La destrucción de la democracia y de la descentralización se plantean en nombre de la democracia
El
comandante desempolvó el paquete de leyes del Poder Comunal, aprobadas en
diciembre de 2010, inmediatamente después de su triunfo el 7-0 porque
necesitaba cohesionar a sus huestes en torno de un objetivo común, que no podía
ser la descentralización, proceso al que considera "neoliberal", ni
de los liderazgos locales dado que los paracaidistas que nombró candidatos en
varios estados carecen de la estatura y el carisma para unir los votantes
oficialistas. Requería una consigna de carácter general que se convirtiera en
cemento cohesionador de la nueva contienda, de modo que fuese su propio
liderazgo el que otra vez estuviese en juego el 16-D.
El
relanzamiento del Poder y el Estado Comunal, sin embargo, no busca solamente
convertir al caudillo de nuevo en el protagonista de los comicios generales.
También persigue otros propósitos de mediano y largo plazo. Creo que los
siguientes son los más importantes.
Acabar
con la República y con la democracia representativa con el fin de sustituirla
por la "democracia directa" y el "autogobierno" de pequeñas
comunidades constituye una de las obsesiones más arraigadas del caudillo. De
allí la propuesta de las comunas, nuevas unidades político territoriales en las
que se organizaría el país. Esta idea fue esbozada originalmente por Marx en su
análisis de la Guerra Civil en Francia y en Crítica al Programa de Gotha,
textos en los cuales el creador del "socialismo científico" analiza
las causas que condujeron al fracaso de la Comuna de París en 1871. A partir de
los bocetos trazados por Marx, Lenin en 1917, un mes antes del golpe de Estado
que coloca a los bolcheviques en el poder, escribe El Estado y la Revolución,
opúsculo que puede ser considerado la biblia del marxismo en temas como la
dictadura del proletariado, el autogobierno, la democracia directa, la
atomización del poder, las milicias populares, el pueblo en armas, la
aplicación del terror en la lucha política y la construcción del Estado
revolucionario, entendido este como Estado totalitario.
Quien
quiera entender las raíces teóricas de estas antiguallas debe leerse ese libro
y pasearse por las páginas de otro texto fundamental del mismo autor: El
renegado Kautsky y la Revolución Proletaria. Del Estado y la Revolución, Fidel
Castro dijo en una oportunidad que era uno de sus libros de cabecera. Así es
que vayan atando cabos.
Otra
meta importante del Poder Popular chavista reside en pulverizar la
descentralización y los órganos institucionales a través de los cuales esta se
desarrolla: las gobernaciones y las alcaldías. En la Ley Orgánica de las
Comunas y en la del Poder Popular las gobernaciones y, especialmente, las
alcaldías quedan abolidas en la práctica. Las competencias de estos órganos del
Poder Público en materia de servicios públicos, salud, educación, ornato, son
asumidos por los consejos comunales y por las comunas, que pasan a constituirse
en la célula fundamental del Estado.
La
destrucción de la democracia y la descentralización se plantean en nombre de la
"verdadera" democracia y protagonismo del pueblo. El fraude de esta
impostura se ha revelado en todos los países donde las comunas se han
construido. Solo han servido para atomizar el poder de la gente, descuadernar
la unidad del Estado en sus bases y concentrarlo en la cúpula que asume las
riendas del Estado. Los soviets en la URSS en realidad a quien le transfirieron
todo el poder fue a Stalin y a la reducida camarilla que lo rodeaba. Lo mismo
ocurrió en China con las comunas impulsadas por Mao. Este líder implacable y
cruel despojó a ese pueblo asiático de toda fuerza real, mientras él se
convirtió en el amo absoluto de la nación. La concentración del poder en Rusia
y China estuvo acompañada de un nauseabundo culto a la personalidad de Stalin y
de Mao. El "poder popular" nunca pasó de ser una ficción destinada a
someter a los pueblos que padecieron esas "democracias directas".
Pulverizar
todas las organizaciones independientes de la sociedad civil representa otro
objetivo. Hasta los clubes deportivos pasarían a estar bajo la lupa del Poder
Comunal. En los países comunistas el pueblo puede organizarse y participar,
pero dentro de las organizaciones creadas por el "poder popular".
Además, debe hacerlo. Lo contrario es muy mal visto y motivo de sospechas por
parte de los militantes del partido oficial. En Cuba circula una conseja
tenebrosa, que revela el alma del totalitarismo: todo lo que no está prohibido
es obligatorio.
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