miércoles, 21 de noviembre de 2012

ALBERTO JIMÉNEZ URE, LA MENDICIDAD INSTITUCIONALIZADA EN REGÍMENES TOTALITARIOS

«Con fines obviamente perniciosos, les obsede controlar los poderes públicos y los medios de producción; el destino, la alimentación, pensamiento y emociones de los ciudadanos: quieren apropiarse de todo, es decir, son totalitarios, pero pretenden maquillar su infamia institucionalizándola»
Es su destino, del Vulgo. Nuestro destino, el de todos los ciudadanos, sin menoscabo de alguien por su oficio [aun cuando el pueblo difuso, a causa de la manipulación de la Propaganda, sospeche que algunos no formamos parte del enjambre] está predeterminado en los regímenes totalitarios.
El intelectual, estudiante, funcionario público, profesional universitario, obrero o empleado [del Estado o Empresa Privada cómplice] aceptará o acatará que se le trate como a un mendigo.
El despótico en funciones de mando siempre «nacionaliza» empresas privadas prósperas para luego izar la bandera de la «Patria» a la cual envilece tras intimidar y ulteriormente exterminar a los ciudadanos que, por sentirse oprimidos, se le oponen con la Crítica Política. Para Él, tales no son civiles disidentes: sino bastardaje insubordinado. Su desenfocado y febril razonamiento lo fuerza a percibir un soldado en cada ciudadano aun al civil que se resiste a ser uniformado o recibir entrenamiento militar. La Doctrina Castrense o Miliciana, de hecho limitada por una clásica, universal y mediocre reglamentación, le impide comprender lo que la naturaleza del ciudadano comporta profundamente. En la praxis de su iniquidad pretórica, la Crítica Política es una peligrosa forma de [rebelión perniciosa]  insurgencia desestabilizadora del «Poder [Podrido] Constituido o Constitucional».
El Tirano Constitucional se apropia del ingenio de los ciudadanos, para exhibirlo al modo de una presea de olimpiada. Se apropia de los bienes del ciudadano emprendedor y exitoso con el pretexto de recuperarlos para repartirlos equitativamente a la «mayoría del segregado o [desposeído] «marginado».
Se apropia abruptamente de empresas productoras de alimentos [en favor de  supuestamente garantizar lo que hipócrita, majadera y cínicamente define «seguridad alimentaria»], inmuebles u objetos suntuarios que culminan en sus mansiones revolucionarias.
Al cabo, ejecutan inmorales e ilícitas confiscaciones «de los bienes ajenos» resultado del ingenio y esfuerzo personal [oficialmente] ultrajados en perjuicio de personas con talento para los negocios.
Al cabo, reitero, arrebatan ilícitamente los frutos de la inversión de capitales: privados, nacionales o extranjeros. Impulsan, revolucionariamente, la castración del trabajo individual y postergan la reparación de sacrificios económicos y hasta aniquilan la inteligencia de quienes eran exitosos empresarios. Él [Tirano- Estado] se apresura, mediante la Propaganda Infame y Oficial, a criminalizar el Ingenio.
Al despótico le obsede monopolizar la búsqueda, procesamiento y difusión de las informaciones para desinformar. Fustiga [y atraca con tributaciones fiscales] a los medios privados de comunicación, empresas independientes de los avatares políticos u organizaciones no gubernamentales que bogan por el respeto a los Inalienables y Humanos Derechos, a fundaciones con fines de bienestar social y centros privados para la atención médica: «porque con La Salud no debe comercializarse», aducen los canallas a quienes poco importa el bienestar del manipulado Vulgo.
Y hasta luce bonita esa nefasta apropiación, con supuestos propósitos «humanitarios» [que sólo delata la inoperatividad e ineptitud del funcionariado ante las necesidades del vasallaje] de las Empresas Privadas de Atención Médica.
Los bien remunerados asesores para la diseminación de infamias se lo sugieren y ovacionan la consumación del robo institucionalizado de la Propiedad Privada.
Los enfermos «dignificados» por el Estado Bienhechor  [perdón, por Él, porque es bicéfalo] comienzan a experimentar un humillante calvario para recibir atención médica gratuita. Todos, en procesión, son más felices porque el oprobioso e ineficiente trato oficial frente a su condición de enfermo ahora tiene positivos efectos psicológicos. Mendiga ser auxiliado, pero lo hace con «dignidad».
El Estilo Totalitarista de Gobierno se apropia de casi todo, incluso del pensamiento de los propensos a ser adoctrinados. A los que se resisten a ser alienados se les estigmatiza como miembros de la Escoria Contrarrevolucionaria, o Cofradía de Parias y Enemigos de los Pueblos [porque los hombres nuevos, por suprema voluntad condenados a la miseria perpetua, tienen status internacional de revolucionarios entre comillas y comidillas de juergas cancilléricas]. El Déspota Sempiterno quiere gobernar a un pueblo por «dignísima voluntad» pobre, condenado a la minusvalía hasta su extinción. Bajo las «revoluciones», el Vulgo mendiga hasta el Derecho a Morir sin tanto sufrimiento y hasta ser sepultado en fosas comunes. Sin previo y cuestionable tedeum, porque los clérigos son dispensadores del «opio de los pueblos».
El Dignatario de la Tiranía convierte en funcionario público a la mayor cantidad posible de trabajadores, porque serán sus vehículos para la Propaganda Revolucionaria o de Gobierno Nacional Socialista [de cualesquiera Siglo]. Los veja, les hace rogar por el pago puntual de sus salarios y mejoras en sus condiciones de existencia. La puja por discutir contratos laborales es penalizada. El usufructo de los bienes y el confort son exclusivos para la Cúpula Gubernamental Armada, Ministerial, Electoral y Judicial. La Historia dicta que, sin la impudicia e impunidad de la renovable casta de los tiranos y quienes los sostienen, en el mundo los individuos y sus gobernantes no se habrían convertido en irreconciliables factores de obstrucción de la Verdadera e Inmutable Justicia Natural.
@UREscritor

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