La gente en Mariara dormía esa noche
del sábado, como se acostumbra hacerlo en todos los rincones de Venezuela por
la inseguridad, con un ojo abierto y el otro cerrado. Cualquier ruido en la
calle producía el sobresalto natural de quienes llevan años azotados por
delincuentes, que cometen sus fechorías ante la mirada silente de cuerpos
policiales que solo acuden al llamado cuando ya se han consumado los delitos y
perdido vidas humanas.
El alumbrado público de Mariara como
buena parte del país, es deficiente y los bombillos que han sobrevivido a la
desidia, iluminan como velas tenues de la Edad Media, lo cual contribuye a que
la delincuencia sorprenda a desprevenidos en las calles o casas.
Sin que nadie lo imaginara, una banda
de "robaquintas" portando armas de alta potencia y cuchillos de
fabricación casera, había estado toda la noche bebiendo y consumiendo drogas
dentro de un carro robado, mientras literalmente "patrullaban" cada
cuadra, calle y avenida de la urbanización, en la búsqueda de una oportunidad
para penetrar cualquier domicilio que diera señal de ser lo suficientemente
débil e inofensivo, y susceptible de ser asaltado sin mayores problemas.
De pronto los malvivientes avistaron
la puerta de una morada que les resultó fácil de violentar. Sin pensarlo mucho,
bajo el influjo de drogas y alcohol, con la seguridad de saber que la impunidad
del delito en Venezuela es un monumento nacional; y ante la ausencia
desmesurada de cuerpos policiales que velen por la vida y los bienes de quienes
allí viven; se bajaron del carro, forzaron la entrada y taciturnos tomaron
control de la vivienda, cuyos habitantes lamentablemente despertaron en forma
súbita al percatarse de ruidos que no pudieron evitar los indeseables
visitantes.
Sobresaltado el hombre joven de la
casa les cortó el paso y los increpó, cerrándoles el acceso con su cuerpo hacia
su madre y su pareja, y evitar les hicieran daño. Esto fue suficiente motivo
para que le dispararan varias veces sin mediar palabras, a un alma inocente que
defendía a su familia. Inmediatamente las mujeres de la casa empezaron a gritar
aterrorizadas por semejante situación, lo que hizo que los maleantes
desenfundaran los "chuzos", y sin contemplaciones de ningún tipo apuñalearon
a la madre y a la conyugue embarazada, dándoles muertes instantáneamente. Acto
seguido requisaron de toda la residencia, logrando obtener un botín que nunca
valdrán las vidas humanas cobradas esa noche en Mariara. Cuando los ladrones se
disponían a salir, entró en la casa el padre del joven previamente asesinado, y
con la frialdad propia de los psicópatas, abalearon al hombre dejándolo mal
herido, el cual fue recogido por vecinos que tuvieron que esperar la fuga de
los delincuentes para poder trasladarlo a un centro asistencial, donde
finalmente también falleció desangrado.
Raudos y veloces, sin miedos ni
temores o escrúpulos, los delincuentes abandonaron la casa asaltada de Mariara,
llevando consigo nimiedades que costaron la perdida de cuatro vidas humanas. En
su huída no hubo nadie que los detuviera y menos quien se atreviera, ante el
poderío de sus armas y frente a la indiferencia de un gobierno como el que
tenemos que creó hace 14 años la Misión Muerte, esta vez debutando en Mariara.
@jcajias
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