La concepción del estado psicosocial latinoamericano, como enfoque Psicopolitico moderno, exige de nuevos mapas cognitivos, referentes a la relación Estado-Ciudadano, a la economía, a la libertad, a la justicia social, a la ecología y a más deseables relaciones entre el Estado que se le plantea un redimension profunda entre su concepción controladora a una facilitadora de vida ciudadana, como de sus familias y las comunidades.
Significativos cambios de actitudes de las masas populares latinoamericanas parecerían señalar la mayor fuerza de valores morales, éticos y políticos necesarios para generar cambios profundos en el devenir de los pueblos, en contra de la miseria, la injusticia, la pobreza entre otros males que nos aquejan. Por otro lado, la dirigencia política, huérfana de entendimiento y humildad, no logran ni medir la correlación de fracasos en ninguno de los modelos transitados. Confiando todavía en su intuición van caminando en el sendero de la desesperanza social.
Draibe y Riesco afirman, que en el plano de los regímenes políticos, la así llamada «tercera ola de democratización» ha afectado positivamente a la región, impulsando la estabilización del régimen democrático y posibilitando la expansión de las demandas sociales, de los derechos sociales y del compromiso de la sociedad civil con las políticas públicas. Aparentemente trazas que logran sentirse, sin aun lograr entender el fondo de la problemática; en una dinámica que no se detiene.
Por otro lado, el mayor protagonismo, autonomía y capacidad institucional de las ciudades, impulsadas por la descentralización y estimuladas por los programas de cooperación local, regional, nacional e internacional descentralizada; logran impactar como estrategias de lucha contra la pobreza y en pro de la cohesión social. Pero no logran consolidarse por las acciones de los Estados, cuyo interés básico es el del control de la vida del ciudadano y su fortalecimiento como ente regulador.
Innovaciones como éstas no se pueden entender tan sólo como una unión de cambios de diseños triviales y puntuales, y de operacionalización de programas (Basada en políticas clientelares o populista). Al contrario, modalidades de organización y gestión como las expuestas anteriormente se traducen en una nueva institucionalidad de las políticas del Estado, que pareciera responder a nuevas matrices o esquemas de conocimiento y de valores, probablemente apoyadas en bases e intereses sociales distintos de los que prevalecieron en el pasado.
¿Cómo interpretar dichos cambios desde la perspectiva de la Relación Estado, Nación y Ciudadano? ¿Se podrían vislumbrar contornos de un cambio profundo? Bajo las garantías de los Derechos Humanos, la protección al Planeta Tierra y a un desarrollo sustentable que logre beneficiar a los pueblos y las futuras generaciones de latinoamericanos. Como utilizar inteligentemente la globalización, las redes sociales, la academias y la investigación, en el conjunto de necesidades de desarrollo y crecimiento.
Jose Pons joseponschene@hotmail.com
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