Los niños tienene menos horas de clase para
pasar tiempo junto a su familia, y durante la secundaria, la mitad hace
pasantía en lugares de trabajo.
Imagínese un país cuyos habitantes trabajan
menos horas y donde los niños pasan menos tiempo en la escuela que los demás.
Uno no asociaría esta imagen a la de una
nación exitosa económicamente.
Sin embargo, la descripción que acabamos de
hacer corresponde ni más ni menos que a Alemania, el centro industrial de
Europa y el segundo mayor exportador del mundo; un país cuya economía ha
detenido por sí sola la caída en recesión de la eurozona y la única nación lo
suficientemente rica como para salvar al euro.
Cuando uno piensa que solo los holandeses
trabajan menos horas que los alemanes -entre los integrantes de la Organización
para la Cooperación y Desarrollo Económico-, que los niños alemanes pasan un
25% menos de tiempo en la escuela que sus pares italianos y que sólo en Europa
hay seis economías más productivas, uno se pregunta por qué entonces la
economía de Alemania es tan poderosa y qué lecciones podemos aprender de ella.
Lazos y reformas
Horas de trabajo anuales
México: 2.250
Chile: 2047
Federación rusa: 1981
EE.UU.: 1787
Italia: 1774
Japón: 1728
España: 1690
Reino Unido: 1626
Alemania: 1413
Holanda: 1379
Fuente: OECD
No hay duda de que Alemania se ha beneficiado
enormemente con el euro.
Al asociarse con los países del sur de
Europa, cuyas economías eran más precarias, Alemania adoptó una moneda mucho
más débil de la que podría haber adoptado. Teniendo en cuenta que es una de las
pocas naciones con un superávit en su balanza de pagos, el marco alemán habría
sido bastante más fuerte que el euro.
Esta situación impulsó las exportaciones de
Alemania, que, como resultado, son más baratas para los consumidores en el
extranjero.
Pero ésto sólo explica en parte la bonanza
actual de la economía alemana.
Otro factor importante son los niveles
relativamente bajos de deuda privada.
Mientras que el resto de Europa se atiborró
de créditos baratos durante la década de los 90 y del 2000, las empresas y los
individuos alemanes no gastaron más de lo que podían.
Una de las causas de este fenómeno, dice
David Kohl, economista del banco Julius Baer, basado en Fráncfort, es que las
tasas de interés real en Alemania permanecieron estables, a diferencia de las
de otras economías europeas.
"En Reino Unido, Italia, España y
Portugal, la alta inflación hizo que las tasas reales bajaran, con lo cual el
incentivo para pedir préstamos era alto", explica Kohl.
Pero las diferencias culturales también
influyen: a los alemanes les incomoda el concepto de pedir dinero prestado y
prefieren vivir dentro de sus posibilidades.
Les da culpa pedir prestado, la gente tiene
la idea de que "si tienes que pedir prestado, hay algo que estás haciendo
mal", señala el economista.
En Alemania están las fábricas de algunas de
las marcas más reconocidas mundialmente.
Y esto ha beneficiado particularmente a
Alemania en los últimos años. A diferencia de sus contrapartes europeas, los
consumidores y las empresas no necesitaron recortar sus gastos para reducir sus
deudas cuando los bancos dejaron de ofrecer préstamos durante la recesión.
Pero también hay otro razón para explicar la
actual preeminencia económica de Alemania: las -relativamente- pocas horas que
la gente pasa en el trabajo o la escuela.
Alemania inició un programa de reformas en el
mercado laboral en 2003, a raíz de los excesos en los aumentos salariales de la
era postunificación, que moderaron el aumento de los salarios.
Las reformas sentaron las bases para un
mercado laboral estable y flexible. Mientras que el desempleo en Europa y
Estados Unidos se disparó durante la crisis global, el número de desocupados en
Alemania apenas se modificó.
Los trabajadores estaban dispuestos a
trabajar menos horas sabiendo que así podrían mantener su trabajo.
También se sentían inclinados a hacerlo poque
el vínculo entre los trabajadores y los empresarios es más fuerte que en los
demás países.
La clave está en la educación
Más importante aún para la fortaleza
industrial de Alemania es el sistema educativo.
En la mayor parte del país las clases
terminan a la hora del almuerzo para que los niños puedan pasar más tiempo con
su familia.
"En algunos países, los directores de
las compañías son aquellos que estudiaron en las universidades, pero en
Alemania, si eres ambicioso y talentoso, puedes llegar incluso a los puestos
más altos de las principales empresas"
Andreas Woergoetter, OECD
Pero no es sino hasta la escuela secundaria
donde se nota la gran diferencia del modelo alemán.
"La mitad de los jóvenes en los últimos
años de la secundaria están haciendo un entrenamiento vocacional, y la mitad de
estos está haciendo una pasantía", señala Andreas Woergoetter, director de
estudios por países del departamento de Economía de la OECD.
Los pasantes -de entre 15 y 16 años- pasan
más tiempo en el lugar de trabajo que en la escuela. Y, después de tres o
cuatro años, tienen garantizado un puesto tiempo completo.
Por otra parte, en Alemania, no existe -o al
menos no de forma evidente- un estigma asociado al entrenamiento vocacional o a
los colegios técnicos, como ocurre en muchos otros países.
"Nadie los considera como algo
menor", dice Woergoetter. "En algunos países, los directores de las
compañías son aquellos que estudiaron en las universidades, pero en Alemania,
si eres ambicioso y talentoso, puedes llegar incluso a los puestos más altos de
las principales empresas".
Así, el sistema educativo alemán es una
suerte de fábrica de trabajadores altamente calificados para suplir las
necesidades específicas de las empresas y centros manufactureros del país.
Aprender sí, copiar no
Claramente hay mucho que aprender del modelo
germano, pero con copiar las reglas no alcanza.
Muchas economías envidian la fortaleza de la
industria alemana, sobretodo porque la demanda de sus productos industriales en
los mercados emergentes como China no deja de crecer.
Pero hay que recordar, que no hasta mucho
tiempo atrás, la situación era otra.
"Diez años atrás, nosotros en Alemania
mirábamos al potencial de añadir valor agregado (mayor que el nuestro) del
sector de servicios en Reino Unido", explica el economista David Kohl.
"Hay límites al valor agregado que
puedes producir en el sector industrial. Si quieres ser rico, necesitas estar
en el sector de servicios".
Y aunque hora parezca improbable, quizás un
día Alemania vuelva a mirar a los demás en busca de inspiración.
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