarios en las universidades para que éstas “contribuyan a la transformación de la sociedad” para lo cual buscarán darle la vuelta a la concepción de docencia de manera de alinearla con el propósito encaminarla de cara a su empecinada construcción de la “patria socialista”.
De allí que una de las propuestas más engañosas del Gobierno Bolivariano es este Plan Nacional de Formación Permanente, supeditado a las líneas del cacareado modelo de desarrollo endógeno establecido en el Proyecto Nacional Simón Bolívar 2007-2013. Por consiguiente, se plantea formalizar el modelo productivo socialista que aduce la retórica revolucionaria.
Aún cuando se alega la existencia de un viejo modelo de universidad que sigue respondiendo a patrones, modos y formas de producción, alejados de la razón de ser de la Universidad autonómica, resulta inconcebible que el espíritu democrático universitaria vaya a prestarse para jugar con el régimen la idea concretar un modelo universitario dirigido a fraguar su institucionalidad en el marco de una apócrifa “ética socialista”. ¿Para qué entonces la autonomía universitaria?
AMIGO, TE PASASTE …
Una cosa es lealtad. Otra es dignidad. Entre ambas estriba una diferencia que se explica en la libertad asumida en el mismo momento en que se obra supeditado por las circunstancias. Cuando se lee la consigna política “lealtad siempre”, está develándose la subordinación o sumisión que está por encubrirse detrás de la  gestión que vincula ambas instancias. Más, si se está en un ámbito de gobierno.
Bajo tan burdo eslogan, no hay forma de exaltar lo que la constitución de la República señala cuando hace ver que el gobierno de la República y de las entidades políticas, es y será democrático, descentralizado, responsable y pluralista. Sobre todo, cuando su preámbulo concibe la institucionalidad gubernamental a partir de un Estado federal basado en valores que aseguren un sistema político, social y económico “(…) sin discriminación ni subordinación alguna”.
No conforme con tal declaración de sometimiento, reveladora por demás de ausencia de principios políticos y de ética pública, quien así se manifiesta ante las elecciones del próximo 16-D, acentúa su descaro al publicar por los medios regionales una carta y juramento al pueblo merideño y al comandante Chávez condicionando la potestad de un cargo de alto gobierno que sólo puede brindarle la soberanía popular a través del voto o del referéndum. Sólo queda decirle: Amigo, te pasaste…
@ajmonagas
antoniomonagas@gmail.com

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