Así como Indiana Jones buscando su
Arca de la Alianza perdida, los venezolanos nos hemos embarcado en la búsqueda
del liderazgo perdido. Creíamos tenerlo el 7-O pero los acontecimientos de esa
noche fueron tan desesperanzadores que muchos de nosotros pensamos que nunca lo
tuvimos.
Tal vez estemos buscando donde no es.
Porque en esencia ¿qué significa el liderazgo? ¿Qué es en realidad lo que
estamos buscando y no encontramos? Se oye mucho en la calle, en los medios de
comunicación: “hace falta un nuevo liderazgo”, pero nadie explica que es eso.
La gente lo asocia con los partidos
políticos para ocupar las posiciones de representación popular a través del
voto. Pero eso va más allá de esa simple máscara. Y tal vez en la respuesta a
la pregunta “¿Qué significa el liderazgo en Venezuela?” logremos desentrañar
esa sensación de haber perdido el norte y no saber qué hacer ante esta
arremetida brutal que significó el 7-O para los venezolanos y que aún nos
amenaza con repetir su zarpazo el 16D.
Siempre he creído que más que
respuestas correctas debemos hacer las preguntas correctas. Una pregunta para
empezar podría ser ¿tuvimos alguna vez liderazgo en Venezuela? Muchas voces
autorizadas dicen que sí. Vivieron en la Venezuela de los Siglos XIX y XX, sin
ir más atrás, personas que marcaron nuestra existencia como pueblo en muchas
áreas. La cultura, las ciencias, la política.
Si partimos de ese hecho, si se quiere
sencillo y fácil de explicar, ¿qué los diferenció a ellos del resto? ¿Qué los
diferenció y los inmortalizó en sus distintas disciplinas? ¿Cuál era el hilo
conductor que hizo que fueran reconocidos como “lideres” en sus respectivos
campos? Podríamos ensayar algunas respuestas: lo primero era que no eran
ningunos improvisados y se distinguían por ser muy estudiosos. Nadie puede
dudar que un Jose María Vargas, en el campo de las ciencias, o un Arturo Uslar
Pietri en el campo de la cultura o un Rafael Caldera en el campo de la política
fueran unos individuos que brillaron por sus estudios y sus obras. Fueron líderes
en su actividad.
He allí un hilo conductor que
podríamos señalar. Otro aspecto que podríamos responder de este tipo de
individuos es que nunca nadie los señaló como traficantes en su campo. ¿Podría alguien indicar que un Jose Gregorio
Hernandez, siendo un sabio de la medicina hizo uso de ella para enriquecerse?
¿O un Luis Razetti? ¿Podría alguien decir que Rómulo Betancourt se murió rico
por traficar con la política? ¿Sabe alguien si Rómulo Gallegos se hizo rico con
Doña Barbara?
Los líderes señalados dedicaron gran
parte de su vida a cultivarse a sí mismos para ofrecer el fruto de ese cultivo
personal a su comunidad y a su país, sin más retribución que la satisfacción de
haber dejado una huella histórica. Ese tránsito vital necesariamente tiene que
haber estado lleno de las clásicas virtudes y defectos humanos.
Es por eso que muchos dirán que alguno
de los personajes históricos mencionados arriba tuvo defectos que los llevaron
a realizar acciones consideradas reprochables. Es cierto. Pero también es
cierto que nadie podría negar que fueran líderes inobjetables en sus campos de
actividad.
Y así podría llenar páginas y páginas
de ejemplos de nuestro propio país con personas que marcaron la historia de
Venezuela PARA BIEN. También podríamos mencionar algunas que lo hicieron PARA
MAL y que también pueden considerarse líderes en toda la extensión de la
palabra y que dejaron una impronta que todavía no se borra en el venezolano.
Uno de ellos es Juan Vicente Gomez.
Con Gómez la Venezuela de principios
del siglo pasado se congela en el tiempo. Lo que logro este hacendado sin
educación, que hizo de este país su finca particular, fue la popular consigna
Unión, Paz y Trabajo, que se reducía a lo que decía la oposición de su tiempo:
Unión en las cárceles, Paz en los cementerios y Trabajo en las carreteras. Este
líder surgió en una Venezuela completamente feudal y llegó, a su manera, a
poner “orden” dentro del desorden de guerras intestinas que existían en el
país.
