Se trata de ejercer una ciudadanía responsable y comprometida con la defensa de los derechos humanos
En diciembre de 1998, al asumir la Presidencia de la República, amplios sectores nacionales cifraron sus esperanzas en Hugo Chávez. La ilusión del cambio estaba centrada en la superación de la crisis socioeconómica y política que atravesaba el país. Hoy, catorce años después y luego de los resultados electorales del 7 de octubre, Chávez continúa siendo figura central y se mantiene la ilusión del cambio, cambio que para un sector de la población sólo es posible cuando éste deje la Presidencia y, para otro, mientras se mantenga en ella.
Esta paradójica ilusión da cuenta también de un proceso de polarización social que a la par de convocar la adhesión, la confianza y la identificación con el propio grupo, llama a despreciar, desconfiar y odiar al grupo contrario considerado enemigo. El profundo impacto psicosocial que ha generado la polarización en Venezuela se refleja también en espacios familiares, laborales, comunitarios, mediáticos, religiosos, etc., donde se reproducen las mismas actitudes de exclusión y negación del otro presente en la lucha política.
Convivencia social
Aun cuando la polarización constituye un eficaz mecanismo de control sociopolítico, resulta difícil social y psicológicamente mantener una postura polarizada durante tiempo indefinido. La convivencia social requiere un ámbito, así sea mínimo, de sentido común, de confianza en el Otro, de aceptación de reglas comunes para todos. Sin ese espacio y sentido compartido se dificulta la vida social. De allí, la urgencia de propiciar el diálogo entre grupos políticos hoy enfrentados. Este diálogo es indispensable para avanzar en el proceso de reconocer y respetar las diferencias y generar un debate pro positivo sobre los graves y múltiples problemas que confronta el país, los cuales difícilmente podrán ser resueltos sin la convergencia de todos.
Dado que la polarización se apoya en actitudes y creencias que bloquean el diálogo, se requiere generar algunas claves para facilitar dicho diálogo en distintos espacios, con la concurrencia de distintos sectores políticos y sociales, que sin renunciar a sus posiciones, puedan analizar los acontecimientos, su significado y el costo social que genera la polarización al fracturar el tejido social y dividir la población en nosotros y ellos. Algunas de estas claves refieren a claridad y flexibilidad ideológica, la ruptura de la imagen en espejo o estereotipo mutuo negativo; el reencuentro con la realidad del otro, intentando entender qué es lo que "el otro" está entendiendo y qué es lo que está sintiendo y matizar la diferenciación dentro y fuera del grupo: no todos nosotros somos así, ni todos ellos son lo opuesto.
Se trata pues de ejercer una ciudadanía responsable y crítica comprometida con la defensa de los derechos humanos, el reconocimiento del Otro, con la creación y preservación de espacios plurales de debate y participación democrática. Se trata de convivir en paz y en democracia, celebrando la diversidad de voces, rostros y sueños que somos como país.
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