Así
lo nieguen sus familiares más directos, a más de quince metros de profundidad,
en un búnker en La Habana, preparado con ocasión de la Crisis de Octubre de
1962, se encuentra aún con vida el cuerpo de Fidel Castro Ruz, nacido en agosto
de 1926.
El búnker construido por los cubanos bajo la dirección de los
soviéticos, es resistente a bombas nucleares y radiaciones. Cuenta con paredes
de concreto, acero y plomo con un espesor que supera los cuatro metros. El área
de construcción se estima en casi cinco kilómetros y consta de seis pisos
subterráneos. Cuenta entre sus facilidades, además de las propias de una guerra
nuclear que nunca llegó, con un hospital diseñado para los dirigentes del
Partido Comunista Cubano. Este búnker es lo que se conoce en la leyenda urbana
habanera como "la ratonera de Fidel".
En
este hospital bajo tierra se encuentra el máximo dirigente de la Revolución
Cubana unido a un ventilador mecánico que le sirve de soporte, ya que su
respiración dejó de ser espontánea. Adicionalmente Fidel requiere de la
asistencia de aparatos médicos sofisticados que son controlados durante 24
horas continuas por médicos españoles y rusos encargados de su salud, que a su
vez son vigilados por el Servicio G2 de espionaje cubano.
El
cuerpo de Fidel yace sobre una cama clínica fabricada en Estados Unidos,
contradiciendo paradójicamente más de cincuenta años de antiimperialismo. La
apariencia del líder no es la misma que cuando deambulaba por Bogotá en 1948 al
ocurrir la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, la cual más de un anticomunista le
ha atribuido a él en forma justa o no. Ahora inconsciente y bajo sedación
profunda, con la barba y el bigote recortado para darle paso a los componentes
que sostienen el tubo endotraqueal, luce devastado, acabado, sin el porte de
aquel que asaltó el Cuartel Moncada y le apostó a la Historia una absolución
que nunca ha llegado.
En
la parte izquierda de su cuello penetra por la vena yugular un catéter a través
del cual se administran soluciones y medicamentos que sirven de sostén al viejo
dictador del Caribe, que habiendo decidido el destino de más de diez mil
personas en paredones de fusilamiento y de más de ciento cincuenta mil almas
que perdieron la vida huyendo de Cuba, no puede disponer de su propia
existencia no obstante ser icono de una revolución fracasada.
Atrás
quedó su entrada triunfal a La Habana luego de derrocar a Fulgencio Batista.
Nada del pasado se parece a su actual condición humana donde ninguna maniobra
política o subterfugio evitan que esté rodeado de cables que monitorizan su
función cardiaca; con tubos que penetran sus fosas nasales y alcanzan su
estómago para alimentarlo; ni las escaras múltiples en el sacro y nalgas,
consecuencia de la larga estadía en cama; ni el cambio rutinario de pañales por
no poder controlar esfínteres.
Con
la mirada perdida y la voluntad anulada, caminando raudo a través del pasillo
que conduce hacia una muerte segura, Fidel se va desprendiendo de privilegios,
corona y cetro, con los cuales ha atormentado y hecho imposible la existencia
de todo un pueblo durante más de cincuenta años.
¿Cómo
sé todo esto? El que haya ido a La Habana sabe, que en La Habana todo se sabe.
jcajias@yahoo.com
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