jueves, 15 de noviembre de 2012

CHARITO ROJAS, EL SILENCIO NO ES INOCENTE

 “Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena”. Mahatma Gandhi (1869-1948) líder de la independencia de la India, político y filósofo de la lucha pacífica.
Un silencio decepcionado y demoledor desarticula la oposición venezolana, entregada al llanto plañidero de la pérdida de una batalla en medio de esta guerra desatada por un gobierno cada vez más radicalmente comunista.
Hay que dejar la pasividad, seguir adelante siempre, por encima de las tumbas, como decía Rómulo Betancourt, esa es la obligación de los demócratas. Los ciegos, malvados y mercaderes, serán arrojados del templo por el látigo de la justicia que corresponda, la divina o la humana.
La palabra comunista no le gusta a nadie, ni siquiera a los líderes de oposición que se cuidan de utilizarla para no parecer talibanes de derecha. Pero el perfil copiado del régimen de Fidel Castro, ha imitado desde los nombres de las instituciones hasta la forma de operar las mismas, desde el vocabulario deliberadamente ofensivo hasta el uso indiscriminado de los recursos del estado para dogmatizar al gobierno y a sus gobernados. Ya Venezuela es Cubazuela, con similares instituciones, leyes y estilo de gobierno. Las diferencias son marcadas solo por la distancia en el tiempo de ambos regímenes y por el caudal de petrodólares que impone tratamiento diferente de las mismas situaciones.
Y por supuesto, hay un elemento que atenta contra la imposición de un régimen comunista cerrado en Venezuela: las redes sociales, algo que no existía en la época de la implantación del castrismo ultra marxista en Cuba, por lo cual con la confiscación de los medios de comunicación bastó para acallar las voces del pueblo sometido.
Aquí las políticas son más acordes a los nuevos tiempos: Ley Resorte para controlar los medios audiovisuales, juicios por crímenes inventados por una Fiscalía creativamente revolucionaría para encarcelar a los opositores incómodos y a los “traidores” a la causa; leyes a contramano de la Constitución, sancionadas con triquiñuelas leguleyas para someter los sectores económicos y sociales adversos.
Este gobierno ha capoteado, a cuenta de una supuesta revolución que tiene como fin la igualdad (traducida ella en que todo el mundo será igualmente pobre y sometido), los derechos humanos más elementales, como son el de la vida (170.000 muertes violentas en 14 años) el de expresión (al que no le guste que se vaya del país, Diosdado dixit), el de libre tránsito (colapso de la infraestructura, control de cambio con escaso acceso a divisas viajeras, abandono del parque automotor y aéreo), las libertades económicas (el gobierno estatizando y cohibiendo el accionar de la empresa y el comercio privado), el derecho a la propiedad (la expropiación como política de estado, el despojo de los propietarios ante los inquilinos); en fin, situaciones que dejan a los ciudadanos cada vez más desvalidos ante un gobierno que controla no solo los hilos del poder ejecutivo sino de todos los poderes, las leyes, los recursos y hasta las vidas privadas.
Sin embargo, aparte de las redes sociales que son la vía de salida de la información del descontento y el abuso, hay un elemento que ningún régimen totalitario ha logrado controlar: la voluntad de los ciudadanos, sus deseos de libertad y la búsqueda de caminos para salir a la luz cada vez que un país cae en manos de señores de la oscuridad. Quienes leen un poco de historia saben a qué me refiero.
Entonces ¿cómo no va a preocupar este silencio de la oposición? ¿Cómo, después de haber librado una campaña triunfante y con elementos de ética, esperanza y justicia que nos son indispensables para sobrevivir como seres humanos y como país democrático, vamos a abandonar el campo de batalla dejando paso libre a lo que hemos combatido durante 14 años?
Es la pregunta que yo le hago a aquellos que hoy dicen “boto tierrita y no juego más”. Típico de los malos jugadores, típico de los malos luchadores, de aquellos que piensan que si no ganan no vale la pena seguir en el play. Ahora que somos más votos que nunca, algunos piensan en abandonar. Porque no votar es abandonar, abstenerse es jugar en contra, no luchar es darse por vencido y dar el triunfo al otro sin luchar. ¿Qué vaina es esa?
