Un antimodelo a la izquierda: Presentar hoy la experiencia chavista como una inspiración para la izquierda europea es simplemente una estafa intelectual. Si se pretende discutir de Venezuela, mejor se vale no sustituir a un análisis serio de las semi-verdades propagandistas rebuscadas en el momento de visitas guiadas en el pueblo Potemkine del circo bolivariese,
Observador y militante en el mismo sitio procesos sudamericanos políticos y sociales desde hace quince años, soy también elector de la Frente de izquierda. Es al título doble que deseo aportar mi punto de vista.
Beneficiario de la más abundante canasta petrolera de su historia, Venezuela comprometió a partir de finales del año 2003 una política de reducción de la pobreza meritoria pero muy problemática en sus métodos como en su sustancia.
Se topa desde hace cinco años con límites intrínsecos mientras que persisten o se agravan problemas agudos de inseguridad, de inflación, de vivienda y de subempleo. En cuanto a la marcha hacia el "socialismo", simplemente señalemos que la parte del sector privado en la formación del PIB venezolano aumentó de hecho bajo los mandatos de Hugo Chavez.
Paralelamente la decadencia probada de las "misiones" bolivariennes - brevemente revitalizados a golpes de petrodólares antes de cada elección-, lo que falta, es una política verdadera y social articulada a una reforma coherente del aparato de Estado. El social, en Venezuela, son operaciones extrainstitucionales de comando, sin horizonte sustentable definido, a veces militarizadas, o bien directamente administradas por un Estado extranjero a cambio de regalos petroleros.
Ninguna necesidad de prestar la oreja a la propaganda de la derecha local para comprender cómo esta política veleidosa se inscribe en la lógica depravada del pétro-Etat venezolano. En un documento que fecha de 2011, el Partido comunista discretamente reticente venezolano y aliado de Hugo Chavez, señala que no sólo " el modelo de capitalismo que depende rentista e improductivo dominante en nuestro país se perpetúa, sino que que se refuerza ".
No comprobamos " ningún progreso en materia de diversificación de la economía " sino al contrario un ahondamiento grave de su dependencia - tecnológico y alimentario en particular - y el triunfo de una burguesía importadora parasitaria.
Los comunistas venezolanos subrayan además que las iniciativas económicas de tipo cooperativa o " emprendida por producción social " promovidas marginalmente por el régimen tienen " muy poco éxito " - un eufemismo pulido visto los desastres observables en el mismo sitio.
Denunciando los daños del hyperpresidencialismo y la ausencia total " de instancias de dirección colectiva ", describen el Estado bolivarien como "altamente ineficaz", comprueban una " intensificación de la corrupción " y lamentan, al lado de salientes sociales parciales y frágiles, una verdadera " regresión en materia de planificación, en materia de coordinación y en materia de prestación de una serie de servicios públicos fundamentales ". Conclusión: " no podemos más ocultar el foso entre el discurso "socialista" de ciertos actores gubernamentales y la práctica concreta del gobierno, y la tensión que resulta de eso alcanza un punto crítico. "
Es el mismo diagnóstico que emiten las numerosas organizaciones políticas y sociales de izquierda y las decenas de millares de militantes progresistas honrados que, estos últimos años, se distanciaron con respecto al proceso bolivarien. En seguida tratados a "traidores" y de " agentes del Imperio " por los esbirros del régimen, tienen razón sin embargo cien veces de denunciar sus contradicciones chillonas y la cultura política ultraautoritaria constantemente reafirmada por la voz de su dueño: " exijo la lealtad absoluta hacia mi liderazgo. No soy un individuo, soy pueblo... Unidad, discusión libre y abierta, pero lealtad... Todo el resto es traición. " (Hugo Chavez, enero de 2010.)
Resumamos. Sobre el plan social, a los esfuerzos redistributifs años 2004-2006 - medianamente erráticos pero habiendo tenido lo merece poner la cuestión social en el centro del debate político - Sucedió una fase de estancamiento atada a gravísimos disfunciones de un Estado rentista colonizado por ello boliburguesía (la " burguesía bolivarienne ").
Sobre el plan económico, comprobamos el ahondamiento vertiginoso de un modelo parasitario, dependiente y corrompido que Chavez no inventó, sino llevó al extremo sus todas las rayas más nefastas. Sobre el plan internacional, hace mucho tiempo que todo el mundo sabe en América latina que, a causa de sus incoherencias y de su histrionisme estéril, Chavez perdió la batalla del liderazgo regional.
