Esta carga global de caballería en contra de
China, ha provocado que ignoremos otro fenómeno tal vez más interesante; La
India. Este otro país asiático con sus más de 1000 millones de habitantes,
inició reformas similares a las de China para
llevar su economía hacia el milagro de la libertad y los mercados
libres. La India no es solo un país meramente asiático. Es una enorme nación
muy diferente, por razones históricas, culturales y religiosas, del resto de
Asia tradicional.
Después de haber sufrido penurias que la
convirtieron en una de las naciones más pobres de la tierra y, al igual que
Cuba, identificarse como huérfano del fracaso de la URRS, bajo el liderazgo de
su nuevo Primer Ministro, P. V. Narasmha, se embarcó en una apertura radical de
su economía, inició el derrumbe del edificio socialista de Nehru y la apertura
de sus mercados. Pero el verdadero arquitecto de esta transformación, fue el
Ministro de Finanzas, Manmohan Singh, quien en equipo con Leszek Balcerowiccz en
Polonia, Vaclav Klaus de Checoslovaquia, y Zhu Rongji en China, deben ser
considerados como los grandes reformadores del siglo XX recién terminado. El
resultado ha sido el lograr crecimientos promedio de un 8% durante los últimos
años.
Como todas las ex colonias de la Gran
Bretaña, heredaba lo fundamental para que su suelo fuera especialmente fértil
permitiendo la germinación de la semilla de la libertad. La India heredó de
Inglaterra una democracia estable y madura con su parlamento, pero tal vez más
importante, el entendimiento de cuales actitudes son las que lo hacen operar.
Gran Bretaña dejó también en India un codificado sistema legal que eliminaba
las barbaridades de antaño. La India heredaba luego la tradición de un gobierno
honorable y razonablemente eficiente. Finalmente, Inglaterra le daba a la India
un lenguaje común y universal en una nación en la cual existían más de 300
lenguas y, siendo el inglés el idioma mundial de los negocios, ello es una gran
ventaja.
Sin embargo, la India tiene algo que la hace
especial y diferente al resto de los países del mundo; una conciencia única de
lo que representa una población educada y preparada. Con el propósito muy
claro, fue que hace años fundaron lo que se ha convertido en la factoría más
importante del país: el India Institute of Technology, más conocido como IIT en
todo el mundo. El IIT no es solamente una Universidad, es única, especial y muy
diferente. En ella se están generando las mentes para el cincelado de este
país. Está generando la India del futuro—la de la excelencia en ingeniería y
ciencia; la que porta Universidades de clase premier internacional, lo que lo
ha convertido en uno de los líderes en tecnología de la información e
industrias basadas en el conocimiento y capital humano.
Los estudiantes del IIT se les prepara no
sólo como los mejores ingenieros y científicos del mundo; se les prepara
también como extraordinarios líderes para que ya no conformen la tradicional
manada y puedan no solamente ser excelentes activos para las empresas más
exitosas del mundo, sino que ellos mismos se conviertan en empresarios
creadores de riqueza y de valor, primero en el extranjero, para luego regresar
a su patria. Cada año miles de sus graduados se encuentran ante la “incomoda”
situación de tener que decidir permanecer en su país, o emigrar a los países
más ricos y desarrollados del mundo, de donde reciben ofertas de trabajo
preferentes a los graduados del MIT, Harvard, Stanford, Oxford y otras
prestigiadas Universidades del planeta.
Uno de los programas televisivos más
populares de EU, hace unos meses presentaba los resultados de una investigación
en el IIT, y en sus entrevistas con los estudiantes—las que se efectuaban en inglés que dominan a la
perfección—estos jóvenes alumnos del IIT emanaban una actitud positiva, de
seguridad, ambición, de un gran optimismo hacia el futuro y, lo más importante,
no les apenaba el confesar que todos ellos pretendían primero trabajar fuera de
la India, para luego regresar a formar sus propias empresas y convertirse en
millonarios.
En estos momentos en los que el mundo cabalga
ya sobre la nueva era del capital humano, la India es uno de los grandes
productores de ese preciado producto. Durante los últimos 30 años la gran
mayoría de graduados del Instituto, al no encontrar oportunidades en su país,
emigraban con gran facilidad al occidente en donde su demanda de parte de las
grandes corporaciones del mundo era masiva. Muchos de ellos fueron de los
pioneros en la edificación del Silicon Valley en California, en donde amasaron
grandes fortunas como es el caso del fundador de Cisco Systems. Sin embargo,
estos emigrantes en grandes cantidades han estado regresando a la India con una
mentalidad muy especial y, sobre todo, con capital disponible, y son ahora los
que encabezan el gran cambio.
Al iniciar la liberalización de su economía
primero en la industria de la aviación, de inmediato Luftansa, la empresa
alemana, saltó al escenario en una interesante sociedad con inversionistas
privados, y han ya establecido uno de los servicios aéreos más eficientes del
mundo. Siguió la las comunicaciones privatizando su industria de radio y
televisiva. A partir de esos momentos las agencias de publicidad recién nacidas
en este desconocido mundo para ellas, han estado creciendo un 50% anual en
promedio. Con un ingreso per cápita que hace solo unos años no alcanzaba los
$300 dólares y en estos momentos sobrepasa los $5,000, el consumo ha explotado
y hoy día se considera que 350 millones de sus habitantes conforman ya una
clase media que cada día crece. Su PIB en estos momentos se sitúa en casi $4.5
Trillones de dólares.
Siendo la India, a diferencia de China, una
democracia. Sin garrote en mano el
proceso ha sido más lento y difícil, pues una cirugía general sin anestesia
para implementar este tipo de reformas, sin contar con una red de protección
para la inmensa pobreza existente, el esfuerzo y resultado ha sido aun más
admirable.
En países pobres y subdesarrollados, los problemas que enfrentan los reformadores son especialmente graves. El impacto inicial de las reformas pro mercado en países acostumbrados a crecer vía inflación, gasto del gobierno, proteccionismo etc., es muy doloroso y la gente exige resultados mágicos y rápidos—y es ahí donde se distinguen los politiquillos y los estadistas, pues los blandos reculan como ha sucedido en toda América Latina.
Pero la India ha seguido adelante sin tener
que enfrentar su Tianagmen. Su paso es muy firme, claro y decidido hacia el
capitalismo democrático. Si el proceso continua de la misma forma en que se ha
comportado los últimos años, se estima que la economía de este tan especial
país, en los siguientes 30 se sitúe entre las tres primeras del mundo (hoy día
es ya la cuarta), y se deba convertir en una poderosa fuerza de impacto
regional y global.
La India al igual que hace años la China reclutada por Nixon
se convertía en el contrapeso de la Unión Soviética, debe ahora jugar el mismo
papel con el primer reclutado; China.
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