lunes, 22 de octubre de 2012

JORGE CAJÍAS FIDEL, DEL MONCADA A LA TERAPIA INTENSIVA

Así lo nieguen sus familiares más directos, a más de quince metros de profundidad, en un búnker en La Habana, preparado con ocasión de la Crisis de Octubre de 1962, se encuentra aún con vida el cuerpo de Fidel Castro Ruz, nacido en agosto de 1926. 
El búnker construido por los cubanos bajo la dirección de los soviéticos, es resistente a bombas nucleares y radiaciones. Cuenta con paredes de concreto, acero y plomo con un espesor que supera los cuatro metros. El área de construcción se estima en casi cinco kilómetros y consta de seis pisos subterráneos. Cuenta entre sus facilidades, además de las propias de una guerra nuclear que nunca llegó, con un hospital diseñado para los dirigentes del Partido Comunista Cubano. Este búnker es lo que se conoce en la leyenda urbana habanera como "la ratonera de Fidel".
En este hospital bajo tierra se encuentra el máximo dirigente de la Revolución Cubana unido a un ventilador mecánico que le sirve de soporte, ya que su respiración dejó de ser espontánea. Adicionalmente Fidel requiere de la asistencia de aparatos médicos sofisticados que son controlados durante 24 horas continuas por médicos españoles y rusos encargados de su salud, que a su vez son vigilados por el Servicio G2 de espionaje cubano.
El cuerpo de Fidel yace sobre una cama clínica fabricada en Estados Unidos, contradiciendo paradójicamente más de cincuenta años de antiimperialismo. La apariencia del líder no es la misma que cuando deambulaba por Bogotá en 1948 al ocurrir la muerte de Jorge Eliécer Gaitán, la cual más de un anticomunista le ha atribuido a él en forma justa o no. Ahora inconsciente y bajo sedación profunda, con la barba y el bigote recortado para darle paso a los componentes que sostienen el tubo endotraqueal, luce devastado, acabado, sin el porte de aquel que asaltó el Cuartel Moncada y le apostó a la Historia una absolución que nunca ha llegado.
En la parte izquierda de su cuello penetra por la vena yugular un catéter a través del cual se administran soluciones y medicamentos que sirven de sostén al viejo dictador del Caribe, que habiendo decidido el destino de más de diez mil personas en paredones de fusilamiento y de más de ciento cincuenta mil almas que perdieron la vida huyendo de Cuba, no puede disponer de su propia existencia no obstante ser icono de una revolución fracasada.
Atrás quedó su entrada triunfal a La Habana luego de derrocar a Fulgencio Batista. Nada del pasado se parece a su actual condición humana donde ninguna maniobra política o subterfugio evitan que esté rodeado de cables que monitorizan su función cardiaca; con tubos que penetran sus fosas nasales y alcanzan su estómago para alimentarlo; ni las escaras múltiples en el sacro y nalgas, consecuencia de la larga estadía en cama; ni el cambio rutinario de pañales por no poder controlar esfínteres.
Con la mirada perdida y la voluntad anulada, caminando raudo a través del pasillo que conduce hacia una muerte segura, Fidel se va desprendiendo de privilegios, corona y cetro, con los cuales ha atormentado y hecho imposible la existencia de todo un pueblo durante más de cincuenta años.
¿Cómo sé todo esto? El que haya ido a La Habana sabe, que en La Habana todo se sabe.
jcajias@yahoo.com

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