El discurso "antiimperialista" del régimen, cuyas relaciones pétrocommerciales con los Estados Unidos son excelentes, se resume en un apoyo indefectible y atronador de Muamar Gadafi, Bachar Al-Assad, Mahmoud Ahmadinejad o Alexandre Loukachenko. Lo que es más, Chavez patéticamente es dependiente de multinacionales brasileñas y come en la mano de su " mejor amigo ", el presidente colombiano Juan Manuel Santos, aliado crucial de Washington.
Al nivel de las prácticas institucionales, el gobierno de Chavez no es por cierto una dictadura, sino, para tomar una comparación europea, sobre un gradiente de autoritarismo manipulador que iría de Silvio Berlusconi a Vladimir Putin, es muy próximo en sus métodos y su espíritu de un régimen como el de Viktor Orban en Hungría.
Justicia a las órdenes, la criminalización de los movimientos sociales y del sindicalismo de lucha (el "asunto" "Tarnac" de Chavez se cuenta por decenas), encarcelamientos arbitrariedades, interdicciones profesionales, confusión sistemática del partido y del Estado, equivocado los mecanismos y las garantías definidos por la Constitución bolivarienne, la tolerancia cómplice de la corrupción en las filas del poder y la protección desvergonzada de los nuevos ricos al servicio del régimen, la lista de los abusos y de las violaciones es copiosa.
Por fin, en términos de ética militante, Chavez y su partido rabadilla encarnan un modelo hiper - caudilliste caracterizado por sus tendencias mafiosas y su charlatanismo ideológico.
A pesar de una erosión electoral constante desde el 2007, Chavez conserva bastante capital carismático para ganar las elecciones, y los venezolanos tienen el derecho a escoger sus dirigentes sin injerencias exteriores ni campañas de diabolización. Pero sobre el fondo, el "modelo" bolivarien exactamente es lo contrario de aquel a que debería aspirar una izquierda digna de este nombre. © Marc Saint-Upéry
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From: Nelson Maica <nelsonmaica@gmail.com>
Date: 2012/10/6
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From: Nelson Maica <nelsonmaica@gmail.com>
Date: 2012/10/6
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To: Un antimodèle à gauche
Présenter aujourd'hui l'expérience chaviste comme une inspiration pour la gauche européenne est tout simplement une escroquerie intellectuelle. Si l'on prétend débattre duVenezuela, mieux vaut ne pas substituer à une analyse sérieuse des demi-vérités propagandistes glanées lors de visites guidées dans les villages Potemkine du cirque bolivarien.
Observateur et militant sur le terrain des processus politiques et sociaux sud-américains depuis quinze ans, je suis aussi électeur du Front de gauche. C'est à ce double titre que je souhaite apporter mon point de vue.
Bénéficiaire de la plus abondante manne pétrolière de son histoire, le Venezuela a engagé à partir de fin de l'année 2003 une politique de réduction de la pauvreté méritoire mais très problématique dans ses méthodes comme dans sa substance.
Elle se heurte depuis cinq ans à des limites intrinsèques tandis que persistent ou s'aggravent des problèmes aigus d'insécurité, d'inflation, de logement et de sous-emploi. Quant à la marche vers le "socialisme", signalons simplement que la part du secteur privé dans la formation du PIB vénézuélien a en fait augmenté sous les mandats d'Hugo Chavez.
Parallèlement à la décadence avérée des "missions" bolivariennes - brièvement revitalisées à coups de pétrodollars avant chaque élection -, ce qui fait défaut, c'est une véritable politique sociale articulée à une réforme cohérente de l'appareil d'Etat. Le social, au Venezuela, ce sont des opérations de commando extra-institutionnelles, sans horizon soutenable défini, parfois militarisées, ou bien directement gérées par un Etat étranger en échange de cadeaux pétroliers.
Nul besoin de prêter l'oreille à la propagande de la droite locale pour comprendre comment cette politique velléitaire s'inscrit dans la logique perverse du pétro-Etat vénézuélien. Dans un document datant de 2011, le Parti communiste vénézuélien, allié discrètement réticent d'Hugo Chavez, signale que non seulement "le modèle de capitalisme dépendant rentier et improductif dominant dans notre pays se perpétue, mais qu'il se renforce".
On ne constate "aucun progrès en matière de diversification de l'économie" mais au contraire un grave approfondissement de sa dépendance - technologique et alimentaire en particulier - et le triomphe d'une bourgeoisie importatrice parasitaire.