Un tanto parecido hizo PARA MAL el
actual líder de la llamada Revolución del Siglo XXI. Llegó en un momento
histórico del país donde todas las “ranas” pedían por un Rey, en medio del más
absoluto desorden y falta de liderazgo (ver Fábulas de Esopo en http://ticsddhh.blogspot.com/2012/03/fabulas-de-esopo.html).
Y ahora “el Rey” de la fábula no se quiere ir.
Sacamos como conclusión entonces que
algunos liderazgos aparecen en momentos históricos y se montan sobre una ola y
después no se quieren ir. Y otros se construyen y se moldean con la vida del
país transformando con el tiempo esas circunstancias históricas, y trabajando
poco a poco en sus diferentes campos para estar preparados para el cambio que
inevitablemente termina ocurriendo en cualquier momento. Pero esos liderazgos
no pueden ser improvisados. No pueden ser el resultado de la propaganda
política ni de los medios de comunicación, como está sucediendo en la Venezuela
actual.
Aun cuando Gomez no pudo ser
desplazado del poder, la pléyade de estrellas que había en el firmamento
venezolano era muy extensa, en todas las áreas pero fundamentalmente en la
política. Y a su muerte, gente extraordinariamente culta e instruida realizaron
los cambios necesarios para introducir al país a la modernidad y al concierto
de las naciones. Ese liderazgo estaba allí, producto de años de estudio,
trabajo, bodega y añejamiento, para aflorar en el momento preciso.
Y es por eso que cuando las personas
buscan desesperadamente al liderazgo nunca lo encuentran en lo que hay en la
superficie; y que se presentan o tratan de vendernos en los medios de
comunicación, tratando de hacernos creer que algunos de los que se promocionan
van a resolver los problemas profundos y estructurales del país. A veces
nosotros mismos nos engañamos con eso y pasan cosas decepcionantes que nos
empujan a dejar de votar.
La siguiente pregunta que sale es la
siguiente ¿y cómo los identificamos? Y la respuesta sería: ellos se harán más
visibles en la medida que arrecien los problemas porque nadie más que ellos
tendrán las soluciones y mostrarán el camino a seguir. Están allí, pero hay que
ser más cuidadoso en la escogencia.
Nunca como en la Venezuela actual ha
habido mayor concentración de inteligencia y cultivo de personas para salir de
este problema que se creó antes y a partir de 1998. La gente deberá saber
diferenciarlos de los productos prefabricados por los partidos políticos y que
estarán gritando engañosamente en la superficie. Hay que mirar un poco más
profundo y verles la etiqueta, así como algunos hemos empezado a hacer con los
productos que se compran en los supermercados, solo para citar un lugar común.
Escoja solo aquellos con conocimiento,
tradición y tiempo de añejamiento, no en la política sino en lo que hace con su
vida. Verifique su trayectoria y aportes a sus comunidades. No escoja recién
llegados sin larga tradición en sus propios campos de actividad. Pida
referencias, investíguelos bien. No de un cheque en blanco a alguien
desconocido. Sea más profundo y crítico en sus apreciaciones. Oiga sus
intervenciones y trate de sopesar la sinceridad de su discurso y su amor por
este país. El próximo 16D puede ser un buen momento para empezar.
Se sorprenderá de lo que podría
encontrar, tanto para bien como para mal. En esta época de la información
masiva se puede conseguir casi cualquier cosa de cualquier persona. Nos
hubiéramos podido ahorrar muchos dolores de cabeza en estos 14 años si en 1998
hubiéramos hecho ese sencillo ejercicio, porque hubiéramos rechazado a este
gorila a la primera solo por ser un militar mediocre. Y este cambio de actitud
de los votantes obligará a los partidos y a cualquier grupo a mejorar sus
cuadros dirigentes. Tal vez de esta manera ese liderazgo no esté tan perdido
como pensábamos y haya una esperanza para Venezuela.
Email: luismanuel.aguana@gmail.com
Twitter:@laguana
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