lunes, 22 de octubre de 2012

ARGELIA RÍOS, LAS MISERIAS DE LOS MISERABLES

Allí están: justo donde era previsible que estuvieran tras la derrota. En el transcurso de la campaña, muchos se cansaron de decirlo sin exhibir el menor sonrojo y, al hacerlo, muy pocos lograban disimular la morbosa complacencia que les produciría una victoria de Chávez. 

La conducta dominante -secuela del fracaso de sus "maquinarias" el 12-F- se resumía en una expresión descriptiva de la conjura: "aquí los esperamos en la bajadita"... 

Durante los seis meses que terminaron el 7-O, la intriga fue el telón de fondo del enorme esfuerzo personal desplegado por Capriles, para plantarle presidente y a todos aquellos que, desde las entrañas de la MUD, maquinaron a favor de su revés. No por nada, el abanderado opositor llegó a señalar que su batalla era -como lo sigue siendo-, contra el pasado representado por el envejecido proyecto bolivariano, y contra el otro, encarnado por sus detractores internos, que siguen y seguirán resistidos al refrescamiento del elenco político nacional.
En medio del agite de la disputa presidencial, Capriles llegó a referirse a ambos "pasados" calificándolos como "la misma miasma": y es que, pareciendo enfrentados, unos y otros hicieron -y hacen- causa común para impedir el fortalecimiento de las fuerzas que hoy simbolizan la renovación de la política venezolana. 

Aunque derrotados en las primarias, el muy activo "anticaprilismo" opositor -el mismo que postergó interesadamente la escogencia del candidato- nunca bajó la guardia. Al contrario, se mantuvo siempre apostando sinuosamente a la derrota de "la muchachada" -como la llaman peyorativamente-, cuyo éxito habría desplazado a los últimos vestigios de la "cuarta república", a los que Chávez nutre para sostener la polarización "pasado-presente" de la cual se ha beneficiado tanto.
La historia de la Tarjeta Unitaria está íntimamente vinculada con este sordo pugilato. Salta a la vista que, en el round más reciente -y buscando retomar los controles de la oposición-, el anticaprilismo militante airea los casi 2.2 millones de votos obtenidos por la congregación de 16 partidos que se "aparaguaron" bajo la tarjeta de la MUD, omitiendo un hecho fundamental: los casi 3.8 millones de votos sumados por apenas 4 agrupaciones, que -desprovistas de complejos- sí quisieron contarse, porque se tienen a sí mismas como el músculo de la renovación de la política nacional. 

Los votos de la Tarjeta Unitaria son los votos de la "Unidad", entendida ésta como una "marca", o como un ideal aspiracional: en modo alguno pertenecen a quienes pretenden emprender un miserable "ajuste de cuentas" contra una "muchachada" que se fajó duro en la campaña, mientras estos detractores esperaban, de brazos cruzados, una lluvia espontánea de sufragios ajenos.
Argelia.rios@gmail.com
Twitter @Argeliarios

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