El Liberal - 12-Nov-12 - Opinión
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Dos mensajes del 8N
por Hugo Martini
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Dos mensajes del 8N
por Hugo Martini
Es probable que haya otros 8N, hasta que sus mensajes se introduzcan en el sistema político y la gente no tenga que movilizarse para defenderlos.
El primer mensaje es que la naturaleza de la movilización fue positiva. Es una actitud intelectualmente muy primitiva pensar que la protesta se agotó en sí misma y no propuso nada. Al contrario, propuso todo: (1) a la protesta contra la mentira propone gobernar sin mentir, (2) contra la inseguridad propone vivir físicamente seguros, (3) contra la inflación propone, no mentir con el Indec y vivir sin inflación.
¿Qué dicen los analistas –del gobierno y la oposición- cuando el mismo ocho a la noche sostenían que faltaban propuestas? ¿Se pretende que cada uno de los centenares de miles que salieron a la calle debió llevar una carpeta, con una propuesta escrita, explicando lo obvio?
El segundo mensaje dice: la gente pidió cosas, simplemente cosas: basta de mentiras, inflación, inseguridad. Pero la Argentina es un país de personas –no de cosas ni de instituciones- y la mayoría de la dirigencia sigue alimentando, entusiasmada, esta distorsión.
Un ejemplo exagerado, permite ser más claro: si mañana se produjera una catástrofe natural desproporcionada algunos líderes –envueltos en la tarea de rescate- dirían: “Con Cristina no y con Macri tampoco, ni con Scioli, Alfonsín o Moyano”. A la afirmación: “pero todo se hunde” la respuesta sería: “no importa, ese es mi límite”. Es probable que la inmensa marea humana que se movió no esté pidiendo un líder que la salve sino, simplemente, una dirigencia que se ocupe de las cosas.
Es probable que los párrafos anteriores sean muy simples. Ocurre que lo del 8 de noviembre fue, realmente, muy simple: gente que caminaba mientras protestaba y proponía, sin buscar un palco que no estaba, sin esperar discursos porque no los habría, concentrándose y desconcentrándose en paz, sin cantos ni banderas partidarias. Había que verlos, para saber que venían de todas partes y que nadie los había traído. Para ser claro, no eran “indignados” que negaban, estaban buscando otro país.
El sistema democrático ha sido desde siempre una planta exótica en la Argentina. Se ha tratado, sin éxito, primero de distorsionarlo o negarlo y después, imponerlo desde arriba. Sin que lo adviertan, ni siquiera los manifestantes, es probable que por primera vez esté naciendo, sea impulsado desde abajo. Tardará tiempo, una variable que se usa poco y no sabe de urgencias electorales.
Es probable que haya otros 8N, hasta que sus mensajes se introduzcan en el sistema político y la gente no tenga que movilizarse para defenderlos.
El primer mensaje es que la naturaleza de la movilización fue positiva. Es una actitud intelectualmente muy primitiva pensar que la protesta se agotó en sí misma y no propuso nada. Al contrario, propuso todo: (1) a la protesta contra la mentira propone gobernar sin mentir, (2) contra la inseguridad propone vivir físicamente seguros, (3) contra la inflación propone, no mentir con el Indec y vivir sin inflación.
¿Qué dicen los analistas –del gobierno y la oposición- cuando el mismo ocho a la noche sostenían que faltaban propuestas? ¿Se pretende que cada uno de los centenares de miles que salieron a la calle debió llevar una carpeta, con una propuesta escrita, explicando lo obvio?
El segundo mensaje dice: la gente pidió cosas, simplemente cosas: basta de mentiras, inflación, inseguridad. Pero la Argentina es un país de personas –no de cosas ni de instituciones- y la mayoría de la dirigencia sigue alimentando, entusiasmada, esta distorsión.
Un ejemplo exagerado, permite ser más claro: si mañana se produjera una catástrofe natural desproporcionada algunos líderes –envueltos en la tarea de rescate- dirían: “Con Cristina no y con Macri tampoco, ni con Scioli, Alfonsín o Moyano”. A la afirmación: “pero todo se hunde” la respuesta sería: “no importa, ese es mi límite”. Es probable que la inmensa marea humana que se movió no esté pidiendo un líder que la salve sino, simplemente, una dirigencia que se ocupe de las cosas.
Es probable que los párrafos anteriores sean muy simples. Ocurre que lo del 8 de noviembre fue, realmente, muy simple: gente que caminaba mientras protestaba y proponía, sin buscar un palco que no estaba, sin esperar discursos porque no los habría, concentrándose y desconcentrándose en paz, sin cantos ni banderas partidarias. Había que verlos, para saber que venían de todas partes y que nadie los había traído. Para ser claro, no eran “indignados” que negaban, estaban buscando otro país.
El sistema democrático ha sido desde siempre una planta exótica en la Argentina. Se ha tratado, sin éxito, primero de distorsionarlo o negarlo y después, imponerlo desde arriba. Sin que lo adviertan, ni siquiera los manifestantes, es probable que por primera vez esté naciendo, sea impulsado desde abajo. Tardará tiempo, una variable que se usa poco y no sabe de urgencias electorales.
Es probable que haya otros 8N, hasta que sus mensajes se introduzcan en el sistema político y la gente no tenga que movilizarse para defenderlos.
Este es un reenvío de un mensaje de "Tábano Informa"
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