lunes, 26 de noviembre de 2012

EGILDO LUJÁN NAVA,¿SEGURIDAD AGROALIMENTARIA O “HALLACAZO” IMPORTADO?, FORMATO DEL FUTURO…

Es importante insistir en discutir y tratar el tema de la Seguridad Agroalimentaria, por ser de vital importancia para cualquier país del mundo. Es más, es indispensable que el Gobierno correspondiente vele y se haga responsable de eliminar riesgos de desabastecimiento, principalmente de alimentos y de materias primas o productos finales necesarios para el normal funcionamiento procesador,  y la satisfacción plena y eficiente de las necesidades del país.
En materia alimentaria, la historia nos ha enseñado que la escasez de alimentos puede sobrevenir por la falta de producción, pestes, cambios climáticos, guerras y, entre otros, por errores tácticos. Lo cierto es que el hambre es una de las peores calamidades que le puede suceder a cualquier nación.
Ahora bien, en Venezuela, tenemos excelentes y grandes extensiones de tierras cultivables, buenas condiciones climatológicas, gente preparada para hacer la tarea. Teníamos aceptables vías de penetración, conocimientos técnicos, acceso a los insumos necesarios para cultivar y criar, producción industrial, crédito, amplias y eficientes redes de distribución y un buen mercado de consumo que se autocontrolaba con una libre competencia, lo que conducía a una oferta de calidad y de cantidad a buen precio y SEGURIDAD. Como subproducto de todo esto, obteníamos un amplio mercado de trabajo y beneficio para toda la población. Y, finalmente, como resultado plausible, GARANTIA AGROALIMENTARIA.
  ¿Qué hemos hecho durante los últimos 14 años?. Guerra al "LATIFUNDIO"  contra fincas o propiedades de media (1/2) hectárea, hasta de cualquier cantidad de hectáreas. El fundamento ha sido ideológico y dirigido hacia la implantación de una persecución mal llamada expropiadora, arrebatándole más de CUATRO MILLONES DE HECTAREAS productivas al campo venezolano, según cifras del propio Gobierno, sin recompensar a sus legítimos propietarios, ni hacer de tal extensión un modelaje productivo referencial. Es decir, al no haber pagado siquiera sus bienhechurías, estamos en presencia de un despojo, y cuyo sello identificatorio es ahora la improductividad, si acaso, la producción conuquera de tales terrenos.
Adicionalmente, hoy los productores que, en su mayoría, vivían anteriormente con sus familias y trabajadores en sus fincas o sitios de producción, no lo pueden hacer por miedo al hampa y peligro de ser asaltado o secuestrado. Por lo que, aunado a la acción expropiadora gubernamental, las consecuencias de todo esto no podía ser otro: el desplome de la producción nacional, cayendo en lo que ya comúnmente se le llama EL “HALLACAZO IMPORTADO”, por aquello de que, además, importamos maíz, carne, pollo, alcaparras, aceitunas y casi todos los ingredientes de nuestra tradicional hallaca, símbolo de la culinaria decembrina nacional.
Llegamos a la inseguridad Agroalimentaria, implantando una economía de puertos. Y ahora los venezolanos somos agroproductores portuarios, dependiendo del funcionamiento de instalaciones donde opera toda clase de vicios, ineficiencia, trabas, burocracia; en fin, una maraña de problemas. Al no haber producción nacional, estamos importando casi el 80% de lo que consumimos y nuestros cinco puertos marítimos nacionales; La Guaira, Puerto Cabello, Maracaibo, Guanta y El Guamache no están preparados para atender esa enorme cantidad de carga. Los invito a que visiten nuestros puertos y aprecien las colas de buques en espera de turno para descargar.
¿Efectos?: fuga de divisas, desabastecimiento, incremento de costos, enormes pérdidas por descarga fuera de las fechas de vencimiento, descomposición de alimentos, robos, y, consecuencialmente, INSEGURIDAD ALIMENTARIA.
Hasta ahora, Venezuela ha tenido cómo pagar este enorme volumen de importaciones, propiciándose una bestial fuga de divisas que, actualmente, por escasez de las mismas, nos está llevando a una temida –e inevitable- devaluación de nuestra moneda. Una medida que, como ha sucedido en todas las ocasiones que se ha implantado en el país desde hace ya casi treinta años a partir del célebre “viernes negro”, al final,  afectará negativamente a todos los campos y sectores de producción de la economía nacional. De hecho, sin que se haya producido tal medida, ya entramos en crisis de abastecimiento (y perdónenme la anécdota: recorrí diez farmacias para conseguir un pote de leche para un bebé).  ¿Y el caso del arroz, del azúcar y del café ? .
Finalmente y concluyendo: ya no tenemos mucho más que advertir. Los errores están a la vista; sólo falta actuar. Comencemos por reconstruir los centros nacionales de producción, convoquemos a todos nuestros productores y todas las asociaciones y gremios que los agrupan. Dejemos de beneficiar a los productores de otros países y contemos con los nuestros que están aquí y que siempre estaremos. Seguridad, vías de comunicación, acceso al crédito oportuno para todos y manos a la obra, que el país cuenta con nosotros. Los productores no vemos color político, no discutimos ideologías: vemos dedicación al trabajo, eficiencia, conocimiento, producción, creación de empleo y bienestar.
Me da terror pensar qué pasaría si se desploma el precio del petróleo, sigue cayendo la producción petrolera nacional o se desata una guerra internacional. Retratémonos en el Medio Oriente y su peligroso conflicto de corte Internacional. Si Estados Unidos deja de comprarnos  petróleo, en fin, cualquier calamidad de esta índole, nos dejaría sin divisas para seguir comprando espejitos y armamentos. De hecho, bien vale la pena recordar que Estados Unidos, en apenas cuatro años, ya estará autoabasteciéndose, y que, a partir de entonces, diez años más adelante, estará en condiciones de producir tanto o más petróleo que Arabia Saudita. ¿Y qué hacemos mientras tanto? : armar presupuestos alimentados por el rentismo y el dispendio.
Llegó la hora de reflexionar, pero con el corazón en Venezuela y para los venezolanos. No queremos ser enemigos de nadie. Si tenemos disparidad de criterios, discutamos, lleguemos a acuerdos, solucionemos los problemas. Revisemos la historia de la humanidad. Ya este camino lo han recorrido muchos países y han terminado en un estrepitoso fracaso a un costo elevadísimo. En este punto, tengo que repetir lo dicho por André Gide: "Todas las cosas son ya dichas; pero como nadie escucha, hay que volver a empezar siempre". El lema de todo Gobierno y todo venezolano tiene que ser: guerra contra el mayor enemigo de la humanidad: la
pobreza.

egildolujan@gmail.com

Enviado a nuestros correos por:
Edecio Brito Escobar
ebritoe@gmail.com

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