Chaco fue la pionera. El viernes pasado pagó
en pesos y al tipo de cambio oficial los intereses de un bono dolarizado. Esto
generó incertidumbre en los mercados y una caída generalizada de todos los
papeles en dólares, ante el temor de que fueran todos pesificados.
El
gobernador Jorge Capitanich defendió la medida y llamó a que otras provincias
lo imiten: “Los bonos de normativa nacional deben pagarse en pesos”. En el
mismo sentido se expresó el vicegobernador bonaerense Gabriel Mariotto, quien
ofreció respaldo para que Daniel Scioli imite la medida.
Luego del episodio del
Chaco, los títulos públicos, principalmente los emitidos por las
administraciones provinciales y los cupones atados al PBI, se hundieron en la
plaza local. Recién después de las aclaraciones reiteradas del Banco Central de
que los títulos públicos nacionales en dólares serán efectivamente pagados en
dólares y que el vicegobernador bonaerense, Gabriel Mariotto, diera marcha
atrás con sus dichos de anteayer y aclarara que nunca quiso dar a entender que
se pesificarían los bonos de la provincia más grande del país, los bonos
argentinos recuperaron ayer parte del terreno que habían perdido en los últimos
días.
Corren distintas interpretaciones sobre si lo
ocurrido en el Chaco y la instalación del debate sobre la pesificación de las
deudas provinciales se produjo por una supuesta descoordinación en el seno del
gobierno o forma parte de un plan. Según al menos una consultora porteña,
podría tratarse de un globo de ensayo para sondear las reacciones de los
mercados con vistas a una futura pesificación.
Pero también hay una interpretación que es
estrictamente política. La presidente les estaría enviando a los gobernadores
un mensaje: que el gobierno está dispuesto a utilizar todas las herramientas
económicas a su alcance para garantizarse la obediencia de los gobernadores del
PJ en el próximo año electoral. Buenos Aires, por ejemplo, afrontará, como se
señaló, varios vencimientos de deudas en moneda extranjera en las próximas
semanas. El lunes que viene, deberá abonar unos 33 millones de dólares de
capital y alrededor de 15 millones de intereses del Bono Discount de Largo
Plazo, emitido en 2005 hasta el 2017, por un monto total de 333,8 millones de
dólares. También el lunes próximo, vencerán una cuota de capital de 13 millones
de euros y el pago de intereses por unos 6 millones de euros, correspondientes
al Bono Buenos Aires 2017, emitido en 2005 en la moneda europea. Los vencimientos
en lo que queda del año continuarán el 1º de noviembre, cuando la provincia
tendrá que pagar intereses del Bono Buenos Aires 2020, en dólares; y el 15 de
noviembre, cuando también vencerán intereses del Bono Par a Largo Plazo,
emitido en euros hasta el 2035. Como las anteriores, estas deudas corresponden
a títulos emitidos en 2005. Estos vencimientos coinciden con el extremado
malestar de la dirigencia sciolista ante las claras señales del cristinismo
acerca de que las listas de candidatos para el 2013 -aun las provinciales- se
redactarán en Olivos y sin la participación de los seguidores del gobernador.
Los síntomas de rebelión ya se advierten claramente (ver nota aparte) y los
ánimos de ambos bandos se están crispando. El cristinismo, sin ir mas lejos, le
está haciendo el vacío a la ministra de gobierno de Scioli, Cristina Álvarez
Rodríguez, que quedó a cargo de la conducción del PJ bonaerense pero no puede
reunir al consejo partidario debido al sabotaje organizado desde Olivos.
LA DISUASIÓN
En este contexto, la pesificación sería un
arma importante para disciplinar a Scioli pero también a varios gobernadores
más. En la Casa Rosada no sólo temen que algunos mandatarios provinciales
intenten impulsar candidatos que no contarían con la aprobación presidencial.
También asoma otro frente de tormenta: si CFK no repunta en las encuestas,
varios gobernadores podrían hacer cuentas y llegar a la conclusión de que les
convendría desdoblar las elecciones locales de las generales. De este modo se
garantizarían que los problemas de imagen de la presidente no los afecten en su
disputa por los cargos locales. Pero desde la óptica cristinista se trataría de
alta traición, porque el aparato electoral local no movilizaría todo su peso en
la elección general y le restaría entonces fuerza a las listas de la Casa
Rosada. Estos fantasmas ya están rondando por los pasillos de la Casa Rosada y
la amenaza de pesificación sería tan solo uno de los recursos para evitar que
los feudos peronistas del interior empiecen a escapar a su control.
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