viernes, 23 de noviembre de 2012

RÓMULO LANDER HOFFMANN, MIEDO A LA LIBERTAD

Cuando la gente, cuando un país entero cree y siente que necesita imperiosamente de un determinado individuo o un pequeño grupo de individuos, no necesariamente representados por un partido político, como una alternativa única para salir de una situación por grave que ella sea, revela básicamente, que sus instituciones son débiles, y lo que es más grave aún, revela su inmadurez.
Es lo que podríamos llamar “El miedo a la Libertad”. Ser libres, significa Por encima de todo, asumir plena responsabilidad de nuestros actos cotidianos. Y es este mismo miedo, lo que nos empuja constantemente hacia regresiones vergonzosas como el Fundamentalismo, o las personalidades Mesiánicas, sin darnos cuenta que estas personalidades, como producto de su entorno, no se caracterizan exactamente por la ética.
Son generalmente hombres, o mujeres, que aman el poder por encima de todo, no dudan en manipular a la ciudadanía o en utilizar las instituciones de manera de asegurarse el mando o la influencia sobre el colectivo.
En América Latina tenemos una larga y siniestra herencia de autoritarismos que nos vienen desde la colonia y que definitivamente, favorece la aparición de este tipo de personajes llenos de ambiciones pero realmente pobres de altruismo, aunque es este altruismo lo que pregonan cual vendedores de deseos. Condición por cierto por sí sola no suficiente pero necesaria para poder intentar servir a sus conciudadanos.
Es tiempo de que nos demos cuenta de la seducción, del engaño y del craso error que significa aceptar lo mediocre como bueno.
Es tiempo de empezar a recordar, que desde tiempos inmemorables, nunca, el poder funcionó para beneficio de los ciudadanos comunes (nosotros) sino para quienes lo ejercieron.
Durante el ultimo decenio nos han querido acostumbrar a que los que detentan el poder, otorgado por nosotros, pueden hacer lo que quieran.
Un buen ejemplo de esto lo podemos encontrar, y con ello una explicación racional de muchas de las actitudes de nuestros pueblos Latinoamericanos en general, en nuestros conquistadores. Quienes establecieron un verdadero paradigma al imponer en aquellos tiempos que las cédulas reales debían ser acatadas más no cumplidas. A éstos, les sucedieron los encomenderos, quienes tenían como función principal la de organizar geopolíticamente las provincias y educar a los indígenas ofreciéndoles a cambio trabajo. En su lugar, los convirtieron en esclavos, los humillaron y los vejaron olvidándose completamente de su misión, de su deber y del futuro de las tierras descubiertas.
A aquellos, les sucedieron los caudillos quienes definitivamente, salvo raras excepciones, no mejoraron el rumbo trazado, sino que reforzaron lo heredado. “Confundieron” el patrimonio de todos con el propio, comportándose como si de su propia hacienda se tratara. Haciendo por mucho tiempo lo que les vino en gana Sometiendo todo a su omnipotencia, al hacer las leyes a su propia medida. (algo muy parecido a lo que tenemos hoy dia)
Es tiempo de que se comience a instaurar nuestra propia legalidad. Es tiempo de que nuestro perfil como país comience a dibujarse sin esfumados, tiempo de tener y de entender lo que queremos sea nuestro país. Y por ultimo, tiempo de que nuestro proyecto de país Sea: deseable, posible, pero por sobre todas las cosas, producto de un pensamiento colectivo.
Debemos de una vez por todas dejar atrás el infantilismo político social dependiente.
Deben empezar a surgir por todos lados, caudillos y hombres providenciales, que existen muchos, tantos, que en cada VENEZOLANO hay uno de ellos.
Debemos de dejar a un lado mitos y leyendas. Debemos entender que una sociedad que se precie de tal no sólo se conforma con promulgar las leyes, sino que cumpliéndolas construye la legalidad.
Es cierto que somos una sociedad muy joven y también es cierto que a pesar del retoceso de los ultimos 14 años, hemos avanzado en este último medio siglo hacia una sociedad mejor y que por esa misma juventud no hemos podido parar a tiempo la abrumadora realidad que significó esa subita y desproporcionada riqueza de los años 70 para la que no estabamos preparados. Pero no es menos cierto, que ya estamos en plena conciencia de lo que ha venido pasando y que hoy por hoy casi todos los venezolanos hemos experimentado el horror de una miseria que quien hoy nos desgobierna ha prometido acabar.
Debemos aquí aplicar aquella máxima que reza: “un pueblo sin memoria es un pueblo sin futuro”
Debemos entender que este futuro no depende de un Mesías,y mucho menos de un pseudo mesias como Chavez, sino de todos y cada uno de nosotros que somos los únicos y verdaderos responsables de construirlo.
Debemos dejar de sentir “miedo a la Libertad”.
Amanecerá y veremos.

rlander48@yahoo.com

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