El argumento de no legitimar al gobierno participando en actos electorales que muchos consideran fraudulentos, es descocado. ¿O es que las leyes que aprobó ese parlamento totalmente rojo, gracias a la locura de la oposición de botar tierrita y no participar en las elecciones de 2005, son inválidas? Qué va, son esas leyes las que nos pasan como cuchillos por el cuello, sin acordarse de que quienes las sancionaron fueron electos con apenas un 27% del padrón electoral, porque los opositores decidieron levantar su ofendido trasero y largarse. Qué guerrera actitud. Yo fui uno de los pocos opositores que acudió a las solitarias urnas porque soy una votona empedernida: que me roben el voto, que tengan ese trabajo, que se esfuercen por disputármelo, pero no les dejo lugar ni les regalo espacios.
Otros no van a votar porque piensan que hubo fraude. Y claro que lo hubo: un gobierno que sin ningún escrúpulo usa los recursos del estado, a los empleados públicos, todos los medios de comunicación estatales, ante la mirada cómplice del CNE y los demás poderes, es un gobierno atropellador y que gana con ventajismo intolerable. Pero que metieron dos millones de votos en las urnas, eso es cuesta arriba de creer porque en la MUD no hay pendejos: de Ramón Guillermo Aveledo para abajo, todos son unos veteranos electorales, que saben mucho sobre fraude.
¿Ustedes creen realmente que Henrique Capriles se iba a dejar quitar la Presidencia de la República, que iba a negociar la Primera Magistratura? Para quienes creen que lo amenazaron les digo entonces ¿qué hace ese flaco aquí en Venezuela, peleando por la Gobernación de Miranda, si está amenazado? Por favor, un poco de sensatez.
Aquí lo único cierto es que nos enfrentamos a gente inescrupulosa que se ha apoderado del país, de sus instituciones y de sus recursos, que nos está costando sacarlos con votos por el ventajismo abusador que aplican, que tenemos un CNE al que debemos vigilar milimétricamente, que tenemos la obligación con nosotros, con nuestros hijos y con nuestro país, de intentar todo lo que esté a nuestro alcance para imponer la vía de la democracia, la decencia, la justicia, la ética y la libertad.
Anteriores elecciones han demostrado que los votos –muchos, eso sí- dan resultado. Allí tenemos una fracción opositora sentada en la Asamblea Nacional. Tenemos gobernadores y alcaldes de oposición. Ninguno de ellos ganó por concesión graciosa del CNE sino por votos nuestros en las urnas. Somos seis millones y medio contados, ¿dejaremos perder esa ganancia tremenda cuando podemos obtener varias gobernaciones, que serán bastiones frente a la pretensión de un estado comunal?
Sin excusas, sin miramientos, hay que evangelizar con el discurso democrático a todos los que nos rodean. Tener fe en que siempre, absolutamente siempre, el bien triunfa sobre el mal. Y esto no es radical: es la verdad de esta Venezuela de desigualdades y odios implantados por gente que no encuentra forma de imponerse sino afrentando y dividiendo.
No hagamos el juego de los tontos útiles, dejando nuestra casilla vacía y dándonos de ofendidos o decepcionados, dudando de la capacidad de los líderes de la MUD o creyendo en pajaritos preñados. Mucho menos nos pongamos a discutir las bondades o defectos de nuestros candidatos: son esos y punto. Esto es lo que hay: no es momento de nombres sino de planteamientos, o es democracia o es comunismo.
Hay que dejar la pasividad, seguir adelante siempre, por encima de las tumbas, como decía Rómulo Betancourt, esa es la obligación de los demócratas. Los ciegos, malvados y mercaderes, serán arrojados del templo por el látigo de la justicia que corresponda, la divina o la humana.
AQUÍ ENTRE NOS
*El Comandante Presidente dio un ejemplo revelador de sus criterios sobre el valor de la academia, la igualdad, la jerarquía y los méritos, cuando definió las nuevas relaciones de trabajo en una sociedad comunal: “Un gerente con corbata es una obscena división de poderes. ¿Por qué tiene que ser el mismo que limpie los baños todos los días? […] el gerente también puede limpiar el baño, botar papeles, pasar coleto [limpiar el piso]“. 
Tanto nadar para ahogarse en la orilla.
*La mitad de los candidatos del Presidente a las gobernaciones son militares, lo cual corresponde con el diseño de dominación castrense que ha privado en este período. Tres ex ministros de la defensa, un ex comandante del ejército y el resto militares participantes en golpes de estado acompañan este proyecto presidencial de instalar en las gobernaciones a gente de su entorno militar. El candidato de Carabobo, Francisco Ameliach, participante en el golpe de 1992, ha sido diputado, ministro de la Secretaria, ha ocupado cargos directivos en el PSUV y se caracteriza por su fidelidad al Presidente. Carabobo tiene poco que agradecerle: como su representante, Ameliach asistió solo a 6 sesiones de las 64 que se realizaron en ese período en el parlamento nacional.
Charitorojas2010@hotmail.com
Twitter:@charitor

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