Río
Negro - 26-Nov-12 - Opinión
http://www.rionegro.com.ar/diario/la-clase-1014744-9542-editorial.aspx
Editorial: La
clase media ante el futuro
Mientras
que se supone que, en América del Norte y Europa, franjas sustanciales de la
clase media corren peligro de caer en la pobreza, tema éste que dominó los
debates preelectorales entre el presidente norteamericano Barack Obama y su
rival republicano Mitt Romney, al procurar los dos convencer al electorado de
que serían capaces de impedirlo, el Banco Mundial nos informa que en América
Latina la clase media está creciendo a un ritmo muy pero muy satisfactorio,
sobre todo en la Argentina donde, asegura, se ha duplicado desde el inicio de
la gestión kirchnerista en el 2003, de 9,3 millones de personas a 18,6 millones
en el 2009.
Se trata de cifras impresionantes, pero sería prematuro celebrarlas.
Según los técnicos del Banco Mundial, para formar parte de la clase media
argentina basta con tener un ingreso mensual de entre 300 y 1.500 dólares, pero
en Estados Unidos se ubica la línea de pobreza en aproximadamente 1.920 dólares
mensuales, razón por la que no es demasiado sorprendente que, conforme a las
estadísticas oficiales, la proporción de pobres en el país grande más rico del
planeta sea llamativamente mayor que en la Argentina del Indec.
Asimismo, nadie
ignora que la supuesta expansión de la clase media –segmento social al que la
pertenencia depende de algo más que el ingreso en un momento determinado– ha
sido en realidad el resurgimiento de amplios sectores que se habían hundido
pasajeramente a causa de la crisis pavorosa del 2001 y 2002, en la que millones
perdieron sus empleos y sus ahorros, sin por eso modificar mucho su escala de
valores.
A diferencia de otros países de la región, como Brasil y Chile, la
Argentina tuvo una clase media nutrida en la segunda mitad del siglo pasado, pero
por desgracia no hay motivos para creer que a partir de entonces se haya
ampliado.
Acaso
porque tantos suponen que en los países desarrollados tiene los días contados,
últimamente se ha puesto de moda nuevamente hablar bien de la clase media, de
ahí las alusiones frecuentes de Obama y Romney a la necesidad de defenderla
contra las tendencias económicas que están debilitándola, el informe del Banco
Mundial en que se subraya como un hecho muy positivo el que, a juzgar por las
estadísticas disponibles, los países latinoamericanos, tradicionalmente
célebres por la desigualdad social que los ha caracterizado, estén haciéndose
más equitativos, y la afirmación de la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner de que "yo siempre me he sentido muy orgullosa de ser parte de
esta formidable clase media argentina, pujante, emprendedora".
Aunque las
palabras de Cristina pueden atribuirse a la conciencia de que no le convendría
en absoluto perder el apoyo de aquellos sectores de clase media que habían
aportado a su triunfo electoral en octubre del año pasado, compartirá la
convicción generalizada de que una gran clase media es fundamental para la
estabilidad política y que las aspiraciones de sus integrantes, despreciables
desde el punto de vista de miembros de ciertas elites culturales y sectas
revolucionarias, constituyen el motor principal del progreso social.
Si
bien no cabe duda de que en los años últimos la clase media argentina ha
recuperado una parte del terreno perdido hace una década, tienen razón quienes
señalan que las mejoras que se han registrado distan de haberse consolidado.
Por el contrario, el malestar que muchos sienten, y que exteriorizaron
participando del cacerolazo del "8N" o, según las encuestas de
opinión, aplaudiéndolo, se debe a la sensación de que el país está acercándose
al fin de una etapa.
Entre los enemigos más peligrosos de la clase media está
la inflación, que se ha visto agravada últimamente por las medidas oficiales
que virtualmente prohíben el ahorro. Tarde o temprano, será necesario enfrentarla
con ajustes, como los que ya están en marcha en todo el interior, que
provocarán más dificultades a los calificados por el Banco Mundial como
"vulnerables".
De frenarse la movilidad social ascendente que,
conforme a las estadísticas oficiales, se ha producido a partir del 2003, la
clase media dejaría de ser un factor de estabilidad social y política, ya que
quienes se sienten defraudados luego de haber confiado en un
"proyecto" o "modelo" determinado suelen reaccionar con más
virulencia que los que nunca han tenido motivos para esperar que el futuro les
resulte mejor que el presente.
Este
es un reenvío de un mensaje de "Tábano Informa"
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