Les communistes vénézuéliens soulignent en outre que les initiatives économiques de type coopérative ou "entreprise de production sociale" promues marginalement par le régime ont"très peu de succès" - un euphémisme poli vu les désastres observables sur le terrain.
Dénonçant les dégâts de l'hyperprésidentialisme et l'absence totale "d'instances de direction collective ", ils décrivent l'Etat bolivarien comme "hautement inefficace", constatent une"intensification de la corruption" et déplorent, à côté d'avancées sociales partielles et fragiles, une véritable"régression en matière de planification, de coordination et de prestation d'une série de services publics fondamentaux". Conclusion : "On ne peut plus occulter le fossé entre le discours "socialiste" de certains acteurs gouvernementaux et la pratique concrète du gouvernement, et la tension qui en résulte atteint un point critique."
C'est le même diagnostic qu'émettent les nombreuses organisations politiques et sociales de gauche et les dizaines de milliers de militants progressistes honnêtes qui, ces dernières années, ont pris leurs distances à l'égard du processus bolivarien. Aussitôt traités de "traîtres" et d'"agents de l'Empire" par les sbires du régime, ils ont pourtant cent fois raison de dénoncer ses contradictions criantes et la culturepolitique ultra-autoritaire constamment réaffirmée par la voix de son maître : "J'exige la loyauté absolue envers mon leadership. Je ne suis pas un individu, je suis un peuple... Unité, discussion libre et ouverte, mais loyauté... Tout le reste est trahison." (Hugo Chavez, janvier 2010.)
Résumons. Sur le plan social, aux efforts redistributifs des années 2004-2006 - passablement erratiques mais ayant eu le mérite de mettre la question sociale au centre du débat politique - a succédé une phase de stagnation liée aux gravissimes dysfonctions d'un Etat rentier colonisé par laboliburguesía (la "bourgeoisie bolivarienne").
Sur le plan économique, on constate l'approfondissement vertigineux d'un modèle parasitaire, dépendant et corrompu que Chavez n'a pas inventé, mais dont il a porté à l'extrême tous les traits les plus néfastes. Sur le plan international, il y a longtemps que tout le monde sait en Amérique latine que, du fait de ses incohérences et de son histrionisme stérile, Chavez a perdu la bataille du leadership régional.
Le discours "anti-impérialiste" du régime, dont les relations pétrocommerciales avec les Etats-Unis sont excellentes, se résume à un soutien indéfectible et tonitruant à Mouammar Kadhafi, Bachar Al-Assad, Mahmoud Ahmadinejad ouAlexandre Loukachenko. Qui plus est, Chavez est pathétiquement dépendant des multinationales brésiliennes et mange dans la main de son "meilleur ami", le président colombien Juan Manuel Santos, allié crucial de Washington.
Au niveau des pratiques institutionnelles, le gouvernement de Chavez n'est certes pas une dictature, mais, pour prendre une comparaison européenne, sur un gradient d'autoritarisme manipulateur qui irait de Silvio Berlusconi à Vladimir Poutine, il est très proche dans ses méthodes et son esprit d'un régime comme celui de Viktor Orban en Hongrie.
Justice aux ordres, criminalisation des mouvements sociaux et du syndicalisme de lutte (les "affaires Tarnac" de Chavez se comptent par dizaines), incarcérations arbitraires, interdictions professionnelles, confusion systématique du parti et de l'Etat, mépris des mécanismes et des garanties définis par la Constitution bolivarienne, tolérance complice de la corruption dans les rangs du pouvoir et protection éhontée des nouveaux riches au service du régime, la liste des abus et des violations est copieuse.
Enfin, en termes d'éthique militante, Chavez et son parti croupion incarnent un modèle hyper-caudilliste caractérisé par ses tendances mafieuses et son charlatanisme idéologique.
Malgré une érosion électorale constante depuis 2007, Chavez conserve suffisamment de capital charismatique pour gagnerles élections, et les Vénézuéliens ont le droit de choisir leurs dirigeants sans ingérences extérieures ni campagnes de diabolisation. Mais sur le fond, le "modèle" bolivarien est exactement le contraire de ce à quoi devrait aspirer une gauche digne de ce nom.
© Marc Saint-Upéry
Marc Saint-Upéry, essayiste et traducteur
Marc Saint-Upéry est l'auteur du "Rêve de Bolivar : le défi des gauches sud-américaines" (La Découverte, 2007)
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