La palabra del dirigente político
tienen valor, hasta que se traduce en hecho público. Cuando sucede lo
contrario, es letra muerta, palabras sin valor práctico. Y la única manera de
atestiguar la formalidad de un compromiso, es a través de la obra pues lengua y
manos, voz y voto, precepto y ejemplo, son relaciones cuya ruptura sólo
manifiesta ausencia de principios morales y políticos.
“HOY POR TI, MAÑANA POR MI”
En los adagios, aforismos o frases
populares, están contenidas manifestaciones de vida que surgen de cara a
circunstancias que devinieron en hechos. Pero también, en sus razones se anclan
valores, actitudes y conductas de una población lo cual, de alguna forma,
revela la cultura y hasta la historia de dicha comunidad.
La profundidad de la frase “hoy por
ti, mañana por mi”, cuando se comprende, conmueve. Sobre todo, cuando se
advierte la sordidez en la que está sumergido el mundo toda vez que las
tendencias de vida se han visto marcadas por el egoísmo y la envidia como
contravalores de insidiosas consecuencias. El sentido de este adagio, refiere
la necesidad de socialización entre miembros de un colectivo o comunidad. El
ser gregario, infunde tan importante condición ya que toda persona necesita de
otro para construir el mundo por el cual ha de transitar. Habida cuenta que
algunas tareas pueden lograrse individualmente. Pero otras requieren,
ineludiblemente, del apoyo mutuo o compartido. Es la predisposición constante
lo que define esta situación.
Y el ejercicio de la política no
excluye el hecho de vivir o trascender por tan común lugar. Más, porque tan
sabia máxima constituye uno de los peldaños desde el cual se alienta el derecho
a la igualdad universal como esclarecida expresión de justicia. El concepto de
política recorre valores morales sobre los cuales se depara su praxis.
Justamente a partir de esta consideración, debe comprenderse cómo la política
funge ciertamente de piedra angular de toda actividad humana. Sin embargo, las
realidades políticas convergen dramáticamente en composturas cuestionadas en
virtud de la transgresión de derechos en que incurren quienes, desde la vida
política, profanan el poder.
La palabra del dirigente político
tienen valor, hasta que se traduce en hecho público. Cuando sucede lo
contrario, es letra muerta, palabras sin valor práctico. Y la única manera de
atestiguar la formalidad de un compromiso, es a través de la obra pues lengua y
manos, voz y voto, precepto y ejemplo, son relaciones cuya ruptura sólo
manifiesta ausencia de principios morales y políticos. Para una sociedad que
busque encauzar su destino a través del ejercicio democrático de gobierno, no
existe la palabra sin la evidencia de la obra. Si como aludía Gian Doménico
Romagnosi, jurista y político italiano (1761-1835) “la política debe hacer
hombres”, se tiene entonces que cuando no existe coherencia entre la lengua y
las manos, se evidencia falsedad y mentira. Ya Napoleón había dicho que “ nada
va bien en un sistema político en el que las palabras contradicen los hechos”.
De ahí que quienes hacen vida política debe juzgárseles por lo que hacen, no
por lo que dicen. Las palabras solo sirven para establecer realidades,
atenuándolas o agravándolas. Más, toda vez que resulta imposible saber cuál es
la calidad -espiritual o material- de la intención, cuando hay gobernantes que
suelen conformarse con peroratas sin razón.
El ladrón, el corrupto o el inmoral
creen que los demás son como ellos pues sus vidas son guiadas por la vara con
que se miden a sí mismos. Por lo tanto, se atreven a juzgar y condenar a los
demás de acuerdo con sus perversos códigos de conducta. Jamás entenderían el
sentido que envuelve el versado adagio que intitula esta breve disertación. Es
el caso del actual presidente de la República, quien a pesar del malestar que
aqueja su salud física, emocional y espiritual, no sólo luce incapaz de abordar
debidamente la complejidad de los procesos sociales creativos que caracterizan
al país. También, aunque peor aún, no ha sabido reconocer la gratitud como
factor motivador de comportamiento político. Particularmente, porque no ha
comprendido que el agradecimiento es un sentimiento o actitud de reconocimiento
de un beneficio recibido o por recibir lo que determina la significación del
profundo aforismo que debería orientar su vida, indistintamente del marco
político en el que suscribe su ideología. O sea: “hoy por ti, mañana por mi”.
VENTANA
DE PAPEL
CALLES
QUE NO DAN PARA MÁS
Por encima de 300 horas anuales,
pierden los merideños en colas como resultado de calles que no dan para más y
que, por tanto, se convirtieron en un factor de congestión vehicular ya que
nunca fueron ni ampliadas ni tampoco recuperadas en su gran mayoría.
La desidia gubernamental explica la
razón de tan molesta situación. Nunca decidió construir nuevas vías que
minimizaran el grave problema del pesado tránsito en horas picos donde buena
parte de la población se moviliza entre los extremos de una ciudad que, como
Mérida, es un corredor estrecho en su medianía y algo amplio en sus polos.
Aunque la situación se torna aún más
crítica cuando la ciudad queda sin electricidad, cuando ocurre algún percance
vehicular, o se irrespeta la normativa de tránsito, tiempos de lluvias, la
merma de policías viales o la presencia de anárquicos motorizados o disturbios
estudiantiles lo que paraliza la conexión entre puntos diferenciados de la
ciudad. ¿Pero que puede exigirse? Mérida es una ciudad carente de un plan
urbano que regule no sólo la vorágine de la construcción de viviendas.
También, la construcción y
ordenamiento de vías a lo interno de Mérida. En consecuencia, el caos vial
atropella la ciudad de los caballeros que, además, casi han desaparecido por la
transculturización derivada de una dinámica socioeconómica sin sentido del
abolengo, del gentilicio o del costumbrismo que define toda comportamiento
local o regional. Esto deja ver que la red vial merideña está formada por
calles que no dan para más.
¿PARA
QUÉ ENTONCES LA AUTONOMÍA UNIVERSITARIA?
Inspirado en el modelo cubano de
educación universitaria, la autoridades del Ministerio para la Educación
Universitaria pretenden imponer criterios marcadamente sectarios por encima del
sentido, concepto, significación y alcance de la autonomía universitaria.
Con la nimia excusa de “lograr la
formación integral como ser social para la construcción de la nueva
ciudadanía”, estos funcionarios están apostando a dar con los cambios
necesarios en las universidades para que éstas “contribuyan a la transformación
de la sociedad” para lo cual buscarán darle la vuelta a la concepción de
docencia de manera de alinearla con el propósito encaminarla de cara a su
empecinada construcción de la “patria socialista”.
De allí que una de las propuestas más
engañosas del Gobierno Bolivariano es este Plan Nacional de Formación
Permanente, supeditado a las líneas del cacareado modelo de desarrollo endógeno
establecido en el Proyecto Nacional Simón Bolívar 2007-2013. Por consiguiente,
se plantea formalizar el modelo productivo socialista que aduce la retórica
revolucionaria.
Aún cuando se alega la existencia de
un viejo modelo de universidad que sigue respondiendo a patrones, modos y
formas de producción, alejados de la razón de ser de la Universidad autonómica,
resulta inconcebible que el espíritu democrático universitaria vaya a prestarse
para jugar con el régimen la idea concretar un modelo universitario dirigido a
fraguar su institucionalidad en el marco de una apócrifa “ética socialista”.
¿Para qué entonces la autonomía universitaria?
AMIGO,
TE PASASTE …
Una cosa es lealtad. Otra es dignidad.
Entre ambas estriba una diferencia que se explica en la libertad asumida en el
mismo momento en que se obra supeditado por las circunstancias. Cuando se lee
la consigna política “lealtad siempre”, está develándose la subordinación o
sumisión que está por encubrirse detrás de la
gestión que vincula ambas instancias. Más, si se está en un ámbito de
gobierno.
Bajo tan burdo eslogan, no hay forma
de exaltar lo que la constitución de la República señala cuando hace ver que el
gobierno de la República y de las entidades políticas, es y será democrático,
descentralizado, responsable y pluralista. Sobre todo, cuando su preámbulo
concibe la institucionalidad gubernamental a partir de un Estado federal basado
en valores que aseguren un sistema político, social y económico “(…) sin
discriminación ni subordinación alguna”.
No conforme con tal declaración de
sometimiento, reveladora por demás de ausencia de principios políticos y de
ética pública, quien así se manifiesta ante las elecciones del próximo 16-D,
acentúa su descaro al publicar por los medios regionales una carta y juramento
al pueblo merideño y al comandante Chávez condicionando la potestad de un cargo
de alto gobierno que sólo puede brindarle la soberanía popular a través del
voto o del referéndum. Sólo queda decirle: Amigo, te pasaste…
@ajmonagas
antoniomonagas@gmail.